Sábado, 25 de enero de 2014 | Hoy
Por Mariano Ribas
Hace una década, y con sólo tres semanas de diferencia, dos robots exploradores de la NASA llegaron al planeta rojo. Spirit fue el primero: amartizó el 4 de enero de 2004, en el gran cráter Gusev (de 160 km de diámetro), a 15 grados al sur del ecuador marciano. Y luego, el 25 de enero, llegó Opportunity, su hermano gemelo, que bajó a unos 5 mil kilómetros de allí, en una casi ecuatorial llanura marciana llamada Meridiani Planum. Ambos rovers compartían el objetivo primario: encontrar evidencias definitivas de la presencia de agua líquida en el Marte primitivo. Los dos lugares de descenso habían sido elegidos con mucho cuidado por los científicos de la doble misión de la NASA: los estudios previamente realizados por sondas orbitales sugerían que ambos lugares eran química y geológicamente prometedores. Y así fue. Los dos aventureros de seis ruedas y grandes paneles solares (que parecían “alas”) se lanzaron a recorrer los gélidos, polvorientos y oxidados suelos marcianos. Cada uno por su lado. Cada uno en su lugar. Y siempre controlados desde el comando de la misión: el Jet Propulsion Laboratory de la NASA (en Pasadena, California). Y cumplieron. Cumplieron de sobra: llegaron a Marte con una “expectativa de vida” de tres meses. Y marcharon durante años. Obtuvieron preciosa información, y nos llenaron de impactantes imágenes de otro mundo. Formaron un dúo maravilloso. Pero un día, en 2009, Spirit quedó atascado en las tramposas arenas de Gusev. Y al cabo de un tiempo dijo basta (ver más adelante). Y se apagó para siempre.
Su hermano gemelo, en cambio, siguió camino. Y no paró de explorar y explorar los desafiantes terrenos de Meridiani Planum. Nunca paró. Y allí está, vivito y coleando: el rover Opportunity es uno de los éxitos más extraordinarios de la Era Espacial. Una máquina que vuelve a dejar en claro los enormes avances de la ciencia y la tecnología humanas, destinadas a la exploración de otros mundos. Con toda una increíble década a cuestas, y casi 40 kilómetros de marcha, resulta difícil elegir los principales momentos de su largo derrotero. Pero haremos el intento, porque vale la pena. Año por año, éstas son las crónicas del más grande viajero marciano. Desde su amartizaje hasta el día de hoy. Aquí vamos...
En la madrugada argentina del 25 de enero, tres semanas después que su gemelo Spirit, el explorador robot Opportunity toca suelo marciano. Justo dentro de un cráter llamado Eagle (22 metros de diámetro), en la región de Meridiani Planum, a casi 2 grados de latitud sur del planeta rojo. En sus primeras semanas estudia el suelo y un afloramiento de rocas cercanas. En abril llega al cráter Endurance (foto), y en las semanas siguientes recorre su perímetro. Hacia junio ingresa al cráter. Y se quedará allí hasta diciembre, para profundizar estudios geológicos. A esta altura, Opportunity ya había encontrado varias evidencias de la presencia de agua líquida en el remoto pasado marciano.
En enero, tras visitar a su propio escudo térmico, Opportunity encuentra un meteorito metálico bautizado Heat Shield Rock. Fue el primer meteorito identificado en otro planeta. El 25 de marzo, en su “sol” 410, el robot rodante de la NASA marca un record de marcha: 220 metros en un día. Entre abril y junio queda atascado en las arenas de una duna marciana. Tras varias maniobras (comandadas desde el control de la misión, en la Tierra), logra escapar de esa trampa de arena, bautizada Duna del Purgatorio. Ya en octubre visita el cráter Erebus, donde se quedará varios meses tomando imágenes y haciendo estudios geológicos.
En marzo, Opportunity deja al cráter Erebus e inicia su largo camino hacia el gran cráter Victoria. Tras seis meses de marcha, el rover llega al borde de esta gran fosa de impacto, de 800 metros de diámetro. Y transmite a la Tierra impactantes panorámicas (ver foto). La sonda Mars Reconnasaince Orbiter (NASA) fotografía al robot desde la órbita marciana. Dado el enorme valor científico del cráter, Opportunity permanecerá recorriendo sus bordes por casi dos años.
En junio, el rover se prepara para ingresar al cráter Victoria. Pero se desata una gran tormenta de polvo que oscurece la atmósfera marciana, bloqueando casi toda la luz solar y poniendo en riesgo la misión de Opportunity (y la de su compañero, el Spirit). NASA advierte que los rovers “no estaban preparados para afrontar condiciones tan intensas”. Al mes siguiente, los paneles solares del robot rodante alcanzan su nivel más bajo de producción de energía eléctrica. NASA le ordena reducir sus operaciones al mínimo, y comunicarse con la Tierra sólo cada 3 días. Afortunadamente, en agosto, la tormenta de polvo comienza a menguar. Poco a poco, sus baterías vuelven a cargarse, y Opportunity se recupera. Así, ya en septiembre, ingresa al cráter Victoria, descendiendo por una bahía llamada Duck Bay. El robot examina varias capas de roca muy antiguas.
Durante abril y mayo, Opportunity comienza a mostrar cierto deterioro en los motores de sus ruedas, y en su brazo mecánico. Aun así continúa sin mayores problemas. En agosto deja al cráter Victoria e inicia su marcha hacia el gigantesco cráter Endeavour, situado a 12 kilómetros hacia el sudeste. Lo esperaban tres años de lenta y desafiante marcha...
Este fue el año de los “meteoritos”: entre julio y septiembre, Opportunity encuentra tres rocas espaciales no marcianas. Primero, una muy oscura llamada Block Island, luego, otra bautizada Shelter Island, y finalmente, encuentra a Mackinac Island. Mientras tanto, las cosas no andaban nada bien para su hermano gemelo: desde mayo, Spirit había quedado atascado en las arenas del cráter Gusev. Y ya sin capacidad de maniobra, no pudo orientar sus paneles hacia el Sol durante el siguiente invierno marciano. En marzo de 2010, Spirit dejó de comunicarse con la Tierra. Y en mayo de 2011, la NASA lo declaró, literalmente, “muerto por hipotermia”. Había recorrido casi 8 kilómetros, y tomado más de 120 mil imágenes.
En mayo, ante la amenaza de un nuevo campo de dunas, Opportunity cambia su ruta original hacia el cráter Endeavour. Y el día 19 de ese mes, al cumplir 2244 “soles” (días marcianos) –más de 6 años terrestres–, logra batir el legendario record de funcionamiento en suelo marciano del también legendario Viking 1: la primera nave espacial que se posó exitosamente en la superficie del planeta rojo, en 1976. Otro hito: en noviembre, Opportunity llega a los 25 kilómetros de recorrido marciano. Y ya en diciembre llega al cráter Santa María, una fosa de impacto de 90 metros de diámetro, donde permanecerá durante los meses siguientes.
Fue un año fundamental. Tras descubrir, entre otras cosas, la presencia de antiquísimos minerales hidratados en la zona, Opportunity deja el cráter Santa María en marzo. Tres meses más tarde, en junio, quiebra la marca de los 30 kilómetros. Y el 11 de agosto, con más de 2700 “soles” a cuestas y tres años de marcha (con duros inviernos incluidos), Opportunity llega al ansiado cráter Endeavour. Un objetivo absolutamente impensado por los científicos al comienzo de la misión. Y de un valor científico incalculable. “Llegar al Endeavour fue como un segundo descenso en Marte para Opportunity”, decía, por entonces, el Dr. Steve Squyres (NASA y Universidad de Cornell), principal investigador de la misión de los dos robots gemelos. A propósito: el lugar de llegada a Endeavour fue bautizado por la NASA como Spirit Point. Un homenaje a Spirit, el rover “fallecido” en 2010 tras quedar atascado en las arenas marcianas.
Endeavour es una fosa de impacto verdaderamente impresionante: con 22 kilómetros de diámetro, superaba en casi 30 veces el tamaño del cráter Victoria (que, hasta 2011, seguía siendo el más grande visitado por Opportunity). Se trata de un verdadero “tesoro” geológico: sus profundas paredes internas exponen capas geológicas de cientos y miles de millones de años. Y en sus bordes, todo un amplio repertorio de rocas y suelos variados y arcaicos. Un libro abierto de la historia marciana.
A poco de llegar, los instrumentos de Opportunity detectaron allí la presencia de arcillas y otros minerales hidratados. Las evidencias de un pasado húmedo seguían apilándose. Y qué decir de lo que pasó en diciembre: al estudiar una formación geológica llamada Homestake (en los bordes del cráter), Opportunity realiza un descubrimiento importantísimo: mediante tres instrumentos (cámara con filtros, microscopio y un espectrómetro), detecta la presencia de yeso. Un mineral muy común en la Tierra, que sólo se forma en presencia de agua líquida. Fue una evidencia fuertísima de la existencia de agua líquida en el Marte de hace 3 o 4 mil millones de años.
En la primera mitad del año, Opportunity enfrenta otro durísimo invierno marciano: temperaturas de decenas de grados bajo cero, y poca luz solar. Estratégicamente con su cuerpo y paneles solares inclinados hacia el Norte (para aprovechar al máximo la poca luz solar diurna), el rover permanece casi inmóvil, junto al borde de Endeavour, en un sitio llamada Greeley Haven. Es allí, durante junio, cuando cumple sus 3000 “soles”. Y es allí también donde logra, y transmite a la Tierra, una imagen tremenda (armada a partir de 817 fotos individuales) llamada Panorámica de Greeley Haven (ver foto). A la izquierda se ven las huellas de las ruedas de Opportunity. Y a la derecha, el lado opuesto del súper cráter. En agosto, el rover vuelve al ruedo. Y al poco tiempo cumple 35 kilómetros de recorrido desde su amartizaje, en 2004. En los meses siguientes se trasladará hasta una colina llamada Matijevic Hill.
En enero, tras dejar atrás a Matijevic Hill, Opportunity marcha hacia el sur, siempre siguiendo el borde del cráter Endeavour, y llega a una pequeña bahía conocida como Botany Bay. Se quedará allí durante los meses siguientes, haciendo pequeños desplazamientos. En mayo, la NASA anuncia oficialmente que Opportunity ha batido el legendario record del Lunar Roving Vehicle, de la misión (tripulada) Apolo 17 en la Luna, al superar la marca de 35,77 kilómetros recorridos en suelo de otro mundo. Mientras tanto, el robot encuentra más trazas de arcilla. Y los análisis de la roca marciana Esperanza revelan que allí hubo agua líquida con pH neutro: otro dato que fortalecía las chances de un ambiente apto para la vida en el Marte primitivo. En junio, Opportunity cumple 5 años marcianos (que duran casi 2 de los nuestros). Y dos meses más tarde se lanza a trepar la colina Solander Point, otro blanco de sumo interés geológico, por la posible presencia de estratos y rocas extremadamente antiguas. El ascenso le tomará varios meses...
Hoy, 25 de enero, Opportunity cumple 10 años terrestres en Marte. Y lo celebra allí arriba, trepado a la colina Solander Point, disfrutando de una maravillosa vista del colosal cráter Endeavour y sus alrededores. Este robot de seis ruedas y paneles solares que lo asemejan a un insecto metálico es el protagonista de una aventura extraordinaria, en la que ha desafiado la hostilidad del clima y el terreno marcianos. Vio más de 3500 salidas y puestas de Sol en aquellos paisajes polvorientos, secos y oxidados. Recorrió casi 39 kilómetros desde su arribo al planeta hermano de la Tierra. Tomó (y transmitió a la Tierra) casi 190 mil fotografías. Y, lo más importante, ha encontrado poderosas evidencias (ver nota de contratapa) que avalan un escenario ya indiscutible: hace 3 a 4 mil millones de años, Marte fue un mundo húmedo, templado y hospitalario para la vida.
La llegada del invierno al hemisferio sur del planeta rojo será un nuevo desafío que el veterano explorador robot deberá enfrentar en los próximos meses. Pero si hay alguien que sabe de desafíos, es el imbatible Opportunity. El explorador marciano más exitoso de todos los tiempos. Y uno de los mayores éxitos de toda la Era Espacial. Diez años en Marte: es un logro mayúsculo de la ciencia y de la humanidad toda. Celebremos, pues, alzando una copa al cielo...
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