Sábado, 22 de febrero de 2014 | Hoy
LOS ASTRóNOMOS NO SE QUEDAN QUIETOS... Y EXPLORAN
“Necesitamos una misión espacial dedicada a Europa”, decía el Dr. Lorenz Roth (ver nota principal). Y es el viejo anhelo de buena parte de la comunidad astronómica mundial.
Por Mariano Ribas
“Necesitamos una misión espacial dedicada a Europa”, decía el Dr. Lorenz Roth (ver nota principal). Y es el viejo anhelo de buena parte de la comunidad astronómica mundial. Durante las últimas décadas, esta luna de Júpiter se ha convertido en una auténtica celebridad. Pero a diferencia de muchas otras “celebridades” terrestres, esta preciosa bola de hielo espacial se merece cada gramo de fama. Y cada línea que se escriba o se diga sobre ella. En realidad, el hallazgo de “plumas de vapor de agua” brotando desde su zona polar austral no hace más que fortalecer, otro poco, el creciente interés científico por este satélite de Júpiter. Uno de los cuatro que descubrió Galileo Galilei hace algo más de cuatro siglos. Una verdadera maravilla que, debajo de esa gruesa y agrietada cáscara de hielo, parece esconder un súper océano global de agua líquida, templada, salada y orgánica. Es decir, un escenario potencialmente biológico. No es raro, entonces, que una futura misión espacial a Europa ocupe el puesto número 2 entre las más altas prioridades del 2013-2022 Planetary Science Decadal Survey, una publicación del Consejo de Investigación Nacional de Estados Unidos, elaborada por la propia NASA y otras agencias científicas de aquel país. El número 1, por supuesto, lo ocupa Marte, y un rover que, hacia 2020, seguirá los pasos del famoso Curiosity, y del ya legendario Opportunity (ver Futuro del 25/1/14).
Y sí: hay que ir a Europa. Los estudios realizados por las sondas Voyager 1 y 2 (en 1979) fueron la punta de lanza. Luego le llegó el turno a la Galileo, que estudió a Júpiter y sus sistemas (Europa incluida, claro está) entre 1995 y 2003. Y a eso hay que sumarles las observaciones realizadas desde la Tierra por súper telescopios, y desde el espacio cercano por aparatos como el Hubble (responsable, justamente, de la reciente detección de vapor de agua en la helada luna joviana). Pero falta mucho. Muchísimo. De hecho, la propia Galileo sólo fotografió parcialmente la región polar sur de Europa. Y en baja resolución. Justo allí, donde brotan las “plumas” de vapor de agua. Por eso, la NASA ya está manejando un concepto de misión llamado “Europa Clipper”, destinada, entre otras cosas, a orbitar de cerca el satélite, y zambullirse dentro de sus vaporosas emanaciones, para estudiar a fondo su composición. Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) también apunta a Europa: su proyecto Júpiter ICy moons Explorer (Juice) contempla varios sobrevuelos cercanos a la luna de hielo. Pero en ambos casos habrá que esperar. Lamentablemente, y por cuestiones presupuestarias, la NASA recién lanzaría al “Europa Clipper” después de 2020. Y la ESA recién despacharía a “Juice” en 2022. Por lo tanto, todo indica que Europa deberá esperar nuestra próxima visita hasta, quizá, 2030.
En cambio, Ceres, el “planeta enano” (que, dicho sea de paso, comparte esta categoría con Plutón), no tendrá mucho que esperar: dentro de poco más de un año, la sonda espacial Dawn (“Amanecer”) llegará por primera vez a este enigmático habitante del Cinturón de Asteroides. La nave de la NASA viene de una exitosa campaña científica en Vesta, que con un diámetro de unos 550 kilómetros es otro “coloso” de aquella región del Sistema Solar, delimitada por las órbitas de Marte y Júpiter. La nave Dawn estuvo orbitando a Vesta durante más de un año (entre julio de 2011 y septiembre de 2012). Y tras estudiar y fotografiar a fondo al súper asteroide (ver Futuro del 21/1/12), encendió su motor de iones, y se alejó de allí a toda velocidad, poniendo la proa con destino al planeta enano que, tal como acaba de anunciarse, lanza chorros de vapor de agua al espacio. “Tenemos una nave en camino a Ceres, así que no tendremos que esperar mucho para poder ubicar este intrigante descubrimiento en un contexto más amplio”, dice Carol Raymond, una de las principales investigadoras de la misión Dawn, en el Jet Propulsión Laboratory de la NASA, en Pasadena, California. Así es: en marzo de 2015, la nave llegará al planeta enano, y su misión científica orbital se extenderá, al menos, por cuatro o cinco meses. Raymond nos cuenta más: “La nave mapeará la geología y la química de la superficie de Ceres en alta resolución, y revelará en detalle los procesos que generan las emisiones de vapor”. Falta tan poco: en apenas trece meses, aquí mismo, veremos qué sorpresas nos tiene reservadas el rey del Cinturón de Asteroides.
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