› Por Mariano Ribas
Son los grandes ladrillos
de la macro estructura cósmica. Enormes islas de estrellas, gas y polvo
que, de tanto en tanto, interrumpen las cada vez más profundas y oscuras
lagunas de vacío que dominan el universo. Las primeras galaxias nacieron
unos pocos cientos de millones de años después del Big Bang. Y,
al principio, no eran más que colosales nubes deformes de gas (casi todo
hidrógeno), que merced a sucesivos choques y fusiones comenzaron a crecer
y crecer. La gravedad las fue modelando lentamente, de afuera hacia adentro.
Y de a poco, en sus interiores, los parches más densos de gas originaron
las primeras estrellas.
Hoy, 13 mil millones de años después del gran estallido primigenio,
el universo cuenta con unos 100 mil millones de galaxias. Una cifra aterradora
en la que la Vía Láctea, a pesar de todo su esplendor, se pierde
irremediablemente. Sin embargo, hasta hace apenas un siglo, la mayoría
de los científicos creía que nuestra galaxia era todo el universo.
Recién a mediados de los años 20, un astrónomo parco, amigo
de las pipas y del buen tabaco, descubrió que las difusas siluetas que
mostraban los telescopios no eran otra cosa que galaxias muy distantes: Edwin
Hubble había corrido el velo que nos separaba del verdadero reino galáctico.
Un reino que de pronto se reveló extremadamente rico y exquisitamente
variado. Hubble observó galaxias de todos los tamaños y formas.
Y trató de clasificarlas según su aspecto: desde entonces se habla
de espirales, elípticas e irregulares.
Pero durante los últimos años, el telescopio espacial que lleva
su nombre, y otros monstruos de la astronomía óptica, nos están
revelando especímenes con los que Hubble ni siquiera soñó.
E incluso, espectaculares colisiones que causan escalofríos de sólo
imaginarlas. A continuación, un pequeño álbum de galaxias
clásicas vistas con ojos modernos y otras rarezas
especialmente elegidas del extravagario cósmico.
1. Andromeda: un clasico
Es uno de los
iconos de la astronomía. Y no podría faltar en ninguna colección
de galaxias que se precie de tal: Andrómeda es una de las maravillas
del cielo nocturno. Y bien puede decirse que es la hermana mayor
de la Vía Láctea. Se trata de una típica galaxia espiral,
formada por 400 mil millones de soles y fabulosas nubes de gas y polvo. En sus
brazos abundan las estrellas azules, jóvenes y calientes. Y en su enorme
núcleo esférico predominan las estrellas más amarillentas
y ancianas. Durante los últimos años, distintos estudios han sugerido
que allí se esconde un súper y voraz agujero negro. Andrómeda
y la Vía Láctea son, por lejos, las dos galaxias más grandes
del Grupo Local, formado por más de treinta integrantes.
Y a pesar de estar a más de 2 millones de años luz de distancia,
es una de las más cercanas. De hecho, Andrómeda es el objeto más
lejano que puede verse a simple vista, aunque esa luz que nos llega haya partido
cuando el género Homo recién comenzaba a existir, en Africa. Pero
las hermanas no siempre estarán separadas: ambas se están acercando
forzadas por su propia gravedad a una velocidad de 500.000 km/hora.
Y dentro de tres mil millones de años se darán un abrazo fatal
que originaráuna nueva supergalaxia (de todos modos, el espacio interestelar
es tan enorme que es casi imposible que sus estrellas choquen entre sí).
Como veremos más adelante, estas colisiones son moneda corriente en el
universo.
2 y 3. Vecinas irregulares
No todas las
galaxias son tan enormes y elegantes como Andrómeda. Hay otras mucho
más chicas y desprolijas: son las irregulares. Y una de ellas es nuestra
vecina más próxima. Hasta hace una década, parecía
que la galaxia más cercana a la Vía Láctea era la famosa
Nube Mayor de Magallanes. Pero en 1994, un grupo de astrónomos de la
Universidad de Cambridge descubrieron una galaxita a apenas 60 mil
años luz, del otro lado del centro de la Vía Láctea. Como
puede verse en la fotografía que muestra parte de ella, escondida
detrás de algunas estrellas de nuestra propia galaxia no es gran
cosa. Se la conoce como Galaxia Enana de Sagitario, y la pobre está
siendo desgarrada, devorada y asimilada por la Vía Láctea. Canibalismo
galáctico, con todas las letras.
Mejor suerte, al menos por ahora, tiene NGC 6822, también integrante
del Grupo Local, pero que está más lejos (a 1,5 millón
de años luz). Es otra galaxia irregular, un poco más grande, y
llama la atención por las grandes nebulosas de emisión (masas
de gas excitado por la radiación de estrellas cercanas) que la rodean,
especialmente visibles en la parte superior de la imagen como pequeñas
manchitas.
4. La furia de Centauro
A
Saliendo del
Grupo Local, y ya a 10 millones de años luz de casa, nos encontramos
con un peso pesado. A diferencia de las anteriores, Centauro A es una galaxia
elíptica. Y esta imagen tomada por uno de los cuatro telescopios
que forman el Very Large Telescope (VLT), el coloso europeo instalado en el
norte de Chile la muestra con lujo de detalles. Centauro A está
atravesada por un grueso sendero de polvo, que bloquea la luz de buena parte
de sus estrellas. Y tiene un núcleo extremadamente energético
mucho más que el de la Vía Láctea que constantemente
emite generosas dosis de ondas de radio, rayos X y rayos Gamma. La fuente de
esa energía serían los ardientes remolinos de materia cayendo
hacia un agujero negro central. Según algunas evidencias recientes, en
la compleja estructura de Centauro A pueden adivinarse los restos de una pequeña
galaxia espiral, que alguna vez fue atrapada y devorada. La canción se
repite.
5 y 6. El Monstruo y
el Sombrero
En este álbum
no podían faltar otras dos vedettes del catálogo de Messier: M87
y M104, más conocida como la galaxia Sombrero. Ambas forman
parte del gran cúmulo galáctico de Virgo, distante a unos 60 millones
de años luz. Esta verdadera metrópolis cósmica está
formada por más de dos mil galaxias, y su enorme gravedad está
atrayendo a todo el Grupo Local: hacia allí marcha la Vía Láctea,
Andrómeda y todas sus pequeñas compañeras. La reina indiscutida
del Cúmulo de Virgo es la monumental M87, que con un billón de
estrellas es, sin dudas, una de las galaxias más grandes y masivas de
todo el universo. Su forma pasablemente esférica la ubica en la categoría
elípticas, y como ocurre con este tipo de galaxias y
a diferencia de las espirales su población estelar es muy anciana,
y contiene muy pocas nubes de gas y polvo. Tal como muestra la fotografía,
el monstruo de Virgo está rodeado de cientos de cúmulos globulares
agrupaciones esféricas de miles estrellas que parecen revolotear
como moscas alrededor de un elefante. No hace falta explicar por qué
la galaxia Sombrero se llama así. Esta gran galaxia espiral
es una de las vistas más pintorescas del cielo. Y se nos muestra de perfil,
ostentando una gruesa banda de polvo que recorre su zona central (más
o menos similar a la de Centauro A). Un resplandeciente núcleo central
y un halo muy extendido formados por miles de millones de estrellas mayormente
anciana completan su simpática silueta.
Distintas observaciones y análisis espectroscópicos sugieren la
presencia de agujeros negros en ambas galaxias. Y el de M87 estaría acorde
a las dimensiones de su hogar: se calcula que tiene unas 3 mil millones de masas
solares. Desde los años 90 parece cada vez más evidente que toda
gran galaxia incluso la nuestra alberga un súper agujero
negro en su centro. Y hasta se piensa que son una condición necesaria
para su origen y evolución.
7. El renacuajo del Hubble
Una de las imágenes más recientes
y llamativas del Telescopio Espacial Hubble es la de una insólita galaxia
con cola ubicada a 420 millones de años luz. Su nombre formal
es Arp 188, pero es mucho más conocida como el renacuajo.
Salta a la vista el porqué. Esa cola está formada por millones
de estrellas, y mide casi 300 mil años luz de largo (unas tres veces
el diámetro de la propia galaxia). ¿Cómo explicar semejante
rareza? Lo más probable es que sea el resultado de un desgarro provocado
por un encuentro muy cercano con otra galaxia que se insinúa por
detrás de sus brazos espirales que habría pasado de izquierda
a derecha. Pero esta extravagancia es demasiado frágil, y no puede durar
mucho: tal como ocurre con los verdaderos renacuajos, Arp 188 inevitablemente
irá perdiendo su cola con el correr del tiempo; en este caso, de los
millones de años. Y las estrellas que la forman terminarán formando
pequeños cúmulos satélites a su alrededor.
8 y 9. Un choque y un
anillo
Los últimos
dos lugares de esta selecta colección están reservados a un espectacular
choque de galaxias y a una hermosa criatura anillada. El choque está
protagonizado por las lejanas NGC 2207 y la más pequeña IC 2163,
dos galaxias espirales que desde hace cientos de millones de años están
interactuando gravitacionalmente. Lo que muestra esta fotografía del
Hubble es apenas un cuadro en una larga y sufrida película. Una verdadera
guerra de las galaxias repleta de episodios caóticos, protagonizados
por corrientes de estrellas disparadas a la deriva, oleadas de compresión
de nebulosas, y sus consiguientes nuevos alumbramientos estelares. El resultado
final está sellado: la galaxia más grande (NGC 2207, a la izquierda
de la imagen) terminará asimilando a la más chica,
IC 2163 (a la izquierda).
La última parada de este viaje nos lleva a 600 millones de años
luz de la Tierra. Allí nos espera la frutilla del postre: una galaxia
rodeada por un anillo. Se la conoce como Objeto de Hoag, en honor
al astrónomo Art Hoag que la descubrió en 1950. El anillo está
dominado por brillantes estrellas azules; en cambio, el cuerpo central, más
o menos esférico, está repleto de viejos soles rojos y amarillos.
Y ambas estructuras están separadas por una zanja de vacío. ¿El
origen? Se sospecha que la criatura de Hoag seguramente nació hace algunos
miles de millones de años, cuando una pequeña galaxia atravesó
a otra más grande. Y no es la única: durante los últimos
años, los astrónomos han descubierto varias más, abriendo
otra categoría dentro de la tradicional clasificación galáctica
de Hubble: las galaxias anillo.
Final
De Andrómeda
al Sombrero. De la espiral al renacuajo. Del monstruo a la belleza anillada.
Se suele decir que para muestra vale un botón, pero en este caso han
sido diez: el extravagario galáctico nos pedía a gritos una muestra
más generosa.
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