Sábado, 14 de junio de 2003 | Hoy
La osteoporosis se encuentra enormemente subdiagnosticada y subtratada. Según la Fundación Internacional de la Osteoporosis (IOF), menos del 20 por ciento (e incluso algunos afirman que el porcentaje no llegaría al 10 por ciento) de las personas con osteoporosis recibe un tratamiento adecuado en tiempo y forma.
La osteoporosis esto
es, la disminución de la cantidad de masa ósea que conforma los
huesos y que predispone a sufrir fracturas ante traumatismos irrelevantes
es tan vieja como la humanidad. Tal es así que su presencia extendida
a una gran proporción de los restos óseos de una comunidad bajo
estudio arqueológico indica a los investigadores que durante el período
analizado puede haber acaecido una hambruna o alguna afección caracterizada
por la descalcificación de los huesos.
¿Qué hay de nuevo entonces con esta condición presente
especialmente en personas mayores? Es que, justamente, a medida que la población
mundial se hace cada día más vieja como resultado del aumento
de la expectativa de vida, esta enfermedad se vuelve más común.
Pero el problema es que esa cada vez mayor incidencia de osteoporosis no suele
verse acompañada por iniciativas de diagnóstico y tratamiento
acordes a la magnitud del problema.
En otras palabras, la osteoporosis se encuentra enormemente subdiagnosticada
y subtratada. Según la Fundación Internacional de la Osteoporosis
(IOF), menos del 20 por ciento (e incluso algunos afirman que el porcentaje
no llegaría al 10 por ciento) de las personas con osteoporosis recibe
un tratamiento adecuado en tiempo y forma. De ahí que la Organización
Mundial de la Salud (OMS) la considere, desde 1994, una enfermedad que constituye
una prioridad en materia de salud, junto con otras enfermedades no transmisibles.
Se espera que, a nivel global, en los próximos cincuenta años
el número de fracturas de cadera (la más frecuente en personas
con osteoporosis, seguida por las fracturas vertebrales) se duplique. Pero todo
hace suponer que la región que habrá de llevar la peor parte será
América latina, aunque antes de entrar en detalles veamos cuál
es la raíz de la osteoporosis.
El Ying y el Yang de
los huesos
Para entender la génesis de la osteoporosis es necesario tomar en
cuenta que el esqueleto humano es un órgano extremadamente dinámico,
objeto de continuos y contemporáneos procesos de destrucción y
regeneración (tan es así que se estima que una persona renueva
completamente su esqueleto cada diez años). A algunos expertos en la
materia les gusta hablar de una suerte de Ying y Yang, dos fuerzas contrapuestas
que se debaten en el interior de nuestros huesos.
En un extremo del ring están los osteoclastos, células que como
microscópicas y voraces termitas erosionan el hueso desde su superficie,
dando lugar a la formación de pequeñas cavidades vacías.
En el otro extremo del cuadrilátero están los osteoblastos, las
células fabricantes de masa ósea, que corren detrás de
sus enemigos rellenando esas pequeñas cavidades que amenazan la integridad
de nuestros huesos.
Este ciclo permanente de formación y destrucción tiene a
lo largo de la vida tres etapas bien definidas escribió el doctor
Carlos Mautalén, jefe de la Sección Osteopatías Médicas
del Hospital de Clínicas, en su libro ¿Tiene usted osteoporosis?.
En la primera predomina la formación sobre la destrucción, y ello
ocurre desde el nacimiento hasta los 20 o 25 años. Durante esta fase,
los huesos en crecimiento aumentan de tamaño.
La segunda es la fase de equilibrio continúa. Durante
esta etapa el esqueleto ha llegado a su punto máximo de desarrollo y
en el adulto normal se mantiene la misma cantidad de tejido óseo. La
fase de disminución de tejido óseo, en la que predomina su destrucción,
comienza en la mujer poco antes de la menopausia (entre los 45 y los 55 años),
y un poco más tarde en los varones.
Es durante esta última etapa que gana preponderancia frente a las
anteriores a medida que la expectativa de vida crece que las personas
nos volvemos más propensas a la osteoporosis. El proceso de debilitamiento
de los huesos asociado a la edad es como un iceberg que desaparece más
rápido durante las últimas fases de su derretimiento compara
un informe de la IOF. Los huesos se vuelven más frágiles
cada vez más rápido a medida que pasan los años.
Pero la fragilidad de los huesos de la tercera edad tiene su origen en las primeras
etapas de la vida. Los científicos saben ahora que el plan maestro
del esqueleto se esconde en el código genético de cada persona,
que se transmite de generación en generación apunta el citado
informe. Aunque las anormalidades en la estructura o las variaciones en
el tamaño y la densidad probablemente tengan su origen en los genes,
éstas pueden ser modificadas por factores ambientales que actúan
durante la vida.
¿Cuáles son esos factores? En contra: el cigarrillo y el alcohol,
los desórdenes de la alimentación como la bulimia o la anorexia,
y para las mujeres, la menopausia. A favor: observar una dieta balanceada rica
en calcio y vitamina D, y realizar actividad física en forma regular,
principalmente.
Si bien actualmente la osteoporosis no tiene cura, las terapias disponibles
permiten detener la pérdida de masa ósea y de esa manera disminuir
el riesgo de sufrir fracturas. Básicamente, existen tres formas de tratamiento:
medicamentos que disminuyen la reabsorción del hueso, drogas que estimulan
la producción de masa ósea e intervenciones no farmacológicas
que reducen el riesgo de fracturas.
Los huesos
rotos de America latina
Pero
volvamos al aspecto epidemiológico de la cuestión. En comparación
con otras regiones del planeta, América latina será la que experimentará
el mayor incremento de fracturas osteoporóticas en los años venideros,
señaló la IOF en una declaración difundida a fines de mayo
último, al anunciar que el próximo Congreso Mundial de Osteoporosis
habrá de realizarse por primera vez en esta región, más
precisamente en Río de Janeiro, Brasil, en mayo de 2004.
Actualmente, la osteoporosis afecta a millones de personas en América
latina y debemos hacer algo para aliviar el sufrimiento causado por esta enfermedad,
señaló el doctor René Rizzoli, presidente del Comité
Científico del citado congreso. ¿Qué tan importante es
la incidencia de la enfermedad en la región? Veamos algunos (fragmentarios)
datos regionales difundidos recientemente por la IOF:
En México, durante 1998, de los 24,5 millones de personas que recibieron
un diagnóstico de osteoporosis u osteopenia (el paso previo a la osteoporosis),
tan sólo 150.000 recibieron tratamiento para su enfermedad; en otras
palabras, sólo uno de cada 16 pacientes recibe tratamiento.
En Brasil, sólo el 2 por ciento de los quince millones de personas que
requieren un tratamiento para la osteoporosis acceden a un cuidado médico
adecuado.
En 2030, en Venezuela, se producirán 67 fracturas de cadera diarias,
y uno de cada seis venezolanos morirá durante los primeros cuatro meses
posteriores a sufrir dicha fractura.
Ya en 2000, durante un encuentro de la IOF realizado en Madrid, el doctor Antonio
Rapado, representante de España ante esa organización, vaticinaba
que en las próximas décadas el problema de la osteoporosis
que actualmente atraviesan los países desarrollados será aún
mayor en América latina y en Asia. Buena parte de estas regiones
carece de una infraestructura sanitaria adecuada para hacer frente al oneroso
peso de la enfermedad.
¿Qué tan importante es éste? La osteoporosis les
cuesta a las naciones europeas más de 4,8 mil millones de euros por año
tan sólo en gastos hospitalarios. Estudios realizados en Suecia y en
Inglaterra han demostrado que el costo total del cuidado de una persona que
sufre una fractura de cadera es dos veces y medio más alto que el costo
hospitalario, señala un estudio de la IOF.
Y agrega: En los Estados Unidos, el tratamiento médico de las fracturas
osteoporóticas insume 17 mil millones de dólares anuales.
¿Podrán las naciones que se encuentran al sur de ese país
enfrentar ese gasto sideral? Quizás sea hora de empezar a diseñar
políticas de salud pública que permitan atajar esa bola de nieve
antes de que haga crujir nuestros huesos.
Probablemente, el próximo Congreso Mundial de Osteoporosis en Río
de Janeiro brinde el marco para que se geste un debate al respecto.
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