Sáb 14.06.2003
futuro

CARTOGRAFIA ESPACIAL: IMAGENES DEL PLANETA TIERRA

Quién te ha visto y quién te ve

“La Tierra es una mota solitaria en la gran negrura cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que haya alguien que vaya a venir y a salvarnos de nosotros mismos.”
Carl Sagan, Pálido punto azul.

Por Federico Kukso

En un primer momento, los marinos cartografiaban casi a ciegas las líneas costeras de los continentes y los geógrafos traducían luego tales descubrimientos en cartas y globos. Su trabajo era bastante importante porque, después de todo, tenían la ardua responsabilidad de determinar dónde uno estaba parado. Con el tiempo (y a partir de diversos avances tecnológicos), tales tareas cayeron en desuso y muchos cartógrafos pasaron a formar parte de la gran masa de desempleados. Las fotos de pequeñas partes de la Tierra tomadas primero con cámaras a bordo de globos y aviones, luego con cohetes, y finalmente con satélites en órbita cambiaron de una vez por todas la imagen que el ser humano tiene del mundo en el que habita. Como es de imaginar, tales fotografías también cambiaron la concepción de su lugar en el universo y su importancia (o insignificancia al fin) en la enormidad.
Hace unas semanas, sin mucho alboroto, una nueva imagen de la Tierra dio vuelta al mundo. Aunque esta vez no fue tomada ni desde la órbita del planeta ni desde la superficie de la Luna sino desde otro mundo: el mismísimo Marte. Y así fue: el 8 de mayo, a las 9.30, una cámara de la sonda Mars Global Surveyor de la NASA, en órbita alrededor del planeta rojo, tomó la primera fotografía de la Tierra (y de la Luna) desde otro planeta. Pero no es una foto cualquiera: a diferencia de otras imágenes de la Tierra tomadas anteriormente por sondas espaciales, en esta nueva se aprecian por primera vez nubes y casi todo el continente americano.
Es una postal enviada desde otro mundo. A 105 años de la publicación de la novela de H.G. Wells, La guerra de los mundos (sobre una invasión extraterrestre a la Tierra), la imagen muestra en verdad cómo los marcianos (de existir, claro) nos ven todos los días, a 139 millones de kilómetros de distancia.
Los científicos de la NASA aprovecharon la ocasión y también fotografiaron a Júpiter (junto a tres de sus satélites, Calisto, Ganímedes y Europa), gracias a la alineación de este planeta con la Tierra que los ubicó en el mismo campo de visión.

Una luz en la oscuridad
No es la primera vez que se obtienen fotografías de la Tierra desde lugares lejanos del espacio. Una de las más asombrosas la tomó la sonda Voyager 1 en febrero de 1991. A 5920 millones de kilómetros de distancia, enfocó sus cámaras hacia atrás y tomó 60 fotos. Todas muestran lo mismo: la Tierra como un pequeño punto azul, rodeada de oscuridad. En verdad, no es un gran retrato de la Tierra, pero vale la pena como testimonio de cuán solos estamos e insignificantes somos.

Con los pies sobre la tierra
Ahora bien, mucho antes de que se soñase siquiera con las Voyager, las Apolo, y otras naves que lograron fotografiar desde el espacio al planeta, la tarea de plasmar en papel cómo era el mundo correspondió a los cartógrafos. Uno de los más importantes del mundo antiguo fue el astrónomo y matemático griego Claudio Tolomeo (90-168 d.C.) al que no sólo se lo recuerda por su complejo y extraordinario sistema esférico cuyo centro ocupaba la Tierra, sino también por su obra Geographia en la que logró sintetizar los conocimientos de su época (básicamente de sabios como Anaximandro, Hecateo de Mileto, Eratóstenes y Marinus de Tiro) y así elaborar el primer atlas universal en el que representó el mundo conocido (Europa, norte de Africa y centro y sur de Asia) con meridianos y paralelos, proyecciones cónicas, coordenadas geográficas y ocho mil nombres de lugares con latitudes y longitudes. La obra fue un verdadero best seller: su importancia fue tal que sus mapas se utilizaron hasta el siglo XVI.
Desde la época de Tolomeo, la ciencia y el arte de hacer mapas sufrió varios vaivenes: de los mapamundis medievales que fundían simbolismo religioso y representación geográfica, pasando por las cartas náuticas (portulanos) indispensables para aquellos hombres que desde el Renacimiento se arriesgaron a surcar los mares, hasta la conformación de sociedades geográficas (fines del siglo XVIII) que se encargaron del trazado de los límites de imperios y naciones (por ejemplo, el mapa topográfico completo de Francia se publicó recién en 1793).

De adentro hacia afuera
Sin embargo, no fue hasta el siglo XX en que la mirada cartográfica del hombre sobre el mundo cambió drásticamente. Gracias a innovaciones técnicas tanto en la fotografía como en la aeronáutica, se pudo observar el planeta desde afuera. Fue un verdadero cambio de perspectiva que ya había sido anticipado en 1858 cuando el francés Nadar (seudónimo de Gaspar Félix Tournachon) realizó las primeras fotografías aéreas sobrevolando París con su globo aerostático “Le Géant”. Pero las fotografías tomadas desde los aires cobraron auge recién con la Primera Guerra Mundial. Aunque, naturalmente, nadie pensaba todavía en conseguir una fotografía de la Tierra desde el espacio.
Hasta la década del 50 cuando tanto la Unión Soviética como Estados Unidos, en plena Guerra Fría, iniciaron la carrera espacial. Y la buscada nueva imagen del mundo no tardó en llegar: el primer retrato de nuestro planeta desde el espacio fue transmitido por la nave Explorer VI de Estados Unidos el 7 de agosto de 1959.
Desde entonces, los satélites en órbita se desarrollaron tanto que hoy son capaces de fotografiar todo lo que ocurre sobre la Tierra con una precisión increíble. Como se sabe, los satélites en muchos casos han sido utilizados (y se siguen utilizando) para espionaje militar y económico. Pero también pueden tener una aplicación un poco más loable: elaborar, finalmente, un mapa del mundo lo más preciso posible. Tal es el objetivo del Proyecto GLOBE (The Global Land One km Base Elevation), un esfuerzo internacional en curso para cartografiar el mundo con resolución de 1 kilómetro.
Lo sorprendente de estas imágenes de la Tierra es que muestren tanto y tan poco. Ocurre que desde el espacio, y a simple vista, aunque se aprecian bosques, montañas y océanos, no se advierten ni máquinas ni edificios ni los imaginarios límites que separan a los países. Ni un solo ser humano, lo cual no deja de resultar interesante.

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