Sáb 05.07.2003
futuro

ASTRONOMIA

Nueva estrella en la vecindad

Por Mariano Ribas

Es una pequeña estrella, fría y rojiza. Una muy modesta versión del Sol. Y hasta hace muy poco, se las arregló muy bien para deambular anónimamente por la vecindad solar. Sin embargo, finalmente cayó en las redes de un grupo de astrónomos de la NASA (que, a decir verdad, la descubrieron casi por casualidad). Se llama, por así decirlo, “SO 025300.5+165258”, y se ha convertido en una de las sorpresas celestes más curiosas de los últimos tiempos, especialmente teniendo en cuenta su notable cercanía: si las primeras estimaciones son correctas, se trataría de una de las estrellas más próximas al Sol. El singular hallazgo ocurrió hace varios meses, pero fue anunciado recién ahora. Y según parece, no sería el último, porque los descubridores de la tímida criatura estelar no descartan la presencia de otras similares, aquí nomás... claro, en términos astronómicos.

Un hallazgo fortuito
Curiosamente, el descubrimiento de la nueva vecina del Sol ocurrió mientras Bonnard J. Teegarden y sus colegas del Goddard Space Flight Center (de la NASA) estaban examinando imágenes del cielo tomadas por el NEAT, un programa telescópico de búsqueda de asteroides peligrosos (aquellos con chances de impactar contra la Tierra). En realidad, la idea de Teegarden y los suyos era aprovechar las imágenes del NEAT para detectar “enanas blancas” cercanas, a partir de su rápido movimiento delator con respecto a las lejanas estrellas de fondo (las enanas blancas son objetos pequeños y ultradensos, restos de estrellas parecidas al Sol). Pero en septiembre de 2002, y en medio de esa búsqueda, se cruzaron con otra “cosa”, completamente inesperada, y en plena constelación de Aries. No era una enana blanca, sino una “enana roja” nunca antes detectada. Las enanas rojas son estrellas muy pequeñas y relativamente frías: 2500°C de temperatura superficial (en comparación, el Sol tiene 6000°C). “Fue una agradable sorpresa, porque, en realidad, no la estábamos buscando”, dice el astrónomo norteamericano.

La tercera más cercana
Y lo de “agradable” se debe, principalmente, a su notable cercanía: cuando se hicieron los cálculos trigonométricos –en base a distintas imágenes tomadas con meses de diferencia– se llegó a la conclusión, todavía un tanto cruda, de que la estrella está a 7,8 años luz del Sistema Solar. Son casi ocho millones de millones de kilómetros. Puede parecer mucho, pero es poco, poquísimo a escala interestelar. Si así fuera, “SO 025300...” se colocaría en un destacadísimo tercer lugar en el ranking de las estrellas más cercanas al Sol, sólo por detrás de estrellas “clásicas” como el sistema triple de Alfa del Centauro (la más próxima de todas, a 4,3 años luz) y la “Estrella de Barnard” (la segunda, a casi 6 años luz).
Pero además de estimar su distancia, los orgullosos descubridores de la pequeña “SO 025300...” le tomaron las “huellas digitales”: con la ayuda de un gran telescopio de 3,5 metros de diámetro, Teegarden y su equipo estudiaron su espectro luminoso. Y así elaboraron el perfil de la nueva vecina.

Identikit estelar
Al parecer, se trata de una enana roja de tipo espectral M6.5, lo que en buen criollo significa que es un objeto que roza peligrosamente el límite inferior de la categoría “estrella”: “SO 025300...” tiene un 7.5 por ciento de la masa solar, su diámetro es de sólo 200 mil kilómetros (un séptimo del de nuestra estrella), y su luminosidad es exigua: 300 mil veces menos brillante que el Sol. Claro, así se entiende cómo esta modestísima vecina ha pasado desapercibida durante tantísimo tiempo.
Además, hay un problemita: la estrella parece ser bastante más pálida de lo esperado (aun para las de su clase), al menos teniendo en cuenta la distancia que se le ha calculado inicialmente. Y eso puede significar dos cosas: o bien, por algún motivo desconocido, brilla menos que sus pares; o no está tan cerca como se cree. Pero esto último parece extremadamente improbable. De todos modos, y para estar bien seguros, todavía hay que hilar un poco más fino: ahora mismo, el Observatorio Naval de los Estados Unidos está realizando mediciones angulares de altísima calidad que, hacia fin de este año, permitirán conocer con toda precisión la distancia que nos separa de “SO 025300...”.
A la luz de este flamante caso, es muy razonable pensar que muchas otras estrellas cercanas, pálidas y diminutas, puedan estar esperando su turno para ser descubiertas, hacerse famosas y salir en los diarios. Como tantas otras veces, sólo es cuestión de seguir buscando.

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