SOMOS NUESTRO CEREBRO: TEATRO DE DIVULGACIóN CIENTIFíCA
› Por Leonardo Moledo
–Su hígado
ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá seguir viviendo.
¿Acepta?
–Acepto.
–Su corazón ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá
seguir viviendo. ¿Acepta?
–Acepto.
–Su cerebro ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá
seguir viviendo. ¿Acepta?
Susana: No.
Rosario: Ella no acepta porque ella sabe que ella es su cerebro.
¿Ella es su cerebro?
Y si ella es su cerebro, y su cerebro no funciona, ¿quién acepta
o no acepta un trasplante? ¿Ella? ¿Somos verdaderamente nuestro
cerebro? ¿Nuestro cerebro y nada más?
Somos nuestro cerebro (show científico).
Las primeras líneas
de Somos nuestro cerebro (Ensayo de divulgación científica) de
Pampín-Bléfari-Strejilevich, que se da en el Centro Cultural Rojas,
marcan ya el ritmo y la pregunta alrededor de la cual se estructura una obra
entera, tomando como eje el funcionamiento del cerebro, la neurociencia y, hasta
cierto punto, las ciencias cognitivas. Desbordante de neuronas, sinapsis, axones,
lóbulos, neurotransmisores, con inclinación hacia módulos
lingüísticos y la naturaleza química de las pasiones y los
sentimientos, con destacado interés por el cauto y paciente trabajo de
la evolución sobre la materia gris, oscilando sobre el pálido
juego del tiempo y la memoria, durante su transcurso, se tocan, una y otra vez,
problemas que ya no sólo están en la frontera de “lo humano
en tanto que tal” (suponiendo que exista tal cosa) sino que giran, inocentes,
en las fronteras mismas de lo que la ciencia ha podido averiguar. Y que constituyen
lo que para algunos (exageradamente) es la última y para otros (también
exageradamente) la única frontera de la aventura científica que
empezó hace dos mil quinientos años en Grecia, cuando Tales de
Mileto decidió dejar de lado las recetas prácticas y atreverse
a pensar. Con su cerebro, claro (aunque no lo sabía). ¿Tales de
Mileto era su cerebro?
La tradición occidental, casi por completo dualista, separa mente y sujeto;
Descartes definía la existencia de dos tipos de materia, la res extensa
y la res cogitans, “lo mental” cartesiano era de una naturaleza por
completo diferente al resto de las cosas de este mundo. ¿Y Descartes?
¿Era su cerebro?
El desarrollo vertiginoso de la neurociencia en las últimas décadas,
con el conjunto de aparatos que permiten espiar al cerebro mucho más
allá de lo que jamás se soñó, ponen en entredicho
esa arraigada convicción dualista. El “alma” occidental y cristiana
(que de alguna manera Descartes rescató en la res cogitans) empieza a
transformarse en conjuntos de neuronas; la existencia de un “plus”
–o por lo menos un plus no localizado– retrocede; es cada vez más
obvio que todo lo que somos (signifique lo que signifique esto) depende de manera
absoluta de esos pocos centímetros cúbicos que habitan el interior
del cráneo.
Pero si la pregunta ya es difícil, y la respuesta, naturalmente, más,
no es poca la audacia –la chispa, el genio– con que la actriz Susana
Pampín, Rosario Bléfari, música y actriz (recordada protagonista
de Silvia Prieto, de MartínRejtman) y el psiquiatra y neurocientífico
Sergio Strejilevich arman una obra teatral que fácilmente podría
asociarse más con un documental que con otras obras que giran alrededor
del tema científico (como podría ser Copenhague de Michael Frayn,
o mucho más atrás, Los físicos, de Friedrich Durrenmat).
Pero nada de eso: Somos nuestro cerebro destila teatro puro y del bueno, con
toques de absurdo y humor que hacen pensar en Ionesco (así como en la
línea local de Spregelburd en La Escala humana) y una saludable mezcla
de técnicas, que van desde el video, hasta la animación, y el
teatro on line: los actores usan sus propios nombres, un mozo irrumpe trayendo
pedidos y hace comentarios precisos sobre temas técnicos, Rosario y Susana
desvían la charla en medio de una neurona y discuten sobre una línea
de cosméticos. Llevadera, divertida, la obra fluye durante una hora y
cuarto en un ambiente underground y experimental que funciona como un elemento
escénico más. ¿Pampín-Bléfari son su(s) cerebro(s)?
¿Y Strejilevich? ¿Y el público? ¿Somos nuestro cerebro
es una obra cerebral? ¿Cerebroteatral? ¿Teatrocerebral? ¿Qué
tal?
No, porque de serlo no habría ciertas omisiones, ni Richard Dawkins ocuparía
un papel central hacia el final, como si la teoría del gen egoísta
fuera algo establecido fuera de toda duda, y no conjetural; o en la aplicación
de los cánones evolutivos se mencionaría a Stephen Jay Gould;
y en medio de un discurso en el que se duda, la aplicación del modelo
evolutivo standard merecería un par de minutos de examen. Pero no importa;
despreocupada, asumiendo errores y transformándolos en experiencia teatral,
la pieza del trío Pampín-Bléfari-Strejilevich tiene mucho
trabajo detrás, y como en el buen teatro, trabajo que no se nota.
Pero quizá lo más curioso es que, finalmente, Somos nuestro cerebro
no es “teatro sobre la ciencia”, o teatro montado con el pretexto
de un tema científico y su presumible atractivo. Somos nuestro cerebro
es ciencia, reflexión inteligente sobre la ciencia en esa frontera en
que la ciencia ¿descubre?, ¿parece descubrir?, ¿oculta?
algunos de los enigmas más profundos que nos acosan.
Somos nuestro cerebro. Ensayo de divulgación científica, en la sala Cancha del Centro Cultural Rojas, Av. Corrientes 2038. Jueves 18 y 25 de septiembre a las 21 y jueves 2, 9 y 16 de octubre a las 22. Entrada: $3.
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