Sáb 13.09.2003
futuro

SOMOS NUESTRO CEREBRO: TEATRO DE DIVULGACIóN CIENTIFíCA

Materia gris

› Por Leonardo Moledo

Por Leonardo Moledo

–Su hígado ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá seguir viviendo. ¿Acepta?
–Acepto.
–Su corazón ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá seguir viviendo. ¿Acepta?
–Acepto.
–Su cerebro ya no funciona. Si lo reemplazamos por otro, usted podrá seguir viviendo. ¿Acepta?
Susana: No.
Rosario: Ella no acepta porque ella sabe que ella es su cerebro.

¿Ella es su cerebro? Y si ella es su cerebro, y su cerebro no funciona, ¿quién acepta o no acepta un trasplante? ¿Ella? ¿Somos verdaderamente nuestro cerebro? ¿Nuestro cerebro y nada más?
Somos nuestro cerebro (show científico).

Las primeras líneas de Somos nuestro cerebro (Ensayo de divulgación científica) de Pampín-Bléfari-Strejilevich, que se da en el Centro Cultural Rojas, marcan ya el ritmo y la pregunta alrededor de la cual se estructura una obra entera, tomando como eje el funcionamiento del cerebro, la neurociencia y, hasta cierto punto, las ciencias cognitivas. Desbordante de neuronas, sinapsis, axones, lóbulos, neurotransmisores, con inclinación hacia módulos lingüísticos y la naturaleza química de las pasiones y los sentimientos, con destacado interés por el cauto y paciente trabajo de la evolución sobre la materia gris, oscilando sobre el pálido juego del tiempo y la memoria, durante su transcurso, se tocan, una y otra vez, problemas que ya no sólo están en la frontera de “lo humano en tanto que tal” (suponiendo que exista tal cosa) sino que giran, inocentes, en las fronteras mismas de lo que la ciencia ha podido averiguar. Y que constituyen lo que para algunos (exageradamente) es la última y para otros (también exageradamente) la única frontera de la aventura científica que empezó hace dos mil quinientos años en Grecia, cuando Tales de Mileto decidió dejar de lado las recetas prácticas y atreverse a pensar. Con su cerebro, claro (aunque no lo sabía). ¿Tales de Mileto era su cerebro?
La tradición occidental, casi por completo dualista, separa mente y sujeto; Descartes definía la existencia de dos tipos de materia, la res extensa y la res cogitans, “lo mental” cartesiano era de una naturaleza por completo diferente al resto de las cosas de este mundo. ¿Y Descartes? ¿Era su cerebro?
El desarrollo vertiginoso de la neurociencia en las últimas décadas, con el conjunto de aparatos que permiten espiar al cerebro mucho más allá de lo que jamás se soñó, ponen en entredicho esa arraigada convicción dualista. El “alma” occidental y cristiana (que de alguna manera Descartes rescató en la res cogitans) empieza a transformarse en conjuntos de neuronas; la existencia de un “plus” –o por lo menos un plus no localizado– retrocede; es cada vez más obvio que todo lo que somos (signifique lo que signifique esto) depende de manera absoluta de esos pocos centímetros cúbicos que habitan el interior del cráneo.
Pero si la pregunta ya es difícil, y la respuesta, naturalmente, más, no es poca la audacia –la chispa, el genio– con que la actriz Susana Pampín, Rosario Bléfari, música y actriz (recordada protagonista de Silvia Prieto, de MartínRejtman) y el psiquiatra y neurocientífico Sergio Strejilevich arman una obra teatral que fácilmente podría asociarse más con un documental que con otras obras que giran alrededor del tema científico (como podría ser Copenhague de Michael Frayn, o mucho más atrás, Los físicos, de Friedrich Durrenmat). Pero nada de eso: Somos nuestro cerebro destila teatro puro y del bueno, con toques de absurdo y humor que hacen pensar en Ionesco (así como en la línea local de Spregelburd en La Escala humana) y una saludable mezcla de técnicas, que van desde el video, hasta la animación, y el teatro on line: los actores usan sus propios nombres, un mozo irrumpe trayendo pedidos y hace comentarios precisos sobre temas técnicos, Rosario y Susana desvían la charla en medio de una neurona y discuten sobre una línea de cosméticos. Llevadera, divertida, la obra fluye durante una hora y cuarto en un ambiente underground y experimental que funciona como un elemento escénico más. ¿Pampín-Bléfari son su(s) cerebro(s)? ¿Y Strejilevich? ¿Y el público? ¿Somos nuestro cerebro es una obra cerebral? ¿Cerebroteatral? ¿Teatrocerebral? ¿Qué tal?
No, porque de serlo no habría ciertas omisiones, ni Richard Dawkins ocuparía un papel central hacia el final, como si la teoría del gen egoísta fuera algo establecido fuera de toda duda, y no conjetural; o en la aplicación de los cánones evolutivos se mencionaría a Stephen Jay Gould; y en medio de un discurso en el que se duda, la aplicación del modelo evolutivo standard merecería un par de minutos de examen. Pero no importa; despreocupada, asumiendo errores y transformándolos en experiencia teatral, la pieza del trío Pampín-Bléfari-Strejilevich tiene mucho trabajo detrás, y como en el buen teatro, trabajo que no se nota.
Pero quizá lo más curioso es que, finalmente, Somos nuestro cerebro no es “teatro sobre la ciencia”, o teatro montado con el pretexto de un tema científico y su presumible atractivo. Somos nuestro cerebro es ciencia, reflexión inteligente sobre la ciencia en esa frontera en que la ciencia ¿descubre?, ¿parece descubrir?, ¿oculta? algunos de los enigmas más profundos que nos acosan.

Somos nuestro cerebro. Ensayo de divulgación científica, en la sala Cancha del Centro Cultural Rojas, Av. Corrientes 2038. Jueves 18 y 25 de septiembre a las 21 y jueves 2, 9 y 16 de octubre a las 22. Entrada: $3.

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