El fenómeno de las fábricas recuperadas, que signó a la Argentina de los cacerolazos y la debacle general, especie de apocalipsis local del cual nadie hasta ahora se ha repuesto del todo, será, tarde o temprano e inevitablemente, objeto del estudio de las ciencias sociales. Fenómeno nuevo y disruptivo, extraño, a-lógico (en el sentido que rompe con la lógica del capitalismo y las rígidas estructuras y avatares que se suceden desde Adam Smith) y curiosamente vivo en un panorama, donde cacerolazos y asambleas se extinguieron, será, quizás el aporte argentino a la construcción de una nueva forma de vivir la producción, la lucha y, seguramente, la ciencia social.

FAbricas recuperadas,
ParmEnides y VerOn
Asimilable a las utopías del socialismo del siglo XIX, las fábricas y empresas recuperadas redefinen un estilo de funcionamiento y de sociedad civil, una manera de ser, una relación no alienada con la mercancía.
¿Pero qué tipo de ciencia, qué clase de mirada será capaz de dar cuenta de ese fenómeno, que así como rompe con la lógica social, rompe también con la teoría? Es el punto en que Esteban Magnani, colaborador de este suplemento, adopta una postura radical en El cambio silencioso. Empresas y fábricas recuperadas por los trabajadores en la Argentina, su libro sobre fábricas recuperadas, el primero y excelente que se publica sobre el tema. En lugar de aplicar el andamiaje teórico a una situación presuntamente objetiva, Magnani deja que las ciencias sociales hablen y se construyan, literalmente, por boca de los actores. Lo cual permite, de paso, que adquieran voz aquellos que tienen más vivencias concretas que posibilidades de transmitirlas al conjunto de la sociedad. La ciencia, en este caso, es la vivencia considerada como elemento de análisis, es a la vez la acción y el relato de la acción e incide sobre la acción misma, como metodología teórica y epistemología del hecho social. Que señala la necesidad de “construir el acontecimiento”, como diría Eliseo Verón, para que este discurso tenga entidad social y empiece a disputar su lugar contra otros.
Es una decisión estratégica y explícita, metodológica y epistemológica; empaparse de las miradas particulares sobre el hecho social en estudio, para luego descargar el andamiaje teórico, que ya ha sido modificado por la acción concreta. El cambio silencioso es un libro que late con la intensidad propia de las epopeyas ignoradas, y cuyo futuro, de gloria o de oscuridad aún no se vislumbra.

Las ciencias y las luchas
No es casual que el libro se haya construido después de un documental sobre el tema, en el que Magnani trabajó junto a la renombrada periodista e investigadora canadiense Naomi Klein (que prologa el libro), autora de No Logo, un trabajo que describe en detalle cómo el capitalismo más moderno combina mecanismos publicitarios de bombardeo constante con los más arcaicos métodos de explotación.
Es en esa línea que este periodista e investigador, egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, toma el ejemplo de muchos otros periodistas que se involucran con el objeto de su libro (como Cristian Alarcón o Hernán López Echagüe) y construye un discurso específico sobre este poderoso fenómeno, presentando una serie de recorridos que describen y explican la potencia de las empresas recuperadas, sus debilidades e, incluso, sus contradicciones. Al autor no le hace falta callar las voces de los verdaderos protagonistas para que la suya se destaque, sino que les deja el micrófono abierto para que hablen en largas entrevistas de las que los lectores podrán, seguramente, sacar sus propias y nuevas conclusiones. La “ciencia social”, no académica (aunque imprescindible para la academia, desde ya), fluye con agilidad e intención, con el placer de la lucha. No se puede sino celebrar gozosamente la publicación de este libro, donde se aboga porque aquello que es, sea también socialmente.