CICLO DE CAFé CIENTíFICO, VERSIóN 2004
El café de la victoria (científica)
› Por Leonardo Moledo
Cuando en 1683 los turcos se retiraron levantando el sitio de Viena -aceptó Solimán el Magnífico su derrota– dejaron equipaje y provisiones, entre las que se contaban numerosas bolsas de café, que sirvieron para que funcionara “La botella Azul”, el primer café vienés, que inauguraría una moda en Europa y produjo delicias como la Cantata del Café de Johann Sebastian Bach. Lo demás es historia conocida: el café como lugar de reunión, el cafetín como inspiración del tango y discutible universidad del barrio; el café como refugio de la bohemia, y ahora, al compás del nuevo milenio, el producto más sofisticado, si se quiere, de la planta que mantiene despierta a media humanidad y provoca acidez al resto: el café científico.
En el año 2001, cuando se produjo la debacle argentina, el fenómeno de las fábricas y empresas recuperadas –obreros y empleados que ponían a funcionar aquello que sus dueños abandonaron– se constituyó en una solución original y novedosa (de la que da cuenta magníficamente Esteban Magnani en su libro El cambio silencioso), de las cuales Zanon, Brukman o el Hotel Bauen son verdaderos ejemplos.
Ahora, en el año 2004 el producto más sofisticado del café (el café científico) y el producto más nuevo de la sociedad argentina tratando de recuperarse (la empresa recuperada Bauen, que justamente en alemán significa construir) se unen para dar continuidad al ciclo de charlas gratuitas (“Cafés Científicos”) que desde el año 2001 organiza el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, con una respuesta masiva, y que el martes próximo a las 18.30 volverá al ruedo en las instalaciones del Hotel Bauen (Avda. Callao 360).
Como siempre, el café científico es el lugar en el que la ciencia discurre; en donde ninguna pregunta es impertinente y el contacto cara a cara con el científico argentino de turno se estrecha, entablando un diálogo ameno y cordial como uno puede tener con el vecino o con el compañero de trabajo.
Aunque la incitativa del Planetario Galileo Galilei fue independiente, se realizan cafés científicos en otras ciudades del mundo: en Lyon, en Londres, en Oxford (Coffee Republic, Blackwells Main Bookshop, Broad Street, Oxford),
Lyon, Brest, Caen, Montpellier, Nantes, París, Montreal (Canadá), Kobenhaven (Dinamarca), Rabat (Marruecos), Ginebra (Suiza) y muchas más; la página de Internet donde figura la lista completa está en www.cafescientifique.org. No parece haber café científico en Addis Abeba, Etiopía, la patria del café, ni en Colombia, ni en Brasil. Participar, así, en un café científico, no es solamente sumirse en la conversación, escuchar la ciencia contada (la ciencia es ciencia solamente cuando se cuenta, cuando se comunica, no cuando queda olvidada en los laboratorios), no es solamente engancharse en la tradición que comenzó con “La botella azul”, o con el movimiento de empresas recuperadas, sino también participar de una extensa red que reúne a muchas ciudades del mundo, donde la gente quiere conocer lo que los científicos conocen, y que los científicos conozcan las ideas y las dudas de quienes no son especialistas en tal o cual tema.
Los temas del cuarto
ciclo de Café Científicos son:
16 de marzo: ¿Y si no estamos solos? Vida extraterrestre.
20 de abril: Temblores. ¿Puede haber terremotos en Buenos Aires?
18 de mayo: Cometas. Apariciones y curiosidades de las “estrellas con cabellera”.
15 de junio: Cero absoluto: cuando nada se mueve. Superconductividad y bajas temperaturas.
20 de julio: ¿Se puede confiar en los pronósticos? Los caprichos del tiempo.
24 de agosto: Psiquiatría versus psicología. Medicación o terapia.
21 de septiembre: Sociobiología: homicidio. ¿Por qué la gente mata?
19 de octubre: Música y ciencia: estridencias. ¿Por qué los instrumentos suenan como suenan?
16 de noviembre: Veo multitudes. Superpoblación, crecimiento humano y extinciones.