ASTRONOMIA
› Por Mariano Ribas
Muy a su modo, los asteroides también envejecen. Y lo hacen de una manera muy particular: con el correr de los millones de años, van cambiando de color. Ese es el precio que tienen que pagar por estar crudamente expuestos al hostil medio interplanetario, cargado de radiaciones y bombardeos de minimeteoritos. La idea de esta suerte de “erosión espacial” no es nada nueva. Pero ahora, una flamante investigación parece confirmar sus coloridos efectos sobre esas enormes rocas que deambulan, medianamente ordenadas, por nuestro Sistema Solar.
ESCORIA INTERPLANETARIA
Al lado de los planetas, los asteroides son objetos de segunda: más chicos,
deformes, fríos, oscuros y bastante desordenados. En cierto modo, son
la escoria del Sistema Solar. Pero, al mismo tiempo, su extravagancia y su misterio
les dan un no sé qué verdaderamente fascinante. Son objetos de
roca y metal (aunque hilando más fino, se puede decir que hay más
de diez clases conocidas, según su composición), y sus superficies
están cubiertas de cráteres y cicatrices que delatan un pasado
(y presente) sumamente violentos. Más allá de su extravagancia,
casi todos los asteroides tienen un lugar asignado dentro del Sistema Solar:
giran alrededor del Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter,
formando un enorme anillo conocido como el “Cinturón de asteroides”
(al parecer, se trataría de un descomunal desparramo de materia que nunca
llegó a formar un planeta, principalmente por culpa de los continuos
tirones gravitacionales ejercidos por Júpiter). Allí hay toda
clase de especímenes, desde míseros cascotes del tamaño
de un puño, hasta otros grandes como edificios, montañas, e incluso,
verdaderos monstruos de piedra, como Ceres (el mayor de todos), que mide casi
mil kilómetros de diámetro; o Vesta (el más brillante),
de más de quinientos kilómetros.
EROSION COSMICA
Desde hace décadas, los astrónomos y geólogos planetarios
sospechan que, más allá de los ocasionales impactos entre ellos,
los asteroides sufren lentas transformaciones superficiales, a lo largo de los
millones de años. Y la razón es sencilla: al carecer de atmósfera,
no están protegidos contra el medio ambiente espacial. Constantemente,
los asteroides padecen estoicamente los embates de la intensa radiación
solar, la radiación cósmica (partículas de alta energía
que provienen de todas direcciones del espacio), y de incontables impactos de
micrometeoritos. Y en principio, los efectos acumulativos de esa erosión
espacial deberían ser fácilmente observables. Exactamente aquí
es donde aparece en escena un equipo de pacientes astrónomos encabezado
por Robert Jedicke, de la Universidad de Hawai, Estados Unidos. Y según
ellos, el síntoma más claro del deterioro y envejecimiento de
los asteroides es, lisa y llanamente, su color.
COLORES DELATORES
Para comenzar su pesquisa, Jedicke y los suyos identificaron “familias”
de asteroides dentro del famoso cinturón. Básicamente, se trata
de objetos que comparten órbitas prácticamente idénticas
y que, al parecer, son los restos de antiguos cuerpos más grandes. Luego,
con la ayuda de computadoras, recrearon hacia atrás en el tiempo todas
las órbitas de losintegrantes de cada familia, para ubicar, en cada caso,
el momento de ruptura del objeto “padre”. Así, los científicos
fueron obteniendo distintas “edades” para cada uno de los asteroides
actuales.
El paso siguiente fue revisar las mediciones de color para cada uno de los 8416
asteroides estudiados (obtenidas por el programa Sloan Digital Sky Survey Moving
Object), y vincularlas con su edad estimada. El resultado: en general, cuanto
más joven es un asteroide, más azulado es su aspecto. Y cuando
más viejo, más rojo (de todos modos, vale la pena aclarar que
éstos son matices muy sutiles).
MISTERIOS RESUELTOS Y PENDIENTES
Jedicke y sus colegas dicen que esas variaciones de color también ocurrirían
en las pequeñas lunas de Júpiter y Saturno (que, en definitiva,
no son otra cosa que asteroides capturados gravitatoriamente). Por otra parte,
estos recientes hallazgos resolverían un misterio de larga data: los
meteoritos más comunes que caen sobre la Tierra (llamados “condritas
ordinarias”) no son tan rojos como los asteroides de los cuales provendrían
(los de “tipo S”, situados en la parte más interior del cinturón).
Y eso se explicaría simplemente porque son guijarros que se desprendieron
de aquellos asteroides y, por lo tanto, son más jóvenes, y sus
superficies han estado menos tiempo expuestas a la erosión espacial.
“El enrojecimiento de los asteroides con los millones de años explica
las diferencias de color observadas entre ellos y las condritas ordinarias”,
cuenta Jedicke. Sin embargo, el astrónomo también reconoce que
no está del todo claro por qué los asteroides se ponen colorados
con la edad: ese misterio, pétreo y rojizo, todavía está
pendiente.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux