Sáb 25.09.2004
futuro

No matarás

Café científico: el homicidio bajo la lupa de la biología y la antropología forense

Por Pablo Wainschenker

Desde los pequeños arrebatos individuales a las grandes violencias institucionales, la agresividad se despliega en múltiples dimensiones y formas que aparentemente carecen de una explicación lógica. Para los más pesimistas, los crímenes actuales son incomparables con respecto a lo que vivieron nuestros ancestros. Los optimistas, en cambio, sostienen que las brutalidades de la antigüedad han quedado atrás.
¿Cómo y por qué el ser humano descarga su ira contra su semejante? ¿Existe una predisposición innata hacia la agresión? “Homicidio: ¿por qué la gente mata?”, fue el título del séptimo café científico del año, organizado por el Planetario Galileo Galilei en el Hotel Bauen (Callao 360) y que contó con la presencia de los expositores Enrique Segura (doctor en medicina, profesor consulto en Psicología de la Universidad de Buenos Aires y director del Laboratorio de Biología del Comportamiento del Instituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet) y Daniel Bustamante, investigador y miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense. El próximo encuentro, con entrada libre y gratuita, será el martes 19 de octubre y el tema será “Música y Ciencia: ¿por qué los instrumentos suenan como suenan?”

LA SAL DE LA VIDA
Enrique Segura: En el Laboratorio de Biología del Comportamiento que dirijo, hemos trabajado en los últimos 15 años en un tema muy atrapante: el estrés. La idea es que no existen baches en la secuencia de la violencia, sino que se comienza por vivir una existencia violenta desde el nacimiento y esa existencia violenta está signada por todas las influencias circunstanciales y permanentes a que nos somete, fundamentalmente, la evolución cultural. Es necesario estudiar el estrés en la naturaleza y la naturaleza del estrés, pero también es inevitable plantearse el estrés en la cultura y la cultura del estrés. Quien generó el movimiento científico relacionado con el estrés fue Hans Selye (1907-1982), un médico, investigador y endocrinólogo austríaco que consideraba que el estrés es un componente fundamental de la existencia y su más breve definición del estrés decía que era “la sal de la vida”. Esto quiere decir que el estrés no es una patología que pueda ser exhibida como un cuadro médico. Selye hizo una distinción de tres aspectos del estrés: uno es el fisiológico, por medio del cual se generan las condiciones de supervivencia frente a las perturbaciones del ambiente. Cuando las condiciones fisiológicas se alteran puede haber dos situaciones polares: una es la que llamaremos “distrés”, que es el componente negativo que nos afecta cotidianamente y genera todas las alteraciones que ustedes asumen como relacionadas con el estrés. Por otra parte, está el “eutrés”, que es una figura positiva a través de la cual los seres humanos utilizamos las bases del estrés fisiológico para contrarrestar los efectos perturbadores del ambiente y de las relaciones interpersonales que nos afectan particularmente en esta época. Parafraseando a José Ortega y Gasset, que decía “yo soy yo y mis circunstancias”, podríamos decir “yo soy yo y mi estrés”. ¿Por qué tiene esto que ver con el homicidio? El distrés es un caldo de cultivo para cualquier alteración global del comportamiento, particularmente las relaciones agresivas.

VIOLENCIAS RITUALES Y DE LAS OTRAS
Enrique Segura (continúa): Más allá del terrorismo como actividad política, en el fondo la sociedad se ha vuelto totalmente agresiva ynosotros sabemos que, aunque tengamos una sociedad de relaciones correctas desde el punto de vista institucional y social, las relaciones interpersonales en la sociedad humana están signadas por un destino de violencia y de crueldad.
Pensemos qué ocurre en la naturaleza, donde el estrés también está signando las relaciones interespecíficas (entre especies) e intraespecíficas (dentro de las especies). Las relaciones de violencia en las especies no humanas son totalmente diferentes de las que signan las relaciones humanas, porque los animales rara vez llegan a apropiarse de la vida de un integrante de su misma especie ya que la evolución ha seleccionado formas de acción que permiten un perfeccionamiento progresivo de las relaciones entre individuos para asegurar la permanencia de los grupos y de los individuos. Por esa razón, la mayor parte de las confrontaciones por la explotación de recursos (fundamentalmente comida) y por la reproducción, son rituales. Un animal cualquiera está programado para defender aquello que es suyo y rechazar a quien trata de apropiarse de sus bienes (por ejemplo, el territorio y las parejas). Los animales están instrumentados para entender y negociar sin llegar a extremos de violencia, mientras que los humanos no lo estamos y es por eso que tenemos que hablar hoy del homicidio. Por un lado está la agresión como producto de un estrés creciente originado en la falta de alimento y de recursos materiales para la construcción de los nidos, la falta de territorio, el hacinamiento y otros factores. Se genera una violencia que se traduce en confrontaciones entre individuos o grupos y es por esa razón que los animales tienen un estado permanente de agresión que está sostenido por mecanismos biológicos, ecológicos y otros. El hombre, en cambio, mantiene un estado agresivo que es propio de la cultura y no está necesariamente asociado a mecanismos biológicos. En los animales se pueden describir situaciones en las que la explicación de una situación agresiva tenga una raíz biológica, pero en los seres humanos (a pesar de que ha habido algunos estudios al respecto) es muy difícil llegar a esa misma conclusión.
En el curso de la evolución se han ido generando formas de operar que se han mantenido en forma estable y se las llama “estrategias evolutivamente estables”. En cada especie hay una serie de conductas que son estrategias evolutivamente estables y que no pueden ser superadas por ninguna forma de mutación. Por esa razón, en la especie humana hay una serie de estrategias que no se diferencian drásticamente de las estrategias de los animales. En el caso de la agresión, los animales hacen sobre todo confrontaciones rituales y tienen un circuito de la agresión que es el producto del desarrollo de la vida individual y colectiva. La agresión humana, en cambio, se hace sobre bases materiales y superando toda expectativa cognitiva: se mata por placer y, muchas veces, por azar. En la naturaleza las especies actúan en forma muy diferente a los humanos y existen códigos ocultos. En ese sentido, parecería que la racionalidad de los animales es mayor de la que se supone.

HISTORIA DEL CRIMEN
Daniel Bustamante: A mí me toca hacer una presentación de la institución a la que pertenezco y qué relación tiene con la muerte. El Equipo Argentino de Antropología Forense trabaja desde 1984 y es una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro, que aplica la antropología y la arqueología a las investigaciones de violaciones de los derechos humanos tanto dentro como fuera de la Argentina. Si bien la antropología forense tiene otros antecedentes, la disciplina tomó impulso en 1939 y 1972, cuando después de la Segunda Guerra Mundial y los conflictos de Corea y Vietnam, había miles de personas cuyos restos eran esqueletos y se buscaba una forma fehaciente de identificación para quelos familiares de esos soldados muertos pudieran darles sepultura. En Argentina, Bolivia, Brasil y Chile hubo, durante los años 70, períodos de violencia intensa y se produjeron extensas violaciones a los derechos humanos, principalmente por parte del Estado. A principios de los ‘80 estos países retornaron a la democracia y se hizo evidente la necesidad de investigar las violaciones a los derechos humanos del pasado. Mientras que en algunos países estas investigaciones terminaron en la condena de los culpables, en otros hubo decretos de amnistía que permitieron a los responsables eludir sus condenas. De todas maneras, las investigaciones continúan en la mayoría de los países del Cono Sur. En el caso argentino, a principios de 1984 se formó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que reunió aproximadamente 10.000 denuncias sobre desaparición de personas a manos de las fuerzas armadas o de seguridad. Las organizaciones argentinas de derechos humanos, sin embargo, consideran que el número de desapariciones es mucho más alto. La metodología de desaparición forzada consistía en que una persona era secuestrada y llevada a un centro clandestino de detención donde era interrogada bajo tortura durante varias semanas o meses. Algunos tenían la “suerte” de pasar a estar detenidos legalmente a disposición del Poder Ejecutivo Nacional sin causa ni proceso, y otros tenían otro destino, que era la muerte.

ORGANIZACION DEL TERROR
Bustamante (continúa): El aparato represivo constaba de tres áreas: una que secuestraba a la gente, otra que hacía los interrogatorios y un tercer grupo que llevaba la tarea más burocrática de registrar los cuerpos que iban siendo dejados en la vía pública. Si uno toma en cuenta la cantidad de personas asesinadas durante la dictadura, aparece la pregunta de cómo puede una persona matar a tanta gente sin que en ningún momento haya un impedimento moral que llegue a cuestionar la violencia que se ejerce sobre otro ser humano. Hay algunas explicaciones que pueden ser viables: si existe una autorización, el que ejerce el trabajo de masacrador tiene un justificativo que lo exime de responsabilidades porque él está cumpliendo una orden. Pero como las trabas morales que normalmente tiene cualquier ser humano son mucho más fuertes, para que el objetivo de matar en masa pueda llevarse adelante, lo que normalmente se hace en estas políticas de masacre es deshumanizar al individuo que se va a eliminar. Se lo empieza a etiquetar y caracterizar de alguna forma que queda excluido de la sociedad. En la década del ‘70 los diarios no publicaban los nombres de las agrupaciones políticas a las que pertenecían los muertos, sino que se decía que pertenecían a “organizaciones declaradas ilegales”. Por lo tanto, al no ser identificado como perteneciente a un grupo social, la muerte de esa persona no debería generar las actitudes solidarias que normalmente tenemos con los integrantes de nuestra sociedad. Este tipo de mecanismo también ayuda a que las personas encargadas de los asesinatos no se sientan culpables, porque la persona es reducida a un nivel infrahumano de modo que prácticamente no sea una persona. Es tan así que en los centros clandestinos de detención, las personas ya no tenían ni nombre ni apellido sino que a los detenidos se les asignaban un número y una letra. Esa misma metodología se usaba ante la aparición de un cuerpo. El cuerpo que aparece en la vía pública es rotulado como NN, no tiene nombre. Un nombre remite a un padre, a una madre, a una historia. Una persona sin nombre es una persona sin historia, una cosa que no existe. A la parte burocrática que registra las apariciones de esos cuerpos, la existencia de un cadáver sin nombre la favorece, ya que la falta de un nombre permite hacer las cosas de manera mecánica sin pararse a pensar en lo se está haciendo.

DERECHOS IMPRESCRIPTIBLES
Bustamante (continúa): Uno puede preguntarse por qué, a 28 años de sucedidos los hechos, se intenta recuperar e identificar esos cuerpos. Cada NN es una persona, alguien que tuvo una historia y que formó parte de una sociedad. El trabajo del equipo al que pertenezco se plantea la importancia de conservar la dignidad humana, el respeto a la persona y a la identidad que tenía. Negarle la identificación a un muerto sería negar su historia, mientras que identificarlo permite restituir a los familiares el derecho a realizar los rituales funerarios. La identificación es un hecho reparador porque toda vida tiene un principio y un fin, mientras que una persona que nace y no muere se convierte en un mito y solamente los mitos no mueren.
Muchas veces el hecho de poder identificar a una persona no está atado a la posibilidad de devolver los restos, sino que se puede encontrar a una persona en los papeles ya que cuando aparecía un cuerpo en la vía pública se tomaban huellas dactilares, se formaba un expediente y se daba intervención a la justicia penal ordinaria. De esa documentación quedaron microfilms y algunas fotografías, así que cuando uno hace una investigación histórica, se entrecruzan esos registros con los datos de los desaparecidos y en la mayoría de los casos se logra identificarlos. Hay otro paso que es tratar de averiguar si los restos están donde fueron sepultados. Normalmente hay órdenes de no innovar en los cementerios para que los restos no sean exhumados y llevados a un osario común, pero no fue respetado por muchos municipios. La consecuencia es que hay una identificación en los papeles, pero no existe la posibilidad de entregar los cuerpos; tenemos un nombre sin cuerpo, como así también hay cuerpos sin nombre que son los NN aún sin identificar. También hay que decir que muchos documentos (como los expedientes de causas penales) fueron quemados o vendidos como papel viejo. En este momento se está realizando la identificación por medio de ADN; estamos haciendo un banco donde los familiares pueden dejar muestras de sangre para después cotejarlas con el ADN de los restos óseos, que es con lo que trabaja la antropología forense.
El ser humano es víctima de las pasiones y los asesinatos más comunes son movidos por cuestiones tales como el odio, la venganza, la codicia y el ansia de poder. Según como nosotros lo vemos, la muerte responde a otros parámetros que son más severos que el asesinato como crimen social común que uno ve todos los días. Nos dedicamos a asesinatos en masa mucho más complicados y tratar de explicar qué mueve al ser humano a masacrar grandes cantidades de personas es bastante más complejo; tal vez habría que preguntárselo a un psicólogo.
Hoy por hoy estamos recuperando restos de una fosa común en Córdoba y estamos trabajando en otros cementerios de la zona sur del Gran Buenos Aires. Todavía nos queda mucho trabajo por delante.

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