El shock tecnológico propiciado por el surgimiento, implosión y naturalización de Internet como metamedio (o sea, aquel nuevo continente en el que confluyen y discurren audio, imagen y texto) acrecentó aún más la división tan propia de un mundo post-televisivo: por un lado se acomodaron los tecnófilos o tecnofetichistas (que aplauden ciegamente cualquier nuevo chiche que debuta en el mercado) y por el otro, un coro de tecnófobos que, calzándose el traje del profeta, presagian el colapso total de la cultura (y en ella, los valores y vías de conocimiento), consecuencia del advenimiento de la civilización de la pantalla que desembarca diariamente con la misma fuerza que un tsunami.

Ciegos o equivocados, lo cierto es que el panorama abre un nuevo horizonte de discusión epistemológica con problemas y situaciones nuevas que moldean día a día la relación del ser humano con el saber, su acceso y modo de procesamiento. Como bien entrevé Alejandro Piscitelli (profesor titular del Taller de Procesamiento de Datos, Telemática e Informática, Cs. de la Comunicación, UBA) en su último libro, Internet, la imprenta del siglo XXI, toda nueva tecnología resuelve problemas y al mismo tiempo crea otros. Uno de los más visibles tal vez sea el del (supuesto) colapso de la lectoescritura desencadenado por la era electrónica, en una época dominada por la fugacidad del hipertexto y la velocidad del click.

Sin embargo, ésa es sólo una cara del asunto. En vez de clausurar, la red permite nuevas formas expresivas. Esquivando el tentador lugar común del reduccionismo y del determinismo tecnológico, Piscitelli analiza sutilmente las transformaciones de peso desencadenadas en la “civilización de la pantalla” que no decretan tanto la muerte del libro sino su “mediamorfosis” en algo nuevo y todavía completamente desconocido.

Sin ocultar su fervor por lo digital y sus discontinuidades, Piscitelli –autor de Metacultura: el eclipse de los medios masivos en la era de internet (2002) y Ciberculturas 2.0: en la era de las máquinas inteligentes (2002)– propone un recorrido por las áreas más calientes de la red y sus orillas: desde su inquietante y rizomática topología actual (su arquitectura espacial caótica); su deriva como ecosistema informacional que evoluciona a partir de leyes naturales tan propias de los sistemas complejos en constante autorganización; los weblogs y su fuerza subjetiva; el fenómeno de escritura colaborativa (como Wikipedia, por ejemplo); el e-learning; hasta la invisibilidad de las artilugios actuales, en fin, múltiples facetas de un fenómeno que ratifica que la tecnología no consiste únicamente en máquinas y artefactos.