Ciencia para Nicolas
Carlos Chordá
Ed. Océano, 203 págs.

Ciencia para Nicolás, del español Carlos Chordá, es un libro raro desde el vamos: sin confundir “raro” con malo, es cierto que un libro dedicado (o dirigido) a alguien suena extraño, como si hubiera algo que salió mal. Pero no: no se trata ni de un error editorial ni de una jugarreta simpática de su autor (biólogo y profesor de secundaria en Tafalla, Navarra). Se trata más bien, como se aprecia a lo largo de todo el libro, de una estrategia retórica, una forma distinta de presentar la ciencia al lector. Simulando un diálogo tácito, Chordá invita e introduce a uno de sus alumnos, el Nicolás del título, en una terra incognita: la ciencia.

Como si Nicolás fuera Dante en La divina comedia, Chordá oficia de Virgilio no para internarse juntos en el infierno sino para repasar las bases de la actividad científica moderna: sus fundamentos, su método, la medición (y algunas medidas) y el infinito, entre otros temas.

Chordá guía, aconseja, previene, anima. En todo momento tiene en mente a Nicolás (nombre genérico de su estudiantado), intentando despertar su curiosidad con ejemplos de la vida cotidiana, más que volcar conocimientos.

Especie de manual, especie de tratado aclaratorio sobre qué es científico y qué no lo es, Ciencia para Nicolás termina siendo un libro no sólo para alumnos sino también un libro para profesores, pues ante todo resalta como propuesta pedagógica para enseñar “esa herramienta muy poderosa –explica Chordá–, necesaria para descifrar el funcionamiento del mundo”.

F. K.