Sáb 30.12.2006
futuro

LIBROS Y PUBLICACIONES

El fin del hombre

Consecuencias de la revolución biotecnológica
Francis Fukuyama
Ediciones B, 416 págs.

› Por Federico Kukso

El politólogo Francis Fukuyama es un de esos autores que molestan: diga lo que diga, sus afirmaciones y sus enunciados siempre disruptores vuelan como dardos envenenados, inquietando a los adoradores de lo políticamente correcto y de las escenas intelectuales tranquilas. El norteamericano ya hizo estragos en el verano de 1989 con su anuncio, algo desmedido, del fin de la historia promulgado a su entender por el avance triunfal y definitivo del liberalismo económico y político sobre los totalitarismos fascistas y comunistas o, lo que es lo mismo, la muerte de un mundo bipolar. Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 no hicieron más que poner en jaque esta tesis tremendista y llevaron al mismísimo Fukuyama a salir a defenderse admitiendo a regañadientes su mal uso de la frase alguna vez acuñada por Hegel.

La cuestión es que desde entonces el autor de origen japonés busca redimirse; como sea. Y encontró en la crítica feroz de la biotecnología la salida. En El fin del hombre (o Posthuman society, según su nombre original en inglés), vuelve al ruedo al poner la lupa sobre la manipulación biológica, el control del genoma, los fármacos psicotrópicos, la neurociencia cognitiva o los múltiples intentos por alargar la vida, que tendrán como consecuencia la inevitable alteración de la naturaleza humana. Con un tono apocalíptico como hilo conductor de sus argumentos algo endebles, Fukuyama no se cansa de advertir las amenazas que provocan la ciencia y sus avances –a su entender, la amenaza es mucho más sutil que la planteada por las armas nucleares–, y que abrirán las puertas a un futuro oscuro y triste: el inaugurado por el ingreso al estadio “poshumano” de la historia.

Pesimista y defensor de un Estado interventor, Fukuyama proclama el triunfo de la distopía huxleyana planteada en Un mundo feliz, más acorde con estos tiempos que la visión paranoica y telecéntrica de 1984, de Orwell. Es, en definitiva, el triunfo del miedo: al uso de nuevos fármacos para inhibir o estimular la conducta, a los bebés de diseño y a la reproducción controlada, a la regeneración de tejidos por medio de células madres. Donde otros admiran las mejorías en las técnicas de reproducción humana, Fukuyama ve eugenesia. Donde otros aplauden las “tecnologías de la libertad”, Fukuyama grita “tecnologías de la opresión”, como quien prefiere ver el vaso vacío y las miserias antes de las posibilidades que se abren en un siglo completamente biotech.

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