LIBROS Y PUBLICACIONES
› Por Federico Kukso
FRACTALES Y FINANZAS
Una aproximación matemática a los mercados: arriesgar, perder y ganar
Benoît Mandelbrot y Richard L. Hudson
Tusquets, 322 págs.
El matemático polaco Benoît Mandelbrot es de esas personas que no se achican ante el riesgo. En realidad lo enfrenta, lo abraza, lo estudia: lo hizo primero cuando consiguió sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial y volvió a encararlo luego cuando orientó la lupa de la física y la matemática hacia los mercados financieros y se percató de que allí el riesgo bursátil sigue pautas que pueden expresarse de manera matemática y modelarse por computadora. Su visión fractal de la economía en realidad fue precedida por un invento: el de una nueva rama de la matemática, la geometría fractal –o “las matemáticas de lo rugoso”, “la geometría de los contornos irregulares de la naturaleza”– que percibe el orden oculto en lo aparentemente desordenado y la regularidad en la irregularidad. Su impacto fue inmediato y de pronto hubo fractales para todo el mundo y por todos lados: hoy se los utiliza para medir el tráfico en Internet, para comprimir archivos y para producir las más increíbles imágenes. Sin embargo, Mandelbrot nunca abandonó su primer amor y ahora vuelve a la carga en su último libro, Fractales y finanzas, en el que presenta a las anchas y a todo el mundo –sin intrincadas ecuaciones o cuadros crípticos– las bondades de la “econofísica”, aquella disciplina aún en pañales que entre otros tantos temas divisa al dinero y las fluctuaciones de las acciones en la Bolsa como objeto de estudio.
Con las mismas herramientas con las que hasta ahora se valía la física para analizar la complejidad inherente de las turbulencias, el clima y el crecimiento de los corales, Mandelbrot y Hudson indagan en cómo se conducen los mercados, cómo surgen y explotan las burbujas bursátiles y cómo evolucionan los precios de productos tan diversos como el trigo, el algodón o el petróleo.
Fractales... oscila entre el libro orientativo y el libro axiomático pues propicia ciertos datos frente a los cuales es necesario prestar mucha atención: a saber, que los precios de las acciones no son predecibles en ningún sentido útil (aunque sus fluctuaciones pueden describirse mediante las leyes matemáticas del azar), que el riesgo de una catástrofe es mayor de lo pensado, que las ganancias y pérdidas se concentran en lapsos pequeños y que los mercados son turbulentos por naturaleza. Todos estos consejos confluyen en un punto: el de servir de guía clara cada vez que uno pretenda tentar la suerte en medio de una tormenta financiera y quiera salir entero, con todas las piezas.
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