Sábado, 15 de septiembre de 2007 | Hoy
LIBROS Y PUBLICACIONES › LA GENETICA COMO CLAVE PARA RECUPERAR LA IDENTIDAD
Por Federico Kukso
LA IDENTIDAD
Historias reales del ADN
Viviana Bernath
Planeta, 240 págs.
La biología molecular y su hija pródiga, la genética, no la tienen fácil. Ni siquiera en su momento de mayor gloria. Es que, quieran o no, tienen la caprichosa costumbre de pendular entre la hiperabundancia informativa y la cripticidad de sus enunciados. Intentan salir airosamente, pero por lo general sus tronantes descubrimientos terminan siendo fagocitados por el frenesí de la novedad que distorsiona, exagera y embarra la cancha. Porque si hay algo que no le falta a la genética son los titulares grandilocuentes del tipo “descubren el gen de...” o los inefables “ahora dicen que...”, tan criticados por sus representantes. De ahí –de la confusión de términos y la difusión de errores garrafales–, y de ciertos vacíos explicativos, se entiende la constante circulación de falsas nociones sobre el genoma y sus vericuetos que tienden a cristalizarse en expresiones cotidianas, formas equivocadas de encarar la realidad y hasta en programas fastuosos de televisión desde donde se pretende dar con el gen de la argentinidad (o el argentino más representativo) como si un solo gen determinara un comportamiento, una personalidad, una nacionalidad.
Por supuesto, también están los libros de divulgación científica que, sin la presión de la publicación cotidiana (casi mecánica) de los diarios, abren las puertas del genoma invitando al lector a pasar y ver lo que todos tenemos dentro. Desde ya, ellos también tienen sus problemas: hay muchos y los que hay suelen caer en la monotonía, en la misma forma de presentar los datos (el código genético como centro rector de la vida). O bien está el enfoque histórico (La conquista del genoma humano de Kevin Davies o Pasión por el ADN de James Watson) o el enfoque bien técnico que hunde al lector en un mar de cifras, palabras de difícil retención y lo abandonan con un dolor de cabeza.
Lo cierto es que en el medio quedan los mejores títulos, los que se juegan por la innovación; los inteligentes, aquellos libros que se recuerdan al instante. Entre ellos está Lenguaje y vida de Evelyn Fox Keller (autora también de El siglo del gen: cien años de pensamiento genético) y el brillante Genoma: la autobiografía de una especie en 23 capítulos de Matt Ridley, que le prestan importancia no sólo al contenido sino también al estilo, los ejemplos, las metáforas y la frescura de la palabra.
En esa misma línea se sitúa también la bióloga Viviana Bernath, que en su libro La identidad: historias reales del ADN abandona el anonimato inherente que acompaña a “lo genético” y asocia el ADN a nombres, dramas, en fin, 19 historias reales para demostrar cómo el descubrimiento del código genético repercutió en el campo de la identificación de las personas y, como prenuncia su título, sirve para la recuperación de otra capa importante de la identidad: la identidad biológica.
Con un prólogo conmovedor de la psicoanalista Silvia Bleichmar (que falleció recientemente), Bernath intercala la explicación con el drama, los conceptos con el ejemplo, teoría y práctica, llenando palabras tan pronunciadas –y que ya se hicieron un lugar en el vocabulario cotidiano– como “gen”, “cromosoma” y “ADN” de significados plenos y palpables. La autora, codirectora de “Genda” (Centro de Genética y Biología Molecular dedicado al Diagnóstico de Enfermedades Genéticas y al estudio de Identificación de Personas), vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Genética Forense y asesora de la Comisión Nacional del Derecho a la Identidad, presenta con claridad los casos –altamente televisables–, sus protagonistas (un hombre que extrañamente y sin saberlo se enamora de su propia hija; una joven que descubre que es hija de desaparecidos; un hombre que pretende saber si el novio de su hija es también su hijo) y su respectiva resolución.
Lejos de quedarse en la veta fría de la casuística, Bernath añade al simple racconto toda la esfera de los dilemas éticos, filosóficos, políticos y sociales que circundan estas cuestiones (filiación y resolución de procesos judiciales), aclara –sin rodeos, ni palabras técnicas o complicadas– y deja en evidencia por qué empaparse de los términos habituales de la genética (como comprender sus significados) se vuelve en esta época una necesidad (y un deber) para descifrar el pasado, digerir el presente y para no eclipsarse frente a las promesas vacías del futuro.
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