Sáb 01.12.2007
futuro

LIBROS Y PUBLICACIONES

› Por Federico Kukso

Guía de la tierra y el espacio

Isaac Asimov
Ariel
269 págs.

El bioquímico ruso Isaac Asimov nacionalizado estadounidense, uno de los autores más prolíficos en ciencia ficción (con libros como Yo, robot, La trilogía de la Fundación y El Sol desnudo) y divulgación científica, puede haber muerto en 1992 pero su obra sigue plenamente viva. Así lo demuestra la persistente reedición (ahora actualizada) de este clásico de la astronomía moderna escrito en 1991 y que cualquier amante de la ciencia debería tener: 111 preguntas básicas sobre el planeta y el cielo (de aquellas que uno por vergüenza teme preguntar) que el famoso patilludo se formula y responde, tales como ¿gira la Luna?, ¿brilla la Tierra?, ¿de qué está hecho el Sol?, ¿son las leyes de la naturaleza las mismas en todas partes?, ¿cómo medimos la temperatura?, ¿qué es la corona solar?, ¿cuál es la edad de la Tierra?, ¿qué es una supernova?, ¿qué es el efecto Doppler?, ¿qué son los cuásares?, ¿por qué sopla el viento? o ¿por qué en verano hace más calor que en invierno?

El mono que llevamos dentro

Frans de Waal
Tusquets
271 págs.

El etólogo holandés Frans de Waal debe ser uno de los seres humanos que más conoce a nuestros primos lejanos de la evolución, los grandes monos bípedos. Convivió, comió y durmió con ellos durante años. Y de vez en cuando se toma un tiempo para volver a la civilización y escribir un libro contando sus descubrimientos. En esta ocasión se trata de una profundización de la vida de los bonobos, uno de los últimos grandes mamíferos descubiertos por la ciencia, menos violentos que los chimpancés o, como los define de Waal, “los hippies del mundo primate”. Aunque el investigador holandés hable de estos monos, describa puntillosamente su comportamiento e ilustre con ejemplos su inteligencia y bondad (en oposición a la agresividad del chimpancé), en realidad se trata de un libro sobre seres humanos y el lugar que ocupa nuestra especie en la naturaleza, al considerar a estos primates como espejo donde mirarse y resaltar lo bueno, lo malo y lo desagradable.

La cadera de Eva

El protagonismo de la mujer en la evolución de la especie humana

José Enrique Campillo Alvarez
Crítica/Drakontos, 287 págs.

Los biólogos evolucionistas tienen dos partes favoritas del cuerpo: el ojo (cuyo desarrollo es continuamente ubicado por los creacionistas como el punto crítico y dudable de la teoría de la evolución) y la cadera de la mujer. Porque si ésta no hubiera evolucionado a lo largo de los miles de años a sus dimensiones y formas actuales, quizás el cerebro humano no hubiera terminado siendo lo que es ahora, el objeto más enigmático y fantástico del universo (conocido). Con esta idea central en la cabeza, el médico español José Enrique Campillo Alvarez –conocido ya por El mono obeso: la evolución humana y las enfermedades de la opulencia: diabetes, hipertensión y arteriosclerosis– hace foco en este conjunto de huesos que le sirven como excusa para hablar de la reproducción sexual humana, la evolución de la especie, la famosa Lucy, la genética del comportamiento sexual, el deber y el placer, la importancia biológica de los lazos afectivos, evolución y embarazo, y la anorexia como un residuo evolutivo.

La ecuacion jamas resuelta

Cómo dos genios matemáticos descubrieron el lenguaje de la simetría

Mario Livio
Ariel, 390 págs.

En una época en la que la matemática atraviesa por un boom de difusión con Adrián Paenza a la cabeza (que en realidad sigue los ejemplos de los difusores supremos de esta ciencia de ciencias, el estadounidense Martin Gardner y el inglés Ian Stewart), no hay nada mejor que otro libro más sobre números, conjuntos y ecuaciones elegantes. En esta oportunidad el astrónomo Mario Livio hace un recorrido por la idea de simetría en la naturaleza (copos de nieves, galaxias, el cuerpo humano), la música (sinfonías de Mozart y las complejas composiciones de Bach), la pintura y el cubo Rubik; resalta los aportes islámicos en el nacimiento del álgebra y se sumerge de lleno en la historia de dos genios –el francés Evariste Galois que inventó una nueva y apasionante rama de la matemática, la teoría de grupos, antes de cumplir los 20 años, y el noruego Henrik Abel– que, en su romanticismo exacerbado, se enfrentaron a las ecuaciones de quinto grado como nunca nadie lo había hecho antes.

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