Una sensación (inmediata, irreprimible) de vetustez podrá asaltar al lector de este volumen –y no porque haya sido publicado originariamente hace cuatro años en Francia–. El plan general de Educación y filosofía: Enfoques contemporáneos consiste en analizar una serie de temas y problemas cuyo estatuto es educativo pero también filosófico. Jean Houssaye, compilador del volumen, procuró enfatizar ese vínculo a menudo elusivo entre filosofía y educación, ya que, como aseguran de un modo u otro los diez autores convocados, las reflexiones acerca de la educación deben sustentarse en otras más amplias, de corte filosófico.
El primer motivo de perplejidad se debe a un pronunciamiento inaugural, a cargo del compilador: “La cuestión de la educación no es un tema central en el campo filosófico y esto se nota especialmente en Francia”. Sin embargo, hay que decir que el gobierno de Francia y sus universidades han hecho mucho, y no poco, por conectar estas dos disciplinas. Desde 2002 hasta la actualidad, el controvertido ministro de Educación francés es nada menos que el filósofo Luc Ferry.
El segundo motivo de perplejidad surge de pleno derecho ante el subtítulo del libro. Parecería que por “enfoques contemporáneos” algunos autores —Laura Ferreira dos Santos, Jean-Pierre Audureau, Michel Fabre— se refieren ante todo a la condición de indeterminación que celebra cierta filosofía francesa. Porque vivimos en un mundo sin certezas (o así lo entiende el filósofo Jean-François Lyotard, a quien los autores no dejan de citar), la educación debe replegarse, también ella, a un programa de valores mínimos que roce con la neutralidad. De lo contrario, la educación pecaría de absolutista.
El tono que emplean los autores resulta entre paternal y caritativo. El mismo que les reprochan a aquellos educadores que todavía no renuncian a la convicción cartesiana de enseñar que una idea, o una acción, es mejor que otra.

S. D. N.