La obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) giró de la antropología a la sociología de la educación y, luego, a la sociología de la cultura. En más de veinticinco libros influyentes analizó temas y problemas tan diferentes entre sí como el gusto estético, la escuela y la televisión, el lenguaje y la fotografía, el museo y la pobreza, las “estructuras” de la ciencia y la universidad. Sin embargo, no hubo eclecticismo en su método. Bourdieu emprendió sus análisis desde una teoría más o menos estable, que celebró la unión de nociones que hallan su fuente en los pensadores clásicos de la sociología. La teoría de Bourdieu surge y se explica a partir de la crisis en el marxismo francés. Tres puntos básicos la cimientan: la crítica al marxismo como filosofía en nombre de la ciencia, la crítica al marxismo estructuralista en nombre de una adecuada filosofía de la historia, y la crítica del materialismo simplista en nombre de la complejidad social.
Los herederos: los estudiantes y la cultura, es un libro escrito en colaboración con el también sociólogo Jean-Claude Passeron, publicado originariamente en 1964. Los autores analizan un tema muy “años 60”: el sistema educativo francés. Los cuadros y mapas estadísticos intercalados en el texto con frecuencia cientificista reafirman con su lenguaje gráfico una conclusión que anticipa el título del volumen: la universidad reproduce y nunca subvierte la estructura social. Muchos críticos elogiaron el esfuerzo científico de Bourdieu en éste y otros de sus libros; un esfuerzo que le permitió arribar siempre con asombro a la constatación de lo evidente. Otros prefirieron señalar que Bourdieu, justamente, cayó víctima a lo largo de su obra de aquello que condenó: el estructuralismo marxista (y la obra de Louis Althusser en particular). Esto no desalentó ninguno de sus proyectos teóricos. El profesor que no se cansó de denunciar la dominación supo convertirse en el modelo dominante del intelectual –y del universitario– francés.

Sergio Di Nucci