NOVEDADES EN CIENCIA
ULTRASONIDO SOLAR
SCIENTIFIC
AMERICAN
Desde que Galileo apuntó en
1612 su primitivo telescopio al sol y observó en él puntos oscuros
(haciendo con esto trizas la creencia aristotélica de que los objetos
celestes eran perfectos), las manchas solares se ganaron el puesto de misterio
más cotizado en el vecindario cósmico. Caprichosas (pueden permanecer
intactas por meses, semanas o días), gigantescas (algunas tienen el tamaño
de planetas), estos lunares solares son regiones donde se concentran fuertes
campos magnéticos, tienen ciclos de 11 años y yacen sobre huracanes
arremolinados de gas electrificado. Pero poco a poco, el trono de curiosidad
solar más importante se lo está robando un extraño fenómeno
que tiene perplejos a los astrónomos: se trata de ondas ultrasónicas
descubiertas por la nave Trace de la NASA, que tienen una frecuencia de 100
milihertz y, como no pueden viajar a través del espacio interplanetario,
fueron detectadas remotamente como pequeñas fluctuaciones en el brillo
de las emisiones ultravioletas solares.
De acuerdo a los científicos del Southwest Research Institute (Estados
Unidos) que analizan los datos que envía esta navecita-telescopio ultravioleta
en órbita alrededor de la Tierra, este “ultrasonido solar”
se crea como consecuencia de choques esporádicos de corrientes eléctricas
magnéticamente inducidas, aunque las suposiciones de los científicos
no son meramente provisionales.
“Creemos que analizando estas extraños ondas podremos distinguir
los procesos que intervienen en la emisión de energía desde la
cromosfera –de 100.000ºC– a la superficie solar –veinte
veces más fría– y de ésta a la atmósfera solar”,
explicó el astrofísico Craig DeForest. “Cualquiera fuera
la respuesta, hay emisiones de energía al ambiente que dejan una reconocible
firma sónica.” Los antiguos cosmólogos que creían
en la “musicalidad” de los objetos celestes estarían chochos.
NARIZ 747
NewScientist
No suelen venir del tamaño
de un avión, pero cuando se trata de ver cuál es más compleja,
la nariz sale ganando: según un grupo de científicos del Colegio
Imperial de Londres, el proceso por el cual el aire circula en la nariz humana
es mucho más complicado que el modo en que lo hace alrededor de las alas
de un jumbo jet.
El equipo dirigido por el ingeniero Denis Doorly empezó haciéndose
una pregunta básica: ¿cómo entra el aire al organismo?
Hicieron gráficos, llenaron planillas, construyeron modelos tridimensionales
y cuando pensaron que tenían el problema dominado por las riendas, se
dieron cuenta de que el asunto en verdad era mucho más complicado de
lo que creyeron en un principio.
Resulta que la particular forma de la protuberancia facial humana hace que el
aire fluya primero en forma de un remolino para circular varias veces al entrar
en su interior. Así lo determinaron después de dejar una y otra
vez correr agua en un modelo tridimensional de silicona transparente basados
en escaneos computarizados de pacientes “nasalmente sanos”.
“Siempre se ha creído que la forma en que circula el aire alrededor
de las alas de un jumbo es muy compleja, pero es mucho menos complicado que
entender cómo lo hace en la nariz, ya que ésta no tiene líneas
rectas o curvas”, dijo Doorly, quien agregó que el estudio podría
ayudar a los cirujanos a planificar sus operaciones y desarrollar una cura para
el incómodo problema del moqueo constante de la nariz.
Y hay más: también descubrieron que el sentido del olfato en los
humanos depende de cómo llega el aire a la vulva olfatoria en la punta
de la nariz. Lo que se dice un estudio que redefine las formas y métodos
de sonarse los mocos.
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