NOVEDADES EN CIENCIA
En un momento en que los viajes espaciales son todavía excepcionales, ya se piensa en cómo llegar más rápido y sin perderse en el camino. Ni más ni menos que a través de “autopistas interplanetarias”: en un futuro no tan lejano, las naves ya no necesitarán combustible para viajar entre planetas y se relajarán en los “túneles de poca gravedad” que conectan unos con otros a los cuerpos celestes. Así, por lo menos, lo asegura un grupo de científicos norteamericanos del Instituto Tecnológico de California (Caltech), que comenzó a elaborar el primer mapa de estas autopistas interplanetarias, generadas alrededor de los llamados “puntos de Lagrange”.
Y todo gracias a las matemáticas, objeto de estudio del francés Joseph Louis de Lagrange (1736-1813), que sorprendentemente descubrió cinco puntos específicos en el Sistema Solar en los que la fuerza gravitacional de dos planetas se anulan. Así, por ejemplo, las naves podrían atravesar estas zonas sin que ningún tirón gravitatorio aminore su paso.
A través de complejos cálculos matemáticos, los científicos del Caltech se abocan a la elaboración de mapas y cartas espaciales que permitirán hacer uso planificado de estas bondades astronómicas. Si una nave pudiera flotar como planea un pájaro, el dinero que podría ahorrarse en combustible no sería para nada despreciable.
Los mapas interplanetarios ya se encuentran en los planes de la NASA que, guiada por ellos, enviaría en 2012 una nueva sonda a Europa –junto a Titán, la luna más misteriosa de Júpiter– para averiguar si es verdad eso que tantos suponen, pero que nadie ni nada pudo demostrar: que bajo su inhóspita superficie existe agua.
Puede que su tamaño cause cierta envidia: ocurre que la galaxia de Andrómeda (a “solamente” 2,5 millones de años luz de distancia), vecina de la Vía Láctea y la única galaxia grande que se ve a simple vista desde la Tierra, parece ser tres veces más extensa de lo que se pensaba. Astrónomos del Observatorio W. M. Keck de Hawaii (Estados Unidos) descubrieron que una buena parte del cordón de estrellas que antes se suponía exterior a Andrómeda debe incluirse en los límites de la galaxia, que se extendería entonces a lo largo de 220 mil años luz.
Como se sabe, M31 (el nombre técnico de Andrómeda) posee la forma de un disco que se vuelve más tenue hacia sus límites. Al medir la velocidad de estas 5000 estrellas, los científicos notaron que más de la mitad de estos soles responde de modo sincronizado al desplazamiento de los demás astros de esta galaxia y que, por ende, orbitan alrededor de su núcleo.
Hasta ahora se pensaba que estas estrellas andaban sueltas, que eran residuos de galaxias menores, capturadas por la enorme potencia gravitacional de Andrómeda, y que formaban un halo a su alrededor, con movimientos individuales y dominados por el azar. “Parecen estrellas que no deberían estar ahí y que conforman pequeñas partes de una estructura que no esperábamos encontrar, lo cual nos obliga a repensar cómo se crearon las grandes galaxias, entre ellas la Vía Láctea”, señaló el astrofísico Geraint Lewis, de la Universidad de Sydney, Australia.
Es más: según estos científicos, Andrómeda no se encontraría actualmente en proceso de expansión, esto es, no continuaría capturando estrellas solitarias, y así se encontraría estabilizada. El próximo paso sería entonces extender esta investigación para determinar si se trata de una peculiaridad propia de nuestra vecina, o si en verdad es una característica de las galaxias espirales en general, entre ellas la Vía Láctea.
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