Sáb 28.09.2002
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Los misterios de la pirámide de la luna

ARCHAEOLOGY La magnífica Pirámide de la Luna, en Teotihuacan, México, podría ser la clave para resolver algunos de los enigmas que todavía esconde aquella antigua metrópolis americana. Teotihuacan, ubicada a unos 50 kilómetros al nordeste de la actual Ciudad de México, fue construida hace casi dos mil años por una cultura mesoamericana de la que muy poco se sabe. La ciudad ocupaba un área de 30 km cuadrados y estaba formada por una serie de edificios, templos, plazas y dos construcciones fuera de serie: la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna; una gran metrópolis. Hacia el año 500 de nuestra era vivían unas 200 mil personas. Pero doscientos años más tarde entró en decadencia y fue abandonada. Más tarde, hacia el año 1500, los aztecas la encontraron y creyeron que era obra de los dioses. Y de ahí el nombre con el que la bautizaron: en su lengua náhuatl, Teotihuacan significa “Ciudad de los Dioses”.
Lo cierto es que los historiadores no saben qué paso con la ciudad, quiénes eran sus autoridades o qué lengua hablaba su gente. Precisamente en esa dirección viene marchando un grupo de arqueólogos encabezado por el japonés Saburo Sugiyama y el mexicano Rubén Cabrera. Según ellos, algunas de las respuestas al misterio de Teotihuacan podrían estar en la Pirámide de la Luna, de más de 40 metros de altura. Y habría una razón: este monumento está ubicado “estratégicamente” al final de la Avenida de los Muertos, el eje Norte-Sur de la ciudad. “Los orígenes de Teotihuacan están en Teotihuacan –dice Cabrera– y la Pirámide de la Luna tiene un particular significado, por eso es el lugar indicado para obtener información.”
Recientemente, descubrieron tres esqueletos mientras realizaban una excavación en el interior de la cima de la pirámide; había piedras preciosas, restos de animales y conchas de moluscos talladas. Se trataría de los restos de “tres oficiales de alta jerarquía o sacerdotes”. “No sabemos si fueron sacrificados, pero su aspecto delata una clase social muy alta”, dice Sugiyama. Y agrega: “Los esqueletos tienen collares, anillos en las orejas y hasta posibles pelucas”. Como fueron sepultadas en la parte más alta de la pirámide, "es lógico pensar que muy cerca de aquí nos encontremos con la tumba de la autoridad máxima", aseguran los investigadores.

 

Planetas precoces

nature Al parecer la Tierra, Marte y la Luna son 20 millones de años más viejos de lo que se creía. Hasta ahora los científicos calculaban la edad de la Tierra en 4650 millones de años, pero de acuerdo con nuevos análisis de dos raros elementos radiactivos, que hicieron un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, la Tierra no sería tan joven. “Al principio, las cosas se originaron mucho más rápido de lo que estimábamos”, concluyó Al Cameron, director del equipo.
Al formarse el Sol, en una gigante explosión de una supernova hace 4,6 mil millones de años, algunos de los gases sobrantes, como consecuencia de una onda expansiva, se comprimieron en cúmulos de materia que terminaron por formar luego asteroides, cometas, lunas e incluso los planetas del Sistema Solar. Exactamente cuándo y cuán rápido ocurrió esto es difícil de calcular. Sin embargo, los análisis realizados a partir de modelos en computadora sugieren que el centro metálico de la Tierra comenzó a formarse entre 20 y 30 millones de años después de la explosión. Con lo que sí se cuenta es con evidencia geológica a partir de dos elementos químicos radiactivos: el hafnio y el tungsteno, que actúan como relojes radiactivos. Ambos abundaban en el nacimiento del Sistema Solar y aún persisten rastros de ellos: los corazones de la Tierra y de Marte contienen tungsteno. Así, cualquier evidencia actual de este elemento en el manto rocoso terrestre es producto directo de la desintegración del tungsteno en hafnio. La edad de la roca puede determinarse conociendo el tiempo de esta desintegración. Los nuevos datos probablemente ayudarán a los astrofísicos a explicar por qué el Sistema Solar difiere de otros sistemas recién descubiertos a lo largo de la galaxia. Aunque veinte millones de años más o menos parezcan poco.

 

El magnetismo terrestre y la gravedad

NewScientist En principio, la gravedad y el campo magnético terrestre no tienen nada que ver, ya que gravitación y electromagnetismo son fenómenos bien diferenciados, por lo menos a bajas energías. Pues bien, científicos de la Comisión Francesa de Energía Atómica afirman que existen dimensiones ocultas que hacen que la gravedad se vea afectada por el campo magnético terrestre.
En un trabajo presentado en una reunión de la Sociedad Astronómica Europea en Porto, Portugal, los franceses Jean-Paul Mbelek y Marc Lachieze-Ray calcularon los valores que la constante gravitacional (G) tendría en diferentes lugares del mundo. Y, además, pronosticaron que el valor de G tendría que ser mayor donde el campo magnético fuese más fuerte.
La notable afirmación de que dimensiones ocultas tienen algo que ver con la fuerza de gravedad y el campo magnético es, desde ya, controversial. Hasta ahora no parece haber evidencia experimental que avale la existencia de estas dimensiones suplementarias a las tres de todos los días o prueba en firme del vínculo entre gravedad y electromagnetismo terrestres.
Sin embargo, en el trabajo, basado en la teoría de cuerdas, que pretende unificar todas las fuerzas de la naturaleza (y que presupone dimensiones ocultas del espacio), los científicos franceses presumen que electromagnetismo y gravedad influyen entre sí lo suficiente como para que la atracción gravitatoria se vea afectada por el campo magnético terrestre. Los valores medidos de G que exponen apoyan esta idea. Ahora, los investigadores planean medir la gravedad en lejanos lugares como los polos magnéticos y a lo largo de la línea del Ecuador, y contrastarlos con sus predicciones.

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