Sábado, 21 de junio de 2003 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
LA LUNA QUE DELATO A VAN GOGH
nature
Los científicos están empecinados últimamente con Vincent
van Gogh (1853-1890). Quizá sea porque hace apenas dos meses se cumplieron
150 años de su nacimiento. O, tal vez, porque sus obras aún evocan
toda clase de misterios. El turno esta vez le tocó al cuadro Paisaje
a la salida de la luna, del cual se conocía el año en que fue
pintado (1889), pero se ignoraba el momento de elaboración.
Hasta ahora los historiadores de arte contaban con un puñado de pistas:
por un lado, unas cartas sin fecha que Vincent le escribió a su hermano
Theo y a su colega Paul Gauguin; y por el otro, el dato de que la fecha rondaría
más o menos entre mayo de 1889 (cuando, poco después del famoso
corte de oreja, Van Gogh se internó voluntariamente en el sanatorio en
Saint-Rémy-de-Provence, al sur de Francia, desde donde divisó
el paisaje) y septiembre de ese año, cuando Theo recibió el lienzo.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Southwest Texas (Estados Unidos)
se animó a resolver el enigma. Para eso, los científicos contaron
con la ayuda de cálculos astronómicos, mapas topográficos,
fotografías aéreas, registros climáticos y un poco de sentido
común. Así, en junio de 2002, los investigadores emprendieron
viaje y visitaron el sur de Francia, donde reconocieron el paisaje que aparece
en la pintura. Y allí se les aclaró el panorama: después
de calcular la posición del satélite natural de la Tierra con
un software astronómico, dedujeron dos posible días en que la
Luna llena habría aparecido por encima del horizonte tal como Van Gogh
la pintó: 16 de mayo y 13 de julio de 1889. Además, como en la
obra el trigo aparece dorado y segado, los científicos concluyeron que
la fecha correcta debe ser la última. Más precisamente: el 13
de julio de 1889, a las 21.08.
Lo interesante del asunto es que, en menos de un mes, la Luna, al sur de Francia,
adoptará exactamente la misma posición que inspiró a Van
Gogh hace 114 años.
INDIA Y EL CULTIVO DEL ARROZ
Archaeology Tradicionalmente, los historiadores han asociado a China y a Japón con los orígenes del cultivo del arroz. Sin embargo, una flamante investigación sugiere que la práctica pudo haber comenzado antes en la India. O al menos, haberse iniciado en forma simultánea en los tres países. Durante los últimos meses, un equipo de investigadores del Departamento de Historia Antigua, Cultura y Arqueología de la Universidad de Allahabad, han estado realizando metódicas excavaciones en la zona de Jhusi, India. Y a partir de una serie de indicios, llegaron a la conclusión de que, hace más de 10 mil años, esta área ya se había convertido en una importante región destinada al cultivo de arroz. De acuerdo a la revisión de sus estudios cronológicos, los chinos y los japoneses han ubicado el inicio del cultivo de este cereal en torno del año 9000 antes de Cristo, dice el profesor Om Prakash, que encabezó las excavaciones. Y agrega: Pero hemos encontrado restos que nos indican claramente que en esta zona ya se cultivaba arroz en aquellos tiempos del Neolítico, o quizás un poco antes. Por otra parte, Prakash y sus colegas encontraron montones de esqueletos fosilizados de vacas, ovejas, cabras y jabalíes que, junto a restos vegetales, indican que por aquel entonces la zona estaba poblada por una rica fauna, y cubierta por abundante pasto. Más allá del caso puntual, este nuevo estudio echa otro poco de luz sobre el nacimiento de la agricultura, uno de los momentos cruciales y más revolucionarios de la gran historia de la humanidad.
MIRADAS Y EMOCIONES
Science Las miradas tendrían mucho que ver en la forma en que percibimos el miedo o el enojo. Al menos, eso es lo que revela un interesante trabajo publicado en Science, a cargo de Reginald B. Adams y sus colegas de la Universidad de Harvard. La idea de Adams y su equipo era monitorear las reacciones de un grupo de personas ante las imágenes de distintos rostros que reflejaran miedo y enojo. Y para eso colocaron a un grupo de voluntarios frente a monitores de computadora, donde se les mostraban rostros con diferentes expresiones. Algunas de esas caras miraban fijamente al observador, y otras no. Mientras tanto, Adams y los suyos observaban las reacciones cerebrales de los voluntarios con un sistema de imágenes por resonancia magnética. Y fundamentalmente, el comportamiento de una zona cerebral conocida como amígdala, con forma de almendra y que es la encargada de detectar las señales de peligro, regular emociones y desencadenar reacciones destinadas a la protección. Los científicos descubrieron que las fotos de caras enojadas que miraban directamente a los ojos del observador, generaban más actividad de la amígdala que aquellas que no lo hacían. A la inversa, las imágenes de rostros temerosos que no miraban fijo producían señales más intensas que aquellas que miraban directamente. A partir de estos resultados, Adams y sus colegas dicen que el lugar hacia donde mira una persona enojada o temerosa nos indica dónde hay un peligro: si alguien enojado nos mira directamente, esa persona es la amenaza; pero si alguien con expresión temerosa está mirando para otra lado, nos señala que el peligro está en otra parte. Este hallazgo destaca la necesidad de incluir la dirección de la mirada en las investigaciones futuras sobre cómo se procesan y se perciben las emociones, concluye Adams.
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