NOVEDADES EN CIENCIA
Shakespeare revisado
Discover Casualidad
o destino, el supuesto misterio en torno de la verdadera identidad de William
Shakespeare (1564-1616) cuenta con todos los ingredientes de las más
clásicas de sus joyas literarias. Ante la sequía de datos que
se tienen de su vida personal (hasta ahora no se encontraron documentos escritos
de su puño y letra) se han tejido las más alocadas teorías
de las que sobresalen dos: que en realidad ni siquiera habría existido
y que su nombre era sólo un seudónimo bajo el cual se escudaban
ignotos escritores congregados en una especie de asociación. Muchos fueron
más allá y aseguran que entre estos escritores fantasmas
figuraban autores de la talla de Edmund Spencer, Walter Raleigh, Christopher
Marlowe y Francis Bacon. También se dijo que Enrique VIII fue escrita
en colaboración con John Fletcher.
Pero gracias a un programa de computadora, el enigma parece estar a punto de
resolverse. Así lo creen unos científicos australianos (Universidad
de Newcastle) y estadounidenses (Universidad de Massachusetts), quienes por
dos años unirán fuerzas para analizar la obra del hijo pródigo
de Stratford upon Avon, develar sus fuentes de inspiración y determinar
si realmente más de una persona escribió Hamlet, Otelo, Romeo
y Julieta u otras de sus obras de trascendencia mundial.
Para ello, recurrirán a un método llamado estilística
computada con el que pueden registrar la frecuencia de las palabras más
comunes y más raras, identificar las obras en las que el autor trabajó
solo, las que fueron escritas con participación de colaboradores e incluso
qué libros estaba leyendo Shakespeare en ese momento. Los investigadores
también utilizarán los patrones de aparición de palabras
específicas para averiguar en qué medida el filósofo francés
Montaigne influyó en el dramaturgo y poeta inglés.
Una cocina de 2,6 millones de años
Archaeology
El giro hacia la carne fue un hito en la historia evolutiva humana. De hecho,
aquel nuevo hábito alimentario acompañó las nuevas necesidades
proteicas y calóricas de los cerebros cada vez más grandes de
los primitivos homínidos africanos. A propósito: hace poco, en
Etiopía, un grupo de antropólogos estadounidenses dio con una
suerte de cocina, la más antigua jamás encontrada.
El curioso hallazgo se produjo en la zona de Gona, Etiopía, donde Michael
Rogers (Southern Connecticut State University) y sus colegas estaban realizando
una serie de excavaciones. Y en una de ellas dieron con una pila de huesos de
distintos animales. Y mezclados junto a esos restos, también aparecieron
varias herramientas de piedra. La mezcla, de por sí, ya era sugerente.
Pero hay dos detalles de lo más jugosos: por un lado, los huesos mostraban
cortes, aparentemente provocados por las filosas piedras, y por el otro, la
datación reveló que todas las piezas rondaban los 2,6 millones
de años de antigüedad. Según Rogers, este descubrimiento
indica que, ya por entonces, nuestros ancestros utilizaban artefactos
de piedra para cortar y procesar las distintas partes de los animales, lo que
revela que ya no eran casi exclusivamente vegetarianos, porque estaban empezando
a incluir la carne en sus dietas.
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