NOVEDADES EN CIENCIA
SINFONIA CORPORAL
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Deslizar
magistralmente los dedos sobre las teclas de un piano o batir dulcemente al
viento el arco de un violín posiblemente sean dos de aquellas habilidades
“geniales” que ciertas personas (que no las practican, claro) suelen
señalar como deseos frustrados en cierto momento de sus vidas. Tal vez
sea porque nunca padecieron el tortuoso placer de practicar horas y horas con
uno de estos instrumentos o porque lo hicieron y advirtieron al primer movimiento
que la música no era lo suyo. Pues bien, ya no más: ingenieros
de sonidos ingleses aseguran que cualquier persona (incluso cualquier animal
que así lo quiera) podrá descollar en el campo predilecto de Mozart
y Beethoven con sólo sacudir el cuerpo.
Los científicos de la Universidad de Leeds, que están ultimando
los detalles para crear música con el movimiento humano, prometen que
la cosa será tan sencilla como mover un pie o levantar un brazo: sólo
bastará calzarse un traje de bolitas sobre el cual se proyectarán
luces infrarrojas, monitoreadas por doce cámaras. Cada vez que uno mueva
la patita, una computadora reconocerá los cambios de posición
de las bolitas y traducirá dichas alteraciones en instrucciones para
un programa de música. Y ahí estallará la magia.
“Una persona podría interpretar una nota simplemente guiñando
un ojo o moviendo un pie; cualquiera tendría la posibilidad de controlar
una composición musical”, reveló el doctor Kia Ng, director
del proyecto quien espera que el sistema la rompa en un concierto en vivo el
año que viene. Con todo, eso no significa que al que se le antoje probar
con el último chiche de estos luthiers sea el próximo Thom Yorke
o Yo-yo Ma. Aunque sí garantiza escasos aullidos de perros lindantes
y aún menos quejas de vecinos del piso de abajo.
CARRERA A LA GLORIA
SKY &
Telescope A
apenas unas semanas del comienzo fastuoso de los Juegos Olímpicos en
Atenas (Grecia), las historias de herculianos atletas de antaño sacuden
sus telarañas bien ganadas con el tiempo y se predisponen a rebasar diarios
deportivos, revistas domingueras y tertulias radiales. Una de las más
importantes cuenta que en el año 490 a. C., los griegos, que habían
vencido a los persas en la batalla de (la ciudad de) Maratón, le encomendaron
a uno de los suyos, un tal Filípedes, que llevara corriendo a Atenas
las buenas nuevas. Así fue como el joven sorteó los 42 kilómetros
que separan a las dos ciudades griegas sin parar ni un instante. Al llegar a
su destino, sólo le quedó un soplo de aire para decirle “ganamos”
al primer ateniense con quien se cruzó. Acto seguido, cayó muerto,
pero con tarea cumplida y conciencia limpia.
La cuestión es que justo ahora un equipo audaz de astrónomos de
la Universidad de Texas (Estados Unidos) dice haber dado con evidencias que
explicarían el desplome mortal del corredor. Hasta el momento, los historiadores
creían que la proeza de Filípedes había ocurrido cerca
del 12 de septiembre (de hace 25 siglos), de acuerdo al calendario ateniense
que empieza en la primera Luna Nueva después del solsticio de verano.
Pero los texanos Donald Olson y Russell Doescher discrepan. Volvieron a hacer
los cálculos usando el calendario espartano que se inicia en la primera
Luna Nueva después del equinoccio de otoño. Y así llegaron
a una nueva fecha: 12 de agosto. De haber sido tal el día en que Felípedes
hizo tremendo esfuerzo, lo más seguro es que el atleta pudo haber corrido
bajo temperaturas mayores a los 39°C (y no a los comunes 28°C de septiembre).
Por lo tanto, la causa de muerte habría sido, según los investigadores,
un golpe de calor; lo suficiente como para auspiciarle una estatua, una carrera
que –injustamente– no lleva su nombre y los aplausos de millones
de aficionados que ven cómo cada cuatro años tal esfuerzo titánico
se vuelve a arremeter.
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