Sáb 12.03.2005
futuro

FINAL DE JUEGO

Final de juego / Correo de lectores

Donde se recuerda a un científico atómico

› Por Leonardo Moledo

–Bueno –dijo el Comisario Inspector–. Me gustaría rendir un homenaje hablando un poco de Hans Bethe, que murió el domingo pasado. La verdad es que fue un gran científico, y aunque su figura no brilla como la de otros, su trabajo fue importantísimo.

–Debería brillar –dijo Kuhn–, ya que explicó cómo se produce la luz del sol.

–Y de las estrellas en general –dijo el Comisario Inspector–. Bethe era alemán (había nacido en 1906), pero en 1933 debió emigrar –era judío-ante la persecución nazi y se refugió en Estados Unidos. Trabajó en el Proyecto Manhattan, y en 1963 recibió el Premio Nobel por haber explicado el ciclo del hidrógeno en las estrellas.

–Digamos que el ciclo del hidrógeno, esto es, el proceso por el cual el hidrógeno se transmuta en helio, es la fuente de energía del sol y las estrellas –dijo Kuhn.

–En las cartas de hoy hay varias cosillas que me gustaría contestar -dijo el Comisario Inspector–, pero me temo que no tenemos suficiente espacio. Así que lo dejamos para el sábado que viene.

Mientras tanto, pregunto a los lectores: ¿cuál fue el papel de Hans Bethe después de la bomba atómica?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Cuál fue el papel?

Correo de lectores

Solucion al enigma
No sabemos que el mundo deba ser como es: sólo sabemos que es como lo experimentamos; consecuentemente, al menos de acuerdo el estado actual de nuestro conocimiento, ninguna ley física es necesaria, y probablemente cualquier argumentación que sostenga lo contrario es, en última instancia, de carácter teológico y, en consecuencia, mayormente irrelevante.

La ley de caída de los cuerpos no puede ser deducida sin soporte experimental, porque no puede ser reducida a hechos de razón. Esta ley sigue ciertamente de manera necesaria de leyes más fundamentales, las de la mecánica y la de gravitación, pero éstas no son tesis a priori, sino formulaciones de hechos experimentales. Así, no conocemos ninguna razón por la cual los cuerpos deban atraerse con fuerzas iguales y opuestas, de magnitud proporcional a tal cosa e inversamente proporcional a tal otra. De la misma forma, todo lo que observamos podría ser, en principio, diferente. Y, de hecho, llevando el argumento al extremo, inclusive si pudiésemos de alguna forma llegar a la certeza de que, en realidad, la única forma posible de que las cosas sean es que sean como las vemos, esto no eliminaría la dependencia en la experiencia de todo nuestro conocimiento del mundo: las cosas podrían –por supuesto– no ser.

PS: Eötvös lleva –dos– diéresis.
Mariano Suárez-Alvarez

Brujas
Notable como siempre la nota de Pablo Capanna, en este caso sobre la brujería. No obstante, me extrañó que no citara a Marvin Harris, autor de algunos análisis al respecto. Según Harris, la caza de brujas fue un mecanismo de las clases dominantes europeas para dispersar el malestar social y contrarrestar los movimientos mesiánicos que cundían por entonces (siglos XIII al XVII). Esta fue la razón por la que comenzó a dársele una importancia que hasta entonces no tenía.

Darío A. Alonso

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