FINAL DE JUEGO
Donde se habla de Copérnico y se omite un enigma
› Por Leonardo Moledo
Frauenburg, sábado 17 de enero de 2004
Ahora que hay un robot terrestre explorando Marte, nada mejor que pasearse por el lugar donde Nicolás Copérnico inició la gran revolución científica que habría de cambiar el mundo. Hablemos un poco de Copérnico, ¿por qué no? Al fin y al cabo, nació en febrero de 1473 en Thorn, Prusia, actual Polonia, y murió aquí, en Frauenburg, en mayo de 1543, una bella ciudad donde pasó la mayor parte de su vida en condición de canónigo. Estudió astronomía en la Universidad de Cracovia, donde la enseñanza está repartida entre los astrónomos “matemáticos”, que impartían el sistema de Tolomeo, y los “naturales” que se remitían al de Aristóteles. Más tarde fue a Italia, frecuentó las universidades de Bolonia, Padua y Ferrara, donde estudió medicina. Cuando regresó a su patria, se destacó en la organización de la defensa contra la peligrosa orden de los caballeros teutónicos que amenazaba Polonia y actuó también como médico popular en ocasión de una peste.
Fue en los primeros años del siglo XVI cuando concibió los lineamientos generales de su gran teoría y ya en 1512 escribió e hizo circular entre sus amigos una exposición que ofrecía, en forma esquemática y breve, pero muy clara, los principios de la nueva astronomía, aunque no se atrevió a publicarla, lo cual suena bastante lógico, ya que hay que tener en cuenta que la Iglesia acechaba, y además, que no bastaba con formular ideas nuevas: era necesario una teoría tan completa y utilizable como la de Tolomeo. Le llevó mucho tiempo terminar su obra cumbre: Sobre las revoluciones de las esferas celestes, que apareció recién en 1543, el mismo año de su muerte, y se cuenta que recién pudo entrar en contacto con el libro físico en su lecho de muerte.
Copérnico tiene el enorme mérito de haber desplazado a la Tierra y colocado al Sol en el centro del sistema solar, pero este movimiento titánico derrumbó por completo la astronomía y física aristotélicas, de las cuales, en sólo 150 años no quedarían ni siquiera los escombros.
Cuando Copérnico atacó, la astronomía estaba dominada por el dogma circular (del que Copérnico no se libró) que había establecido Platón: explicar las cosas mediante combinación de círculos que permitan “salvar las apariencias”; esto es dar cuenta de los movimientos reales de los planetas (y el Sol y la Luna) en el cielo. Sigo el próximo sábado. Ahora me voy a dar un paseo por Frauenburg.
Comisario Inspector Díaz Cornejo
P.D.: En este lugar de Polonia, el correo electrónico funciona intermitentemente, y por lo tanto no he podido revisar las cartas de nuestros lectores. La semana que viene van a estar.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Visitaron Frauenburg? ¿Y por qué no hay enigma?