-La verdad –dijo el Comisario Inspector–, no hubo respuestas sobre el enigma del concurso, lo cual me sorprende sobremanera. –Cansado se sentó en una silla ad hoc y se puso a hojear un libro que había encontrado sobre el cajón–. La verdad –dijo–, no sé qué enigma proponer hoy. No se me ocurre nada –y de pronto se le iluminó la cara–. Aquí encontré uno -dijo, señalando el libro.
–No es raro encontrar enigmas en un libro que aparece entre lógicos -dijo Kuhn– ¿Qué libro es?
–No es un libro de lógica, sino La carta esférica, de Pérez Reverte -dijo el Comisario Inspector–. Y aunque se parece a algunos enigmas ya planteados hace tiempo, aquí va.
–Hay una vieja adivinanza –añadió Tánger tras un silencio–... ¿Eres bueno descifrando adivinanzas, Coy?
–No mucho.
–Yo sí lo soy. Y ésta es una de mis favoritas... Hay una isla. Un lugar habitado sólo por dos clases de personas: caballeros y escuderos. Los escuderos mienten y traicionan siempre y los caballeros nunca... ¿Comprendes la situación?
–Claro. Caballeros y escuderos. Lo entiendo.
–Bien. Pues un habitante de esa isla le dice a otro: “Te mentiré y te traicionaré”... ¿Comprendes? Te mentiré y te traicionaré. Y la pregunta es si quien habla es caballero o escudero... ¿Tú qué opinas?
Se tocó la nariz, perplejo.
–No sé. Tendría que pensarlo despacio.
–Claro –ella lo observaba con fijeza–. Piénsalo.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Era caballero o escudero? ¿Y qué hacía La carta esférica sobre el cajón?