Hasta hace poco era rara, y después pasó por los diferentes estadios y nombres que suele padecer una enfermedad recién detectada: “defecto mórbido de control moral”, “desorden de conducta post-encefalítica”, “disfunción cerebral mínima”, truculentos apelativos que desembocaron en el más suave y políticamente correcto “síndrome hiperquinético” y actualmente “Trastorno por Déficit de Atención/ Hiperactividad”. Y, si bien se hace sentir más en chicos de edad preescolar, perturba también a adolescentes y adultos. Conozca el "camino a la fama" del ADHD, el desorden más diagnosticado de la niñez y una de las figuras repetidas de las psicopedagogas a la hora de justificar problemas de aprendizaje.
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