Sáb 22.01.2005
futuro

Una luna con historia

Titán fue descubierto en 1655 por Christiaan Huygens, el gran astrónomo, físico y óptico holandés. Con 5150 kilómetros de diámetro es la luna más grande del planeta, y ocupa el segundo lugar en el lote de los más de 120 satélites conocidos del Sistema Solar (apenas superada por Ganímedes, de 5250 km, la mayor escolta de Júpiter). Con semejantes medidas, Titán supera incluso a los planetas Mercurio (4880 km) y Plutón (2300 km). Y no sólo es grande: tres siglos más tarde, en 1944, un compatriota de Huygens, Gerard Kuiper, descubrió que también tenía una gruesa atmósfera, un rasgo inédito entre los demás satélites planetarios.
En épocas más recientes, el interés por Titán creció tanto que la NASA lo designó “objetivo de alta prioridad” para la Voyager I, que llegó a Saturno a fines de 1980. La nave realizó un fugaz sobrevuelo sobre el satélite, y sus espectrógrafos determinaron que el 90 por ciento de la atmósfera de Titán es nitrógeno, seguido por el metano y otros hidrocarburos (como el monóxido de carbono y el cianuro). Esa misma atmósfera le impidió ver su superficie aunque, como premio consuelo, la nave pudo determinar, en forma indirecta, que allí la temperatura rondaba los -175 grados.
La atmósfera de Titán es un fenomenal laboratorio natural: continuamente, la radiación solar rompe las moléculas de metano, y sus átomos se recombinan, creando moléculas de hidrocarburos más y más complejas que, llegado cierto punto, caen sobre Titán, formando una suerte de lodo orgánico espeso que cubriría buena parte del suelo. Son precisamente todos esos compuestos orgánicos los principales responsables del color anaranjado de la atmósfera. Y a la vez parecen formar parte de un ciclo similar al que pudo existir en la Tierra hace unos 4 mil millones de años, y que dio origen a la vida, nada menos.
Durante la última década, varios supertelescopios observaron a Titán en ciertas y muy específicas longitudes de onda (en el rango del infrarrojo). Y así obtuvieron toscas vistas de sus nubes, y bocetos muy crudos de su superficie. Se detectaron posibles lluvias, mares y masas de agua helada, alternadas con parches de materiales orgánicos. Sin embargo, la única manera de conocer a Titán a fondo era viajar hasta allí; es justamente lo que acaba de suceder.

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