Sábado, 14 de noviembre de 2009 | Hoy
Por Jordana Dorfman
La tipo 1 representa un 7 por ciento de los casos y la tipo 2, un 90 por ciento, en forma aproximada.
Tipo 1. Existe una forma que se denomina ideopática, lo que en buen criollo significa que su origen es desconocido. Pero en la mayoría de los casos se sabe que el sistema inmunológico destruye a las células beta del páncreas que son las responsables de la generación de insulina. Es decir, es una enfermedad autoinmune. Si bien debe existir una predisposición (hereditaria en muy bajos porcentajes), se cree que también tiene que haber factores medio-ambientales que la disparan. Una hipótesis es que ciertos virus tienen parte de su estructura molecular similar a la de las células beta; entonces si el virus infecta un organismo con predisposición a la diabetes 1, el sistema inmunológico lo ataca, y una vez que lo elimina confunde a las células beta con el enemigo y las destruye también. Así, en poco tiempo el cuerpo deja de producir su propia insulina y es indispensable la aplicación de la hormona varias veces todos los días.
Uno de los motivos por los que los especialistas sospechan que la enfermedad no es sólo de origen genético es que estudios en gemelos muestran que cuando uno de ellos tiene diabetes tipo 1 el otro la desarrolla sólo en el 50 por ciento de los casos. Hasta el momento no existe cura, pero sí existen diversas líneas de investigación que incluyen la generación de células beta a partir de células madre (por ejemplo, de cordón umbilical), pero que aún se necesitan muchos años para saber si son en verdad efectivas, y una de las barreras a vencer es el problema de la autoinmunidad.
Afecta en su mayoría a niños y adolescentes. Se encuentra en aumento y los motivos bajo sospecha son factores medio-ambientales.
Tipo 2. En este caso, el cuerpo tiene resistencia a la insulina, las células rehúsan la entrada a la glucosa, el páncreas debe generar cada vez más hormona y con el tiempo comienza a decaer en su funcionamiento. Las causas no están determinadas con certeza, se conocen algunas alteraciones genéticas que podrían estar vinculadas, pero sí se sabe que ciertos factores medio-ambientales influyen en su desarrollo. De hecho, esta enfermedad se puede prevenir en más del 50 por ciento de las personas que presentan riesgos de padecerla, aunque por ahora no se puede curar una vez establecida. Es en gran medida heredable (el hijo de padre o madre con diabetes tipo 2 tiene un 25 por ciento de posibilidades de desarrollarla; si ambos padres la padecen, esa posibilidad aumenta a casi el 80 por ciento).
Otros factores de riesgo son: haber tenido bebés de más de cuatro kilos al nacer, sedentarismo y obesidad, entre otros. Los tratamientos son muy variados, algunas personas sólo requieren de actividad física y una dieta equilibrada; otros, además, deben tomar medicamentos que ayuden a su páncreas a producir más insulina y/o a sus tejidos a dejar actuar a la hormona, y algunas personas también necesitan aplicarse insulina. Alarma en el mundo el aumento del tipo 2 en niños y adolescentes: se sospecha que ocurre por un incremento notable del sedentarismo y la obesidad en estas edades.
LADA. Es similar a la tipo 1, pero aparece en general luego de los 30 años y se desarrolla en forma más lenta; lo que genera confusiones y se estima que un 20 por ciento de casos de tipo 2 son LADA mal diagnosticados.
Diabetes gestacional. Se presenta sólo durante el período de embarazo, pero es un factor de riesgo que puede indicar predisposición para tipo 2.
MODY. Las células beta se ven afectadas por un defecto genético. Suele presentarse antes de los 25 años.
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