En 1973, Isaac Asimov participó en un crucero en el Queen Elizabeth II para observar el cometa Kohoutek en alta mar. Con él viajaba el propio Lubos Kohoutek, que debía dar una conferencia. No sólo no pudieron observar el cometa por cuestiones climáticas sino que tampoco pudieron escuchar a Kohoutek, que se enfermó a bordo y permaneció encerrado en su camarote. Asimov se ofreció a reemplazarlo y lo hizo tan bien que luego fue invitado a participar como conferencista en cruceros similares.
En 1982, escribió un artículo donde asociaba cada aparición del Halley con algún hecho importante de la historia de la humanidad: la batalla de Hastings en 1066, el avance musulmán en Constantinopla en 1456, la conquista de América (1531) o la proximidad de la Primera Guerra Mundial en 1910. Inmediatamente, Asimov aclaraba que estas asociaciones no significaban nada porque la historia es suficientemente rica en hechos como para encontrar alguno importante cercano a cualquier fecha dada.
No indicó qué acontecimiento anunciaría el Halley en 1986, pero bien podría haber sido la inminente caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética.
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