Sábado, 26 de julio de 2014 | Hoy
En 1871, seis años después de la aparición de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll publicó A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, una historia con la misma protagonista en otro mundo de ilógica y personajes irritables.
En A través del espejo Alicia hace una observación que, tiempo después, resultó ser especialmente aguda. Poco antes de atravesar el espejo de la sala, Alicia duda entre ir sola o llevar también a su gata. Dice que no sabe si en el espejo hay leche y si la leche del espejo “es buena para beber”. Carroll no lo sabía pero, efectivamente, la leche del espejo no es buena para beber. La leche, como muchas sustancias orgánicas, está compuesta por moléculas asimétricas que cambian sus propiedades cuando se invierten las posiciones de sus átomos, como si se las reflejara en un espejo. Este efecto de la asimetría en las propiedades de las sustancias se conoce desde mediados del siglo XIX gracias a los trabajos de Louis Pasteur sobre los ácidos tartárico y racémico. Pero no se comprendió totalmente hasta 1874, cuando Jacobus Van’t Hoff y Joseph Le Bel presentaron su modelo tetraédrico del carbono. Tres años después de la publicación de A través del espejo.
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