Preguntas (finales) del publico
Una de las primeras intervenciones del público del Café Científico que atiborró La Casona del Teatro en la avenida Corrientes tuvo intenciones de optimismo: “Me parece que se puede ser optimista y pensar que la humanidad en tanto tiempo que falta para el fin del universo puede detener esa condena de muerte, con tecnología”.
Ribas: Sucede que las amenazas a las que está expuesta la vida en la Tierra son otras, más allá de las que todos conocemos y están originadas por la propia actividad del hombre. Mañana puede caer un asteroide y liquidarnos a todos, y todavía no sabemos cómo defendernos de los asteroides.
–Nosotros estamos compuestos de los mismos átomos que conforman todo el universo, y por lo tanto nosotros estuvimos en el Big Bang. Nosotros somos, literal y científicamente, el universo. No hay nada que le pase al universo que no nos pase a nosotros. No estamos en el universo, somos el universo. Esa separación es una ficción.
Cabanchik: Su intervención me hace acordar a un razonamiento de un queridísimo filósofo argentino, Tomás Moro Simpson: “Estoy desesperado –le dice una persona a otra–, porque los vendedores de lupines están desapareciendo, yo soy un vendedor de lupines, por lo tanto yo estoy desapareciendo”. Se entiende que ahí hay un problema en la conclusión. Me parece que hay un problema de lógica. De todas maneras, digamos que con mucho humor Moro Simpson termina: “Cuando le quise explicar que era un error de lógica, ya había terminado de desaparecer”. De modo que puede tener razón...
–Me parece que falta alguna referencia epistemológica.
Cabanchik: Me parece adecuado el comentario, y que no lo hayamos hecho esta noche no significa que no deba hacerse. La epistemología cumple un servicio positivo en su trabajo en contigüidad con la producción científica. Si bien no es en sí misma productora de conocimiento, permite un trabajo de crítica y de reflexión sobre lo que la ciencia va produciendo, y es muy importante.
–Si el universo tiene un límite, ¿qué hay después?
Ribas: Esas son las preguntas que surgen inmediatamente planteada la teoría del Big Bang: ¿qué había antes?, ¿qué había afuera? Y lo mismo puede decirse ahora: ¿qué hay por fuera de ese universo en constante expansión? Supuestamente, el tiempo mismo nació con la explosión, y no se puede pensar “un afuera” porque eso es todo, toda la existencia está autocontenida en ese punto que todavía sigue creciendo en tamaño. Obviamente va contra el sentido común y contra la experiencia, pero parece que es así nomás.
Nota madre
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