MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
El pronóstico de tendencias es un campo de investigación y de marketing que dialoga y se retroalimenta de la industria de la moda. Una mañana de fines de agosto en el Espacio Darwin y como plataforma de sus vaticinios de tendencias para el invierno 2016 y el verano 2017, la firma LycraInvista recurrió tanto a un corto de moda protagonizado por la cantante Rosario Ortega, dirigido por la fotógrafa Lucila Godoy y Nicolás Giarrusso, y por sobre todas las cosas a los atavíos y los saberes de la diseñadora Valeria Pesqueira. El resultado fue una pequeña pero contundente colección: de una monoprenda a un jardinero con las emblemáticas estampas de inspiración animal de la diseñadora a suéteres bordados con impronta arts and crafts, abrigos, pero también una colección de bañadores y de trajes de dos piezas que predicaron elegancia en negro y blanco y tropicalia. Los mantras de las cazadoras digitales de tendencias remiten a las categorías estéticas disímiles y complementarias –Artesano, Elemental, Excéntrico y Remasterizado–, pregonadas para el invierno venidero, y los criterios Cultura de Encuentros, Fronteras Urbanas, Ola Digital y Pausa, pregonados para el verano 2017.
Por un lado cada categoría estética tuvo su cubículo y pizarra con videos y collages visuales de cada casillero. Pero el eje conductor estuvo en el corto que simuló el método y la búsqueda previa de una diseñadora para trazar su colección. De luces de discoteca en azul y rojo proyectadas a modo de loop en la trama de una remera a rayas marineras, o los lunares impresos en un jardinero, a un posterior viaje scifi y onírico por un paisaje bucólico, con énfasis en detalles macro de árboles, gramíneas levemente góticas.
El trip de diseño hizo lugar a paseos en bote, enigmas con forma de triángulos bocetados en cuadernos vintage, la irrupción de teléfonos de disco en casitas del bosque. Ese hipotético viaje previo al desarrollo de una colección admitió un desfile de modas y modos, de kimonos en algodón y cintas de seda aptos para la pausa y práctica yogui o el modo spa hogareño. Lejos de la disco, la protagonista parece emprender cambios de alimentación, va vestida con zapatillas democráticas, una camisa blanca de varón y un bañador acarrea cítricos y prepara alguna pócima detox vestida con su traje de baño de dos piezas.
El martes 1º de septiembre, y en el comienzo de la pasarela Fashion Designers BA, (ahora con su denominación acotada y un nuevo logo con fondo rosa), una secuencia de luces rojas trazadas por Sergio Lacroix irumpiría en el comienzo del desfile de JT, emplazado en el Palacio Tattersall. Acto seguido apareció el apartado de la colección en rojo carmín; conjugó tango el gusto por la sastrería holgada como una silueta revisionista de anteriores desarrollos de la diseñadora Jessica Trosman, pero ahora focalizados a una línea para las adolescentes y remixados con nuevos artificios textiles que surgen de su taller-local en Villa Crespo, contiguo a la cancha de Atlanta. Allí y desayuno mediante en Yeite, el café con rescates de la gastronomía judía que complementa a la tienda, suele recibir a las cronistas y editoras de moda un par de días previos a su show. La diseñadora destacó que las morfologías surgieron alrededor de los múltiples usos y variaciones sobre un chaleco de pescador y que lejos de mirar las tendencias, indaga en su acervo. Juegos de opuestos entre vestidos maxi y mini, los pantalones holgados y otros que van ceñidos con lazos dignos de devotos del bondage. Como complemento, la paleta azulina (iluminada a tono) ofreció una secuencia de novedosos y refrescantes patchworks de lino que recordaron antiguas técnicas de bordado japonés.
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