ARTE
¿Es posible materializar el tiempo? ¿Qué instante lo definiría mejor, en cuál dejarlo atrapado? ¿En el que promete una acción o en el que la acción se consuma? Silvia Rivas, artista visual, viene preguntándose hace al menos 15 años sobre la calidad del tiempo, proponiéndolo como espacio habitable y a la vez asfixiante de tan acotado. En Momentum, su última muestra, retoma estas reflexiones y genera imágenes cautivantes.
› Por Cristina Civale
Momentum, la obra actual de la artista visual Silvia Rivas, exhibida en estos días en RolfArt, indaga exhaustivamente sobre el concepto “tiempo” y se emparenta directamente con su exposición Notas sobre el tiempo expuesta en 2001 en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Podría decirse que en ese grupo de obras se encuentra la gestación de la obra actual. Allí, indagaba sobre las cualidades ambiguas y contradictorias del tiempo a través de doce instalaciones que trataban de definir, escenificándolo como un gran mecanismo, medidas de tiempo y sus posibles percepciones. “Fue mi primer proyecto de video-instalación y a su vez el más ambicioso, logré llevarlo a la realidad porque en 2000 obtuve la Beca J.S. Guggenheim para realizarlo”, cuenta la artista a Las12. Luego en 2005 en el MANBA montó la video-instalación Todo lo de afuera donde se centraba más en el cuerpo como límite y agente para percibir un entorno que le es irremediablemente inaccesible.
Sus indagaciones sobre el tiempo atravesaron todo el corpus de su obra más reciente; así sucedió con Zumbido, presentado en Malba en 2010 y la serie completa el año pasado en el Museo Castagnino de Rosario. En la obra se muestra, en una serie de acciones, la tenacidad de luchar contra aquello que en caso de poder vencer o dominar será sólo en forma transitoria. Nuevamente el sujeto, aquí un puñado de moscas, en relación a un entorno que le es ajeno, en el que puede influir pero nunca confirmarse. “En un contrapunto formal de imágenes y sensaciones, los videos Zumbido (dinámicas) y Zumbido (trama incesante), muestran la irrupción de una mosca y el impulso natural del hombre por apartarla. En un juego de movimientos y de sonidos, esa batalla va in crescendo y quedamos capturados por la escena. Nos detenemos, la admiramos y la disfrutamos. Una verdadera coreografía con las manos que van urdiendo la tela en una danza de caza, casi como si fuera un juego de niños”, explicó en su momento Franklin Espath Pedroso, curador de la exposición.
Su formación tanto formal como informal fue sólida, diversa y también se podría decir que lúdica. “Nací en Buenos Aires en abril de 1957 –cuenta Siempre supe que me iba a dedicar a esto. Me formé ‘formalmente’ en la Escuela de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” donde me recibí de profesora de escultura. Paralelamente me formé ‘esencialmente’ asistiendo al taller de la calle Cangallo de Kenneth Kemble. Ahí, en ese momento, tenían sus talleres Víctor Grippo, Pablo Suárez, Gorriarena, Smoje… e iban y venían otros. Asistí a grupos de reflexión con Grippo, eso fue lo mejor. Luego trabajé como profesora de dibujo en el taller de Kemble, lo que fue interesante y muy, muy divertido”.
Si bien su obra tiene mucho de reflexión filosófica también tiene mucho de juego. Se ve claramente en su última creación. En Momentum, Rivas insiste con la ecuación de desmenuzar el tiempo, como si toda su obra se tratase de un infinito work in progress. Aquí la vemos batallar, tratando de definir el drama de un instante y la condición del ser humano habitando un momento como si se tratara de un espacio acotado.
Inició su carrera como escultora y pintora. En la pintura, los dibujos o los objetos, siempre trabajó la materialidad como tal y como recurso espacial. El video es el soporte o “materia” que se ajusta con más naturalidad a su temática recurrente, la temporalidad está implícita en el soporte, pero al no poner el acento en lo narrativo ni estructurarlo en términos de principio y fin pareciera que el tiempo y sus ritmos se manifiestan más claramente, como una entidad en sí misma, como un territorio en el que los eventos acontecen. De esa manera articula un espacio para generar entornos de inmersión sensorial y así señalar algo tan común como una vivencia o quizá tan metafísico como una vivencia. Sin embargo, recién en 1998 empezó a trabajar con la imagen en movimiento. “Cuando trabajaba en una serie de obras sobre papel y sobre acero con la idea de señalar a través de la imagen esa doble característica del tiempo de dejar huellas y borrarlas en una misma acción relata a Las 12, cómo opera sobre la memoria y los objetos. Luego, pensando el tiempo como un espacio que incluye y se abre en otros simultáneos, quería adjudicarle una materialidad y definirlo cualitativamente, la imagen en movimiento, con su sintaxis temporal, me permitía modelar variables sobre esa base poética”.
Del tiempo le atrae la dualidad, lo escurridizo, lo omnipresente en nuestro pensamiento.
Las tres piezas que forman la muestra exhibida actualmente en RolfArt y que fueron exhibidas recientemente en la prestigiosa feria Paris Photo, vuelven sobre esta temática tratando de acotarla aún más. Las obras de la serie fueron elegidas junto a la curadora Valeria González. Momentum es una serie que tiene distintos núcleos cuyas piezas requieren determinados dispositivos. Toda la serie intenta aislar y definir lo inminente, transmitir esa vivencia: ¿Cuál es el lapso de tiempo posible para esa certeza, o para la certeza de lo irreversible? Estas tres obras, junto con Demora, ( actualmente expuesta en el CAC de Muntref), son como escenas mentales, los otros videos de la serie comparten la misma obsesión pero tienen otra coloración y dramatismo. “Para la elección de este conjunto –cuenta Rivas fue determinante que en Rolf se entusiasmaron y quisieron arriesgar con la obra Retard, que se convirtió en la pieza fundamental de la muestra, y en el momento de planear el montaje estaba en proyecto. Nos pareció que esa sala de dimensiones acotadas en un edificio clásico era ideal para la materialidad y el tempo de esa obra”.
De este modo, las tres piezas que conforman la muestra hablan del momento en el que se percibe algo como una suspensión, un retraso en el tiempo.
En Retard, eje de la muestra, se puede apreciar la imagen de una mujer dando un paso que no concluye y su perfil grabado en mármol de carrara intenta fijar una conclusión como se intenta fijar un instante en la memoria.
“Trato de definir el instante previo a cualquier acontecimiento como una posible unidad de tiempo –explica Rivas, una unidad en la que la medida convencional se detiene, señalar en la inminencia la densidad de un instante, estirarlo, retener su fugacidad”.
La imagen, como toda imagen, es un rastro de luz, una proyección, donde Rivas intentó poner de manifiesto el carácter intangible que comparte con el tiempo. A esta instalación se integró el sonido de la pieza Aliento de Santiago Santero que es la capa sensorial que termina de poner todo, se podría decir “a flotar”.
En la pieza Sucesión, una mujer y su mismo paso se repiten en una secuencia de imágenes en las que un pequeño retroceso, como un titubeo es casi imperceptible. Esta escena y su gesto mínimo se aísla en una pequeña pantalla industrial en un ángulo de la galería.
La tercera pieza, es Soltar-Caer, es un díptico en el que una mujer y el reflejo de ella misma sueltan y caen simultáneamente. En esta obra, a diferencia de la demás, la mira está puesta en una acción, en un impulso originario y su consecuencia, que se repiten abrupta e indefinidamente. “Soltar, caer, soltar para dejar caer, soltar para precipitarse, precipitarse para abandonar, dice Rivas para liberarse, soltar para liberar para liberarse para abandonar y abandonarse. Un juego de infinitivos que se propone mostrar el presente como desenlace”. Podría pensarse que en todas estas indagaciones y específicamente en este conjunto de obra la intención se encuentra en detener el movimiento en esa insistencia de repeticiones temporales. Sin embargo, Rivas explica que su “intensión no es detener el movimiento, no es fijarlo como pretende una talla en mármol, por eso uso la imagen de video, pero me interesa jugar con ese borde, servirme del medio electrónico y la imagen en movimiento para finalmente registrar la quietud o como en este caso una escena casi suspendida y así volver una vez más al intento de materializar el tiempo”.
Para poder comunicar al espectador la intensidad y el espesor de ese “momentum” dividido en estas tres piezas, la artista trabajo? con actores y con equipos de filmación de altísima definición. Las performances fueron realizadas por bailarines bajo la dirección de Gustavo Lesgart y la mujer de la imagen de la serie es Valentina Azzati. “Tal vez nuestra potencia se manifieste como vivencia solo en el instante previo a cualquier desenlace, en la condición de vértigo, en la sensación de despertar en el aire afirma Rivas a modo de statement y concluye: “Pienso en nuestra previsión acelerada del futuro como amenaza o posibilidad y en ese momento a partir del cual se produce un cambio, mínimo o radical, no importa, pero clarísimo en nuestra percepción solitaria, es cuando, como una epifanía se manifiestan nuestros límites y posibilidades”.
En RolfArt
Posadas 1583 PB “A”
Hasta el 8 de enero de 2016
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