Vie 04.12.2015
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MIXTURAS

Razón y corazón

Elli Medeiros tocó con The Clash, se volvió una fuerte activista vegana y dejó la música para dedicarse al cine. Con un pie en París y otro entre Montevideo y Buenos Aires, estuvo aquí para presentar Brisas Heladas, la película de Gustavo Postiglione en la que interpreta a una mujer que hace de su sexualidad una bandera contra los prejuicios. Al borde de la sexta década piensa dirigir un western y opina sobre los atentados que sacudieron a Francia el 13 de noviembre.

› Por Silvina Herrera

El punk, el glamour y el compromiso militante parecen características muy disímiles, pero cuando se juntan dan como resultado una personalidad especial. Elli Medeiros empezó como cantante en la banda francesa Stinky Toys, siguió con canciones pop en los 80 y un marcado interés en su aspecto que para ella es una cuestión artística. Después se ligó al cine, fue pareja de Brian de Palma, se convirtió en actriz, y acompañó todas sus actividades desde una participación militante a través de sus actitudes cotidianas y su conducta individual, porque el mundo se cambia desde lo que se hace todos los días. Nació en Uruguay, a los cinco años se fue a vivir a Francia y con su grupo compartió escenario con The Clash y Sex Pistols. En un festival de Toulouse conoció a Gustavo Postiglione el director de la película Brisas Heladas, en la que interpreta el personaje de una mujer sexy y atractiva, que enfrenta a su marido para alcanzar sus propios objetivos. Ahora su vida trascurre entre Paris y Montevideo, ya que tiene dos hijos en cada lugar.

Medeiros está cerca de los 60 años, pero despliega una jovialidad que la aleja de la imagen de mujer mayor y acartonada, porque sigue haciendo lo que tiene ganas. Desde que empezó en la música dejó de comer carne y se define como “punk y vegana desde siempre”. “Dejé de comer ciertas cosas siendo muy chica cuando fui tomando conciencia de lo que era. La lista de las razones es interminable, empezando porque no quiero comer animales, alguien que me puede mirar a los ojos. También hay razones ecológicas y económicas. Si fuéramos todos veganos todos podríamos comer y no estaríamos destruyendo la naturaleza para poner transgénicos y explotar a las clases bajas”, aseguró.

Su relación con el cine argentino empezó con su participación en la película Leonera, en la que hace de madre del personaje principal que pasa sus días en la cárcel. Contó cómo llegó a formar parte del elenco de Brisas Heladas: “Conocí a Gustavo Postiglione hace años cuando él estuvo en Francia para presentar El asadito en el festival de cine latinoamericano de Tolouse. Después nos volvimos a encontrar por Facebook y un día me llega un mensaje diciéndome que hay un personaje particular en la película que estaba preparando que sería ideal para mí. Me contó el personaje y la película y me gustó la idea de un policial tarantinesco y un poco auto caricaturesco. Hacer una especie de femme fatal me pareció genial. Me mandó el guión, pero con un guión podés hacer 15 películas diferentes, lo importante es la idea del director. La manera colectiva que tienen de trabajar me pareció muy interesante. Norman Briski está espectacular, las escenas con él fueron delirantes. Es como una estilización exagerada que es un riesgo, no es completamente natural, pero me parece que funciona bien”.

La idea que tiene ahora es volver un poco a su Uruguay natal para dirigir su propia película. “Voy a dirigir una especie de western de anticipación, sería mi primera experiencia en un largometraje. Por supuesto también va a haber música”, aseguró.

Paris Je t’aime

La entrevista se realizó un día antes de los atentados terroristas que dejaron 130 muertos. No sabía lo que iba a pasar pero lo presagiaba por el clima que se estaba viviendo en Francia y que la tenía pendiente de la situación: “La realidad en Francia es triste. Hollande dice que es socialista pero en la práctica es tan de derecha como Sarkozy. El otro día mataron a una joven embarazada de 23 años porque tenía el velo musulmán. Es tremendo el odio que se está propagando. La sociedad está dividida entre quienes son cada vez más extremos y los que tratamos de resistir el avance de la violenta discriminación. Laico no quiere decir que la gente no pueda expresar su religión, tiene que haber libertad para todos y respetarse. Pero esta no es la idea que prevalece en Francia hoy”.

Dos días después, mandó un mail en el que explicaba cómo se enteró de los atentados: “Un periodista francés me preguntó cómo me sentía, y cómo había vivido los atentados. Cuando empezaron a salir las noticias estaba haciendo una nota y fotos en la calle y al volver me encontré con muchísimos mensajes, de mucha gente que pensaba que estaba en París y querían saber si estaba bien y yo no entendía qué pasaba. Tuve muchísima suerte porque pude comunicarme con mis dos chicos que viven en París inmediatamente y estaban bien, y la familia y los amigos también, pero conocidos y amigos de amigos fallecieron”. Las opiniones se multiplican, los intentos por entender tanto odio, las reacciones distintas. Elli Medeiros lo sintió de cerca y tiene su idea formada: “Cuando decís que tenés el corazón roto, nunca correspondió tanto esa imagen a la realidad. Pero el corazón no es como un objeto cualquiera, se rompe una y otra vez, y la verdad es que como está el mundo, desde hace tiempo, cada mañana se te cae a pedazos, tanto sufrimiento, como ahora en París, en Palestina, Beyrouth, Turquía, la lista es sin fin, Siria, Irak, Yemen, Amazonia, Patagonia. Hay que encontrar la manera de avanzar y estar atentos, informarse, porque si no, una se deja llevar, arrastrar, manipular, sobre todo en momentos así. Desgraciadamente, al mismo tiempo que mucha gente mostró valentía y solidaridad, inmediatamente salieron las recuperaciones políticas, las acusaciones y amalgamas, la islamofobia y las agresiones contra musulmanes, como si esto fuera religioso. Esto es contrario a cualquier principio religioso, como si dijeras que el KKK representa a los cristianos. Ahora en Francia, como en todos lados, es como si se enfrentaran dos corrientes, una hacia la unidad, para salir de este sistema, y los que siguen tirando gasolina al fuego. Tanto la razón como el corazón tendrían que guiarnos”.

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