¿No basta con los casos que se difunden a diario tanto en nuestro país como en el exterior? O acaso, ¿se trata de utilizar el recrudecimiento de violencia hacia las mujeres porque es un tema de agenda? Difícilmente estos interrogantes coincidan con el propósito de este encuentro donde se unen propuestas comprometidas desde el arte con una convocatoria que no renuncia a mantener en pie su fin inaugural pese al casi nulo apoyo desde el gobierno de la ciudad y de Nación. En este Segundo Festival Nacional de Teatro sobre Violencia de Género, que se desarrolló del 26 al 29 de noviembre, uno de los lemas desde la comisión organizadora instaba a considerar el hecho teatral como “herramienta de lucha contra la violencia hacia las mujeres”. Contó con el apoyo de El Museo de la Mujer, feministas independientes, CCeba y el Complejo Teatral El Vitral, donde se realizó. Este año se seleccionaron 14 obras de entre 10 y 55 minutos de duración, siendo tres de ellas internacionales (Bolivia, Uruguay e Italia) y otra invitada de Mar del Plata. A su vez, el festival se dio en paralelo con Colombia, Bogotá.

Entre las piezas teatrales que se sumaron desinteresadamente a participar, Las12 conversó con algunxs directorxs y elencos para hacer un balance del Festival. En Jackelin tiene un límite Adriana Caruso interpreta a una mujer que durante 20 años salió con un hombre casado que siempre la relegó. Cuando decide ponerle un fin, la muerte de éste le da un giro inesperado. Ariana aclara sobre el encuentro entre elencos: “fortaleció las diversas miradas y poéticas desde las cuales se puede abarcar esta temática. Acercar al público a este tipo de propuestas y que respondan tan sensiblemente nos estimula”. También se contó con obras que realizaron giras por el interior y exterior o funciones en colegios secundarios, otro nexo de concientización. En Si Wanda estuviera un asesinato en defensa propia condena a Clara ante un Estado que la deja desamparada. Nancy Arts, coordinadora de Despatriarcando –espacio de arte y comunicación no sexista– y protagonista de la obra cuenta: “El agradecimiento y una pregunta resonaba en el público: “¿Ahora qué hacemos con ésto? Y surgió entonces la coincidencia en los espacios colectivos como impulsores. Algunos hombres se fueron, dijeron, no siendo los mismos. Y, del encuentro de elencos surgió la necesidad de conformar una red de artistas para llevar el festival a otras provincias, con especial énfasis en el conurbano”. Marcela Robbio, directora de La Varsovia, centrada en la trata de blancas de la Zwi Migdal, reflexiona: “Haber participado del Festival significó un compromiso ideológico compartido con los demás elencos y la organización y un nuevo desafío estético. Es mi deseo que podamos continuar, difícil tarea ya que no se tuvo ayuda alguna”.

Entre las obras destacadas se encuentra Desbordadas (Bolivia-CABA), con dramaturgia y dirección de Samadi Valcarcel, donde tres intérpretes dan cuerpo a monólogos breves y activos, conectados a la música en vivo, rodeadas de 200 cajas de cartón y vestidas del mismo material, “representando el carácter frágil y móvil de sus recuerdos”, como aclara la autora. Preciosura de Pía Rillo; En el fondo de Pilar Ruiz y La última vez de Mónica Salvador y dirección de Alejandro Fiore. El Festival también ofreció charlas post –función, mesas sobre Ni una menos y experiencias de teatro de mujeres y género, con periodistas y artistas invitados. Sandra González Altea, de la Comisión organizadora agrega sobre ésta última: “Los proyectos se gestaron desde la necesidad de expresar nuestras cotidianidades. Una vez concluida la escritura observaron que sí hablaban de violencia de género, quedando expuesta la peligrosa naturalización de las diversas violencias”.

Más información en: festeatrosobreviolenciadegenero.blogspot.com.ar