COSAS VEREDES
En España, el Ministerio de Empleo de Rajoy publicó una guía que sugiere a sus empleadas no maquillarse (demasiado), no llevar tacos ni lucir perlas. Tampoco vestir jeans o prendas ajustadas… salvo que sean jóvenes y de complexión delgada.
› Por Guadalupe Treibel
Acaso emulando la fórmula franquista que, en la década 50, dispuso el archiconocido instructivo Economía doméstica para bachillerato y magisterio como preceptiva guía con “sugerencias” para la esposa ideal, el actual Ministerio de Empleo y Bienestar Social español ha publicado un “manual de estilo” para la formación de empleadas de ensueño. Claro que, a diferencia del texto presuntamente escrito por la falangista Pilar Primo de Rivera -hija del dictador Miguel, hermana de José Antonio, fascista fundador de la Falange-, el “moderno” escrito no apunta tips hogareños sobre cómo comportase con el “amo de la casa” (léase, el esposo), del modo que lo hiciera la madrileña en tiempos de Franco; recomendando ella por entonces, encender un fuego en la chimenea para que el maridito se relaje después de un arduo día de trabajo; eliminar zumbidos de lavadora o aspiradora para no inquietar su descanso; quitarle los zapatos; dejarle hablar primero… No, por supuesto que no. Empero, el documento sí se despacha con puntos que recuerdan a otros tantos de aquel momento, igualmente espeluznantes, del tipo “Retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él”, “Habla en tono bajo, relajado y placentero” o “Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... Si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche”.
Finalmente, ¿de qué otro modo podría interpretarse que un manual con sello estatal, distribuido en cursos de la Escuela de Inspección de Trabajo, dependiente del mentado ministerio, incluya para sus empleadas recomendaciones del tipo “Lleve unos panties de repuestos en el bolso”? O, para el caso: “Al trabajo tampoco se acude con tacones de aguja de seis o siete centímetros de alto por motivo de estética y de profesionalidad”. O bien: “El perfume: en principio, no deberíamos acudir al trabajo con perfume. Si queremos que nos tomen por lo que somos, unas profesionales, usaremos en las horas de trabajo una fragancia fresca y ligera”. O, para acentuar la seguidilla de desaciertos: “Es preferible la discreción al exceso. Durante el día procuremos no lucir perlas (se consideran demasiado formales) ni cristal de roca (por su brillo)”. En resumen, para el departamento a cargo de la ministra Fátima Báñez, nombrada a fines de 2011 por el presidente Mariano Rajoy, una buena laburante -independientemente de cuán bien se desempeñe en sus tareas- no olvida calzones extra, ni se calza tacos, ni se emperifolla con aromas ¿controvertidos? De más está decir: nada de bling bling. También es “prudente a la hora de repartir brochazos”. El maquillaje, “siempre discreto y natural”; aunque -ojito con este warning-: “Independientemente de cuál sea nuestro ámbito laboral, jamás iremos a trabajar con la cara como si acabáramos de salir de la cama”. Por cierto, amén de dar “una imagen elegante y conservadora”, la empleada también hará carne la siguiente máxima: “Es de pésimo gusto retocar el maquillaje o vestirse delante de los demás, aunque sean personas de confianza”…
Afortunadamente, han ido por lana y volvieron trasquilados. Porque ni bien trascendió la noticia del mentado manual, cantidad de voces espontáneas expresaron su repudio en redes sociales, al son de “Ya lo sabéis, chicas, ¡y todas a misa de las 12!” o “No nos toman en serio. Parecerá de otra época, pero no lo es”. No fueron los internautas los únicos en manifestarse contra estos consejitos infestos de sexismo recalcitrante; también lo hicieron sindicatos varios (a tal punto el toletole). Entre ellos, la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT), que denunció públicamente “el tono machista, paternalista, insultante y vergonzoso del escrito”, “la falta de rigor de las actividades formativas que ampara la Escuela de formación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social” y “el uso inadecuado y sin control del dinero público para pagar estudios a consultoras externas, esta vez en actividades formativas”.
El último punto refiere al hecho de que la confección del manual fuera tercerizada, llevada adelante por una empresa contratada que, por unos cuantos miles de euros, entregó el texto del horror. “Según Empleo, el manual, con membrete oficial del Ministerio, la Inspección de Trabajo de la Seguridad Social y la propia escuela, ‘no tiene nada que ver’ con el departamento de Báñez. La culpa es de la empresa a la que se subcontrataron los materiales, Equipo 7 Consultores, que ha remitido a Empleo una carta de disculpa e introdujo esos contenidos ‘por su cuenta’, según ese portavoz de Empleo”, informa la web ElDiario.es. Continúa la nota: “En la carta de disculpa, con fecha 18 de diciembre, el director general de Equipo 7 Consultores ‘asume la total responsabilidad en proporcionar por error, contenidos de un curso no adaptado’, por tratarse de material lectivo que, ‘por descuido injustificable, no se revisó y no se adaptó al colectivo al que iba dirigido’”.
Empero, cabe preguntarse: ¿a qué colectivo laboral sí podría dirigirse una guía que pide a las mujeres considerar “la edad, la constitución corporal y la silueta” al momento de empilcharse? A ninguna trabajadora, fuere del área que fuere, puede decírsele tan a las anchas -como lo hace el documento- que “los vaqueros y, en general, todo tipo de prendas ajustadas al cuerpo son para gente joven y de complexión delgada”. O bien: “Evitaremos telas con los adornos muy elaborados y colores muy llamativos durante el día, especialmente por la mañana, la tarde es más permisiva”. “Especial cuidado con los accesorios (…) deberán combinar en tamaño, diseño y color con el resto de nuestra indumentaria”. “El bolso, el cinturón y los zapatos serán de piel y de diseño discreto, nunca puntos focales de atracción de miradas”. En fin…
El colmo de la ironía es que, como anota el mencionado sitio, “Inspección de Trabajo es el organismo que vela para que no haya elementos sexistas en las relaciones laborales, entre otras cosas”. Al menos, el departamento liderado por Báñez hizo algo más que desentenderse de la responsabilidad del caso: también mandó a retirar el texto de circulación, evidentemente obligado por las circunstancias.
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