Siempre aparece cálida, una chica de barrio que está ahí, en la tele, como de casualidad. Protagonizó varias novelas que fueron todo un éxito sin terminar de creérsela. Una actriz que parece como cualquiera de las televidentes y, además, se quedó con el más lindo. Nancy Dupláa refuerza esa idea en cada entrevista, y casi nunca se aparta del sentido común: cuenta de su dieta, su maternidad, su pareja, incluso habla de la militancia política, siempre desde ese lugar amigable y reconocible: es una más. Desde que en 1994 irrumpió como la Mariana de Montaña Rusa, el público la acompaña sin exigirle excelencia actoral, sino más bien le cree por esa cercanía tan difícil de encontrar en la farándula.

Ella sufrió los embates disciplinadores del patriarcado: le dijeron gorda, la cuestionaron porque comenzó su romance con Echarri –cuando protagonizaban Los Buscas de Siempre– sin haber terminado con Matías Martin. Ya se sabe que la libre elección amorosa no es tan festejada en mujeres como en varones. Ella sigue sonriendo, y cuenta en las revistas femeninas más clásicas cómo se impermeabilizó. “De mí se dijeron cosas muy feas”, recuerda. Pero igual aclara que está haciendo una dieta y entre risas –que parecen brotarle todo el tiempo- dice comprensiva que “a los hombres no les gusta que les rompan las pelotas”. Porque Nancy, a quien esta columna banca por bancársela, no cuestiona los estereotipos de género. La palabra feminista jamás será asociada a su nombre y guay que se le escape alguna crítica a la organización patriarcal de la sociedad.

Claro que la querríamos más si alguna vez se planteara que muchas de las críticas las recibe porque romper el molde debe ser castigado, y que no se trata de un orden natural. Dicho esto, también se recuerda con gozo su temprano romance de ficción con Emilia Mazer en Verdad/Consecuencia, donde despertó la devoción de las chicas que gustan de chicas.

En todo su derecho de decidir, ella dice que lo más importante de su vida, lo que más le gusta, es ser madre. Eso no le impidió tomar el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y posar en una foto en noviembre del año pasado, cuando unas activistas se lo propusieron.

Porque nadie es perfecto, no se encuentra ni una frase “jugada” de Nancy respecto de los temas que nos desvelan en este suplemento. Pero aún así, sigue siendo esa chica sonriente que hace creer que cualquiera podría ser su amiga. Como les pasó a tantxs que siguieron entusiastas el devenir de su romance con Daniel Hendler en Graduados, el gran éxito de 2012 del que fue protagonista.

Nancy también supo afrontar las consecuencias de su elección política. Paga costos por adherir al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, una militancia que ella cifra en haberse sentido “escuchada”. Las grandes definiciones ideológicas o políticas no son lo suyo, pero se plantó con fuerza a favor del modelo. Le valió escraches, cuestionamientos, que los tildaran de corruptos a ella y a Pablo. Ellxs no se amilanaron y siguieron haciendo lo suyo. Militaron por Axel Kicillof, salieron a la calle a bancar a Daniel Scioli. Por entonces, ya se había postergado el estreno de la novela La Leona, que se viene anunciando desde mediados del año pasado. Ahora tiene fecha: el 18 de enero, a las 22, por Telefé. Será la historia de la delegada de una fábrica que descubre la fuerza de su mandato cuando debe oponerse a inversores que llegan con la intención de vaciar la empresa. Parece que será descriptiva del paisaje social que todos los días se resquebraja un poco más. Producida por El Arbol, la productora de Echarri, él aseguró que el papel de Leona está pensado a medida de Nancy, que sí, también, da la sensación de ser una mujer con garra. Ser kirchneristas, en épocas de caza de brujas, los puso a tiro de una campaña en las redes sociales: “Decile no a la leona”. Una razón más para prenderse al televisor a disfrutar de un elenco que también integran Miguel Angel Solá y Susú Pecoraro y para ver una heroína obrera, segura de pelear por lo que le corresponde.