“Bésame, bésame mucho. Como si fuera esta noche, la última vez…”, se arrebataba de deseo exacerbado la mexicana Consuelito Velázquez en aquella proclama pasionaria que, desde que fuera compuesta a sus precoces 16, continúa sonorizando –en voces muchas– amores de bolero. Pues, acaso siguiendo la fervorosa línea del “Quiero tenerte muy cerca, mirarme en tus ojos, verte junto a mí”, una fotógrafa española se dispuso a hacer precisamente eso: besar.

Dispensando ósculos de telenovela a distintos muchachos (uno por sesión) en distintas locaciones, seleccionadas y dispuestas para contribuir a la escena del romance (o más bien, representar el cliché romántico). Así, en jardines privados, suites de hotel, museos, a los pies de un baño de espuma, entre caballos, en islas paradisíacas o, por qué no, en las puertas del Edén, la madrileña Marta Soul (1973) deja que su alter-ego pelirrojo se trence en arrumacos con amantes emperifollados, amén de dar forma a Idilios, serie –expuesta en muestra de Estados Unidos, España, Italia, Guatemala, etcétera– donde la artista cuestiona la situación estereotipada del galanteo.

“El beso es el acto único y principal. En él está la satisfacción inmediata, comienza y acaba toda la escena narrativa. Es el elemento iconográfico en la imagen. Lo que hace la protagonista es consumir del modo más pleno posible ese momento”, esgrime la artista, sin dejar de aclarar que “el hombre aparece como partenaire de la mujer: es un elemento más en vez de un coprotagonista, y por lo tanto, va cambiando con el escenario. Así, la acción queda en cierta medida deshumanizada por esa reiteración de instantes que priman la luz, el lujo y las formas por encima del sentimiento. Solo la renovación constante parece ser el camino para colmar nuestro ideal”. No por nada, los rostros se esconden, y los cuerpos –cuidadosa y mononamente orquestados– dicen más que mil palabras confesionales… ¿Reflexión sobre el consumismo de lo prototípico? ¿Sobre lo efímero, el amor y las apariencias? ¿Sobre las experiencias intensificadas? Sin duda. Sugerentemente estilizadas con colores saturados, pilchas fifties y reminiscencias al Hollywood de antaño.

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