Vie 22.01.2016
las12

PERFILES

El aburrimiento

Catherine Fulop

› Por Flor Monfort

Un paneo por los sitios de chimentos y afines redunda en cuerpos de mujeres casi desnudos, tostados por el sol, híper delgados y trabajados desde la mañana temprano. Tal es el caso de la China Suárez que manifiesta un deseo por tener “el culo en la nuca” y se exhibe entrenando con un señor la técnica del boxeo. La modelo María Vázquez hizo una producción subida a un caballo para la revista Hola! portando una bikini diminuta (raro el efecto del galope equino sobre los volados de un soutien marrón) y la también modelo Pampita Ardohain se muestra en dos piezas extra small sosteniendo en brazos a su hijo chiquito, por suerte rozagante el niño, mientras un filoso omóplato le sobresale de la espalda. La joven Oriana Sabatini, de vacaciones en el Caribe con su novio, deja que él le saque una foto desde atrás posando aparatosamente en esa típica torsión que los ´90 llevaron a la categoría de imprescindible del verano y consigue más de 35 mil aprobaciones via instagram. Los emoticones que celebran la imagen ponen medallas de oro y trofeos que se le deberían entregar al muchachito por poseer a la dueña del paisaje. Todo en clave de propiedad, familia y tradición de ir a Punta del Este, broncearse hasta el melanoma y fingir siempre pasarla mucho mejor que el resto de la población fofa, blanca y celulítica.

En ese panorama hartante para todxs aquellxs que preferimos ver un mapa de corporalidades de diversas coordenadas y goce sin cartón, es que la actriz y conductora Catherine Fulop redobla la apuesta de su hija famosa y se auto inmortaliza junto a su cada día más tallado marido, el hermano de Gabi. Ella está leyendo un libro, “Y las montañas hablaron”, y para demostrarlo lo pone cerca de su entrepierna, lugar de usual confusión entre los objetos y el cuerpo cuando una está en la playa. Lo hace un día después que Ori y los medios celebran la comparación. “Catherine Fulop no quiere ser menos que su hija... y sube la temperatura en las redes sociales” titula uno de los diarios más vendidos del país, y hace referencia a ese juego en el que todxs entran: el de que todas las mujeres competimos siempre por todo, pero sobre todo por quién tiene más dura, más linda, más parada, más brillante y más joven la carne, la piel y el pelo. Es triste la insistencia pero mientras haya actrices para la farsa habrá consumidores, que aburridos tal vez por la modorra de este verano deprimente, se suben al trencito de la disputa. “Catii tiene 50 y ese potooooo??!?!? Por mi k la maten a la nena y me ensierren con la javie a reproducirmeeeeee” dice kanutto54 y el comentario parece tan chévere para el resto de los lectores que todos festejan ya sea con figuras de aplausos como con frases afines “vení a kagar a k-sa” dice looserinho o “ova, vos tenés hermana famoza y mujer infartante y yo tengo una hermana que es moza y una mujer que mejor tener un infarto” según VitoCorleones_. Risas y telón, oscuridad que tapa el bosque de los cuerpos que flotan sin censura en las playas, los campos, las lagunas y los patios donde se puede mostrar sin ser censuradx, gozar hasta el delirio y arrobar la poética de la estría, los rollos y la grasa. A ver si reivindicamos todo eso que parece sobrar y dejamos el talle único para el pasado donde además de adorarse las poses fallutas en paraísos impostados se chorrea estereotipo de toda calaña: como la mujer-bruja versus la mujer diosa, el culo como destino más deseado, pero solo si está firme y planchado, el tiempo como el gran enemigo a combatir, los cincuenta como los nuevos treinta y demás paparruchadas que amplifican el efecto sórdido de la madre a la que no se le tiene que notar la edad, a la nena que se le tiene que notar que entrega y a la esposa que tiene que parecer que no jode y solo se dedica a inflarse el “poto”.

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