Vie 22.04.2016
las12

ALBUMINA

Bajo un arco iris plástico

“¡Larguen todo y deténganse a ver estas recreaciones miniatura de moteles mediocres!”, recomiendan con cierto frenesí algunas voces internetianas, evidentemente emocionadas por la última serie de Anna Carey, artista australiana con residencia en Melbourne. Tal cual explicita la frase arrebatada, se trata precisamente de pequeñas maquetas que recuerdan –y rinden homenaje– a aquellos hoteles típicamente 50s desperdigados a los costados de las rutas norteamericanas, tan kitsch y fibrocemento. “La fascinación de AC por la arquitectura de mediados del siglo XX surge al crecer en la Costa Dorada de Queensland, donde estuvo expuesta a este tipo de edificios durante los primeros 20 años de su vida. Más tarde, durante un viaje a Los Ángeles y Las Vegas, en Estados Unidos, Anna pudo observar muchas de las fachadas originales que influenciaron el estilo arquitectónico de su ciudad natal”, anota el sitio web de la muchacha, dando las razones que devinieron obra. Cada pieza, un proceso: dibujar, esculpir, fotografiar, amén de eternizar los modelos pastel con –generalmente– exuberantes piscinas al frente, las señales de neón, nombres como Stardust y Blue Angel, y la promesa de interiores alfombrados con, ejem, dudosa pulcritud.

“Así como las casas europeas parecieran representar el pasado, el lugar donde nací siempre intentó mirar el futuro, lo nuevo. La Costa Dorada miró a EE.UU. para inspirarse y construir sus propias creaciones edilicias. Cuando estuve allí, mis recuerdos de infancia comenzaron a volver. Mi trabajo se basa en todas estas experiencias; los moteles son una combinación de distintos lugares”, explica la muchacha a revista Vogue, aclarando que poco le interesa si estos moteles están desapareciendo del paisaje norteamericano: “Lo que genuinamente me importa es la sensación de desorientación: la pérdida del pasado y el estado transitorio en el que estos lugares se hallan hoy en día”. “Estoy recreando la ilusión”, subraya la artista. Y suma cierta lectura: “Cuando otros países, como el mío, comenzaron a duplicar estas estructuras-realidades, que el arquitecto Robin Boyd llamó ‘paraíso de fibrocemento bajo arcoíris de pintura plástica’, acabaron creando una tercera experiencia”. Más en www.annacarey.net

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