Aunque escribió muchísimos cuentos para chicos, había uno que cuando se lo citaban, volvía su sonrisa más dulce y su mirada más azul: “La señora Planchita”, un superclásico de Graciela Cabal acerca de las tareas domésticas pero rompiendo amablemente estereotipos desde su refrescante enfoque feminista. Nos duele de verdad tener que hablar en pasado de esta valiosa escritora que además de producir ficciones encantadoras apropiadas para niñas y niños, firmó relatos para grandes, pensó ensayos sobre los temas que le importaban mucho, como Mujercitas ¿eran las de antes? El sexismo en los libros para chicos, recordó autobiográficos Secretos de familia y contribuyó al equilibrio de la naturaleza con textos ilustrados acerca de La vida de las plantas, Los amigos de los bichos y las plantas o pidiendo S.O.S. planeta en peligro. La incansable y fecunda Graciela entre un seminario y un taller, entre una sesión de narración oral y la dirección de la revista La Mancha, papeles de literatura infantil y juvenil, publicó una preciosamente ilustrada –por Dora Cavallero– Biblia contada por Graciela Cabal, y también, bajo la consigna Entender y Participar, respuestas en forma de libro a preguntas como ¿Para qué sirven las leyes?, ¿Qué pasa a dentro del Congreso?, ¿Qué pasa en el Congreso?, y así por el estilo. Pero sin duda fue en los cuentos infantiles donde G. C., una persona noble y solidaria siempre dispuesta a tender las dos manos, juguetona y traviesa, dejó aflorar la chica que llevaba apenas disimulada en su gran corazón. Y así, desde un lugar igualitario, democrático, desprejuiciado aparecieron Gatos eran los de antes, Historias para nenas y perritos, Cosquillas en el ombligo, la serie de Tomasito, y entre varios otros, el adorable Carlitos Gardel, poniendo al Zorzal Criollo al alcance de chicos y chicas de toda edad. Desde el 23 de febrero pasado Graciela Cabal permanece en su obra.