Vivimos en una época en la que se fue acumulando lo normal como enfermo: dormir poco, comer mal, trabajar mucho, estar estresado, pasar sólo 15 días al año al aire libre. Dentro de la ciudad muy a menudo uno se olvida de ver el sol, de disfrutar de los árboles, sentir los pies en la tierra, respirar con más oxígeno, se olvida también que la naturaleza sana, calma, y transforma”, asegura Paloma del Cerro la cantante que está presentado su segundo disco Para bien, una oda a la tierra como origen, como madre y como lugar de pureza, fusionada con una vida en la ciudad, que aunque nos oprime nos brinda cultura y posibilidades. De ahí esa mixtura tan particular, pero que ya es tendencia, entre folklore y música electrónica. Paloma cuenta de qué se trata este disco: “El sonido de un río adentro de un vinilo y luego ¨scratcheado¨ por un Dj. Los multiformatos característicos de esta época. La mezcla con la electrónica tiene que ver también con una búsqueda de sonidos nuevos. La unión de la grabación de un charango con una marimba de vidrio para luego procesarla y que parezca otra cosa. Hay una cumbia colombiana, Para todas las mamitas del mundo, con la participación de Miss Bolivia, una chacarera, un huayno grabado con percusiones hechas con ramas y la deliciosa voz de Mariana Baraj, un bolero al Amor Amarrete con piano de Axel Krygyer, una canción de Macedonio Fernández mezclada con sonidos de Guaranies y un poema de Atahualpa Yupanqui, Tiempo del hombre”.

“Reloj de campana tócame las horas parque despierten las mujeres todas, porque si despiertan todas las mujeres irán recobrando sus grandes poderes”, canta en Para todas las mamitas del mundo. “Un llamado al despertar femenino. Nos toca vivir el cambio acelerado. Esta rapidez llama a la apertura, a abrir la escucha, a ser más receptivas, en cuanto una queda fijo a un concepto o una etiqueta la ola te pasa por encima. Los mensajes que transmiten los medios están cada vez más alejados del amor, plantean formas de vivir poco sustentables y verdaderas, tanto para las mujeres como para los hombres. Alegremente el arte e internet nos permiten ver otros puntos de vista y así crear nuevos mundos”, afirma Paloma entre música que invita a bailar, reflexionar y transportarse al menos con la mente por un momento a un paisaje verde y tranquilo, lleno de luz y alegría. Sus canciones también hablan de los efectos que la modernidad y el ansia por ganar dinero generan en la naturaleza. Nos habla el maíz es un testimonio contra los transgénicos y un deseo de volver a los alimentos orgánicos. “Me patentaron la suerte, me regaron con malicia. Pa’ la boca de unos pocos, soy sembrado con codicia”, dice la letra y ella explica que “es el espíritu del maíz quien nos cuenta cómo vivía y qué le pasó desde que lo agarró el hombre”.

Su disco anterior, Gozar hasta que me ausente, tenía esa misma impronta enmarcada en la naturaleza. En la actualidad, además de dedicarse a su banda da clases de canto en su casa de Ingeniero Maschwitz, que por supuesto está rodeada de árboles y plantas. Su música transmite la necesidad de conectar otra vez con el origen de las cosas, hay algo en sus canciones y en sus palabras que dan cuenta de ese intento por despojarse de las capas de cosas inservibles, una vuelta a la espiritualidad de la mujer y el hombre para rescatar sólo lo que nos hace sentir que tenemos vida, de ahí esa fusión entre ambiente y tecnología, entre ritmos tradicionales y urbanos. Paloma cree que “cuando nos desconectamos de la fuente, dejamos de colaborar y estar al servicio de la naturaleza, algo se desajusta. Muchas enfermedades de estos tiempos tienen que ver con esta desconexión. Me sorprende la cantidad de gente joven tomando antidepresivos. Somos creadores de cosas maravillosas, si cada célula se transforma tenemos un gran regalo entre las manos”.