MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
“Mientras que las demás chicas se parecen a una limonada, ella es más rara que una lata de dandelion and burdock”. La afirmación procede de un fragmento de Suck I and See, una canción de la banda Artic Monkeys que hace algunos años caló hondó en los oídos de la diseñadora Carla Cando, al punto que no vaciló en denominar así a la marca con énfasis en la sastrería que señala su regreso a la moda, luego de una pausa durante la que vivió en México, llegó a perfeccionar sus conocimientos de fotografía en el Saint Martins de Londres y entre una y otra, practica yoga a diario. El martes 10 por la noche, en la vereda del local de la calle Niceto Vega 4644, se alzaron copas con la anacrónica bebida inglesa compuesta por diente de león y arctium lappa mientras una camarera instruía a los asistentes en la correcta pronunciación de la bebida. Allí, la diseñadora graduada en la Universidad de Buenos Aires y que en 2005, el año de su graduación, fue pionera en abordar la tradición sartorial desde una firma de sastrería masculina llamada Spina Cruz, celebró junto a su actual socia Elizabeth Yoon, la estilista Natacha Pacheco, la diseñadora Natalia Nupieri, del Observatorio de Tendencias del Inti, el diseñador de la firma y docente, Elio de Angelis, Jorge Moragues, catedrático de la UBA y director del Museo del Traje, entre otrxs, la apertura de Dandelions&Burdock. Puertas adentro el local con modalidad de tienda efímera (pop up store, en la jerga) no responde a una estrategia de marketing sino a una cuestión utilitaria: la obra proyectada en una casa cercana, sobre la calle Malabia, demandará más tiempo y culminará en el verano. Mientras, en las paredes del local, una parrilla de luces fluorescentes ilumina fragmentos de canciones escritas con marcadores, la campaña y el look book fotografiados también por Carla Cando, se exhiben con papeles pegados en la pared y raídos como si fuesen posters callejeros.
En los percheros que denotan estructuras de una obra en construcción se exhibe la colección que celebra tanto a los músicos ingleses de 1970 a la actualidad como a las y los amantes de la historia de la monarquía inglesa; allí un guiño cómplice para vincular a las groupies del rock con las cortesanas.
El manual de estilo Dandelions &Burdock señala cómo usar camisas de poplin o de seda con ingeniosos recortes para trazar lazos, matizar un pantalón Príncipe de Gales con zapatillas, suma cardigans holgado y oversize en pura lana, buzos de algodón pima en tonos negro y crudo con la particularidad de ostentar alfileres a la usanza punk engalanando el canesú, pero también hace lugar a los sweaters de cashmere con sutiles ornamentos en su ceñida silueta, vestidos básicos, largo y recto en lana y los cortos en Jacquard con la particularidad de que sus tachas conforman una secuencia en el cuello, emulando un collar. Otro recurso elegante e ineludible es la falda recta en cuero de oveja, en largos mini y midi y en tonos negro, plata y rojo que la diseñadora trazó inspirándose tanto en los modismos de Blondie como en las costumbres indumentarias de su madre.
Vestida con un pantalón de cuero negro y una blusa de seda blanca, Carla Cando, señaló: ”la premisa fue enaltecer los productos y las prendas hechas a mano por un sastre. Mi abuelo paterno fue un sastre que vivía en Chascomús y abastecía a las principales firmas de sastrería masculina de los años setenta y conservo su tijera de corte. Siempre observé la ropa de los hombres de mi familia y me apropié de prendas de sus guardarropas, en mi método de diseño analizo construcciones y entretelas para luego resignificarlas y cambiarlas de lugar. El gran desafío de diseñar sastrería para el cuerpo de la mujer fue la aparición de un mayor compromiso emocional con cada prenda”.
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