Vie 01.07.2016
las12

MONDO FISHION

El regreso de Raf Simons

Vestido con una camisa azul con manchas blancas producto de algún tie dye de alta costura -la misma que usó en su despedida como director creativo de Christian Dior durante 2015- el diseñador belga Raf Simons irrumpió en el sendero-pasarela con look casual, sin primera fila, trazada en la antigua estación de trenes de Florencia. Su colección para el verano 2017 presentada en el contexto de Pitti Uomo 90, fue apodada “Florence calling Raf Simons”, y rescató y reformuló modismos indumentarios del underground neoyorquino y los trasladó a nuevas morfologías, holgadas camisas blancas overalles de cuero y sobrefaldas para hombre, todas rigurosamente estampadas con motivos rescatados del archivo que le cediera la fundación Mapplethorpe. Entre los prints emergieron retratos de Patti Smith, Blondie, Laurie Anderson, pero también las flores fálicás, los desnudos y los penes que emergen de braguetas. La colección que exaltó chalecos cortos, sueters holgados y con capas sinuosas, pareció reconfirmar los rumores del inminente contrato de Simons como diseñador en la firma Calvin Klein.

La puesta de Simons en Florencia, la ciudad donde el diseñador belga participó en varias ocasiones del calendario paralelo a la feria de moda masculina (ya en sus comienzos como diseñador o bien durante el apogeo de su paso por la firma Jil Sander), funcionó como una bitácora textil de sus veinte años en la moda y exhibió piezas de su archivo de tipologías masculinas y femeninas. De ahí que una población textil con apariencia de abrigos cortos y largos, trenchs, cazadoras experimentales, buzos, camisetas y vestidos poblaron la locación industrial, iluminada en tonos de rojo y verde para emular una rave. Y allí reinó el dj Michel Gaubert con sus bases de electrónica rescatadas para la ocasión. Acto seguido del show, y con el clima de rave trasnochada y traspolada a las 8 AM, el diseñador develó que fue contactado por la fundación Mapplethorpe e invitado a indagar en su archivo. Los artificios de gorros de cuero, los lazos acicalando los cuellos de cuerpos delgados, la profusión de rulos como decisión de estilismo, el uso de pequeños delantales serigrafiados con estampas de sexo explícito dispuestos por encima de los pantalones ajustados o bien a modo de top, parecieron representar las máximas de moda que la poeta Patti Smith narró con extrema gracia en el libro “Just Kids”. Allí Smith, quien fuera fotografiada por Mapplethorpe para la célebre portada del disco Horses con una camisa blanca sentenció sobre los modismos indumentarios que compartieron mientras vivían en el Hotel Chelsea: “Para Robert, vestirse era arte vivo. Se armaba un canuto fino, se lo fumaba y miraba sus escasas prendas de ropa mientras reflexionaba sobre sus accesorios. Esperar mientras Robert decidía cuántas llaves debía colgarse del cinturón era cómicamente exasperante. Finalmente llegaba el momento de plantear la pregunta shakespereana ¿debería o no debería Robert llevar tres collares?”

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