FOTOGRAFIA
› Por Luciana Peker
“–¡Podés romperme toda, pero la cabeza no me la vas a romper! ¡Podés pegarme, quebrarme pero en mi cabeza mando yo!–. No sé cuánto tiempo duraron mis gritos, lo que sé es que me soltó, se puso nervioso, me dijo “andate y no mires atrás porque te mato.”
Pasaron diez años. Mis miedos se transformaron en militancia. Esta es mi causa, ahí me encuentro en mis compañerxs. Actividades, marchas, arte y todo enfocado a que algo barrido bajo la alfombra social salga a la luz.” El párrafo es parte de un texto de Andrea Podestá, fotógrafa e integrante del colectivo fotográfico Ojo Dentado –junto a Juan Pablo Boraso, Leandro Martínez, Pilar Monín, Salvador Batalla y Sergio Ranzoni– que cubrió la primera marcha de Ni Una Menos, el 3 de junio del 2015, en el Congreso de la Nación. “De la soledad a la masa. #?NiUnaMenos?- #?3deJunio? la soledad ya no está tan sola. Las víctimas dejamos de ser culpables, al menos ese día. La calle vestida de violeta. La consigna convertida en multitud”, define El Ojo Dentado la potencia de la marcha y el testimonio de Podestá termina de darle sentido al poner en palabras las múltiples estrategias que las mujeres ponen en juego para no ser sólo víctimas aun cuando las victimicen. “Toda la marcha fue performática. La gente utilizó su propio cuerpo como soporte, fueron como micro intervenciones sobre el espacio en contra del abuso de poder basado en la sexualidad que permite reelaborar tipos de conciencias sobre la problemática”, define Salvador Batalla, psicoanalista y director del taller
La muestra ya se expuso en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en la Cámara de Diputados de La Plata y se encuentra exhibida, hasta el 31 de julio, en Tierra Violeta, Tacuarí 538. En el centro cultural feminista también se pueden ver videos con reflexiones sobre la violencia machista de Liliana Daunes, Romina Rufatto y Diana Maffía.
“Los días previos al 3 de junio del 2015 (el primer Ni Una Menos) volví sentir la herida abierta, pesadillas con las pibas asesinadas en bolsas de residuo, basura como yo y como todas. Soñaba las discusiones con compañeros que ponían reparos ideológicos a la marcha, con funcionarios y funcionarias que hacían como si pero no. Soñaba pesimismo, soñaba soledades. Ese 3 de junio agarré la cámara y salí a buscarme. De la soledad a la masa. Ese 3 de junio en ese mar de mujeres me encontré”, termina Podestá y aporta otra vez sentido a un nuevo recorrido por estas imágenes.
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