MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Con rodetes de alta postura ceñidos con vinchas negras que culminaban en moños, los ojos muy delineados con trazos negros, las extremidades superiores e inferiores cubiertas con guantes y con polainas de gamuza negra, el martes 5 de julio en París las modelos que portaron la colección de Chanel de alta costura 2016-2017 volvieron a dejar estupefactos a lxs críticxs y a lxs seguidores de moda.
La coartada de presentación de la colección fue tan sencilla como preciosista: su argumento remitió a recrear escenas cotidianas de alta costura en vivo, en el contexto de la semana de la alta costura en la locación del Grand Palais, de ahí que las 73 modelos con sus looks se desplazaron por un espacio que recreaba las salas de corte y de realización, pero donde las doscientas modistas apodadas “manos pequeñas” por su virtuosismo, realizaron pruebas, como si se tratase de un día cualquiera en el atelier de la rue Cambon que cobija a la maison Chanel. Algunas llevaban los metros colgando del cuello, otras una pequeña carterita porta tijeras o porta alfileres con el logo Chanel. La puesta reflexiva y celebratoria del oficio de la alta costura, en su inicio mostró un desfile de trajes sastre en versión de chaqueta y pantalón corto en grises, variaciones sobre el pied de poule con corte pata de elefante. Continuó con largos vestidos símil túnicas orientales en deliciosos tweeds que emulaban encajes, o un vasto repertorio de flores bordadas entre las tramas. La colección fue virando hacia el exotismo y reversiones de siluetas clásicas que caracteriza a la firma en el reinado de Lagerfeld. Como prefacio de los vestidos de noche en gasas y satenes más nobles, atiborrados de piedras preciosas pero con siluetas casi minimalistas, asomaron morfologías en rosa y en dorado. En un gesto irónico hacia los tradicionales grandes finales de los desfiles, irrumpió una modelo novia vestida con un pantalón rosa y una capa al tono. El ejército de modistas “manos pequeñas” salió a saludar de la mano, enfundado en guantes del diseñador. Luego del fashion show, trascendieron imágenes de los maniquíes y de los rollos de las telas originales en el show, con primeros planos los moldes, así como también asomaron los bocetos para la confección de cada traje, las estructuras internas, los zurcidos y los hilvanes. La escenografía no fue una réplica, sino que las instalaciones del taller fueron literalmente mudadas en alguna modalidad exprés desde el atelier a la gran sala de desfile en los Campos Eliseos.
Las y los invitados pudieron fisgonear entre los escritorios de cada modista las perchas, las prendas sin terminar y el exótico trajín de ese gran reality de la moda urdido por Chanel.
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