TRABAJO
El Indec anunció que el actual desempleo es del 9,3 por ciento. Pero en las mujeres llega a los dos dígitos con 10,5 por ciento. La subocupación femenina también es más alta que la masculina y asciende al 13,9 por ciento. Mientras que la falta de trabajo entre menores de treinta es del 18,9 por ciento, no se dio a conocer cómo afecta particularmente a las más jóvenes. Pero la dirigencia sindical tiene casi nula representación de mujeres y no reclama contra la brecha de género laboral, salarial y económica.
› Por Luciana Peker
El desempleo promedio en la Argentina llego al 9,3 por ciento. Pero los promedios siempre son engañosos. El desempleo femenino escaló al 10,5 por ciento. Mientras que la tasa de desocupación de los varones es de 8,5 por ciento. La brecha de género también quita sueldo, horas y sueño ya que la tasa de subocupación está en un promedio de 11,2 por ciento, pero baja a 9,2 para los empleados a medias y asciende a 13,9 entre las trabajadoras que malabarean con sueldos insuficientes. La diferencia entre varones y mujeres es alta, pero se agrava por una representación sindical con bajísima participación de mujeres y, por lo tanto, que no reclama políticas laborales con perspectiva de género para frenar la falta de trabajo, el disciplinamiento que genera la necesidad laboral, el acoso sexual, la desigualdad salarial entre varones y mujeres y la falta de licencias parentales. “Las mujeres representan más del 40 por ciento de los trabajadores totales, sin embargo, la nueva CGT tiene solo dos mujeres en 37 secretarías”, señaló la economista Mercedes D´Alessandro, de “Economía femini(s)ta”, en la nota “Estamos todos en la mesa, menos nosotras”, publicada en el diario BAE.
Los dos dígitos que ponen al desempleo femenino como una deuda urgente no implican solo un problema de búsqueda de empleo todavía más acentuado que para los varones, sino, también, una alarma que baja las defensas frente a maltratos o relega las demandas por jardines maternales o lactarios en las fábricas y oficinas o más días para ir a actos escolares o al pediatra y que eso sea un derecho y no un riesgo.
De hecho, la secretaria de Género de la CTA, Estela Díaz, en una entrevista con Las/12, del 22 de enero del 2016, anticipó: “El macrismo viene, otra vez, a proponer un modelo que pone el centro en el sector financiero, el sector agroexportador y la apertura de la economía. Necesitan disciplinar al sector del trabajo con desocupación. Por eso quieren que el desempleo llegue a los dos dígitos. Este modelo cierra con la gente afuera”.
La alarma es mucho más fuerte cuando se escucha el riesgo del desempleo sub 29 (entre menores de 30 años) que llega al 18,9 por ciento, según las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del segundo trimestre del 2016, presentadas por el Indec, el 23 de agosto del 2016.
El Indec alega que las estadísticas publicadas desde el 2007 hasta el 2015 deben ser consideradas con reservas y que no pueden ser comparadas con las cifras actuales. La objeción al Indec es atendible. Pero es criticable que no se hayan difundido las diferencias por género del desempleo sub 29, ya que se puede presumir que las mujeres menores de treinta años podrían estar sufriendo una tasa de desocupación mayor al veinte por ciento si se tienen en cuenta las brechas de género recientes. Por ejemplo, en el 2013 el desempleo general era del 6,4 por ciento. Pero la falta de trabajo para las más jóvenes llegaba al 16,2 por ciento. Mientras que para los jóvenes al 11 por ciento, según datos del Ministerio de Trabajo. La diferencia de cinco puntos entre chicas y chicos –registrada hace tres años y sobre la que ahora no se publican datos– puede dejar en una enorme vulnerabilidad a las pibas que necesitan su primer o segundo empleo.
Por su parte, la socióloga Rosalía Cortés, investigadora de Conicet y Flacso crítica la década pasada: “La tasa de actividad femenina estuvo por debajo del resto de los países de América Latina como Brasil, México, Chile y Colombia. En la etapa anterior había una sospechosa proporción de mujeres, sobre todo en el 40 por ciento mas pobre, que ni trabajaban ni buscaban trabajo y aparecían como inactivas. No había posibilidades de empleo para las mujeres con baja educación, de sectores de bajos ingresos, que no participaron en el crecimiento de los últimos doce años y no se generaron políticas activas para emplearlas”.
La economista Magalí Brosio, coeditora del blog Economía femini(s)ta y del colectivo Economistas de BASE subraya: “Las mujeres nos encontramos en una situación de desventaja importante con respecto a nuestros pares varones. Los niveles de desocupación de las jóvenes han estado muy por encima del promedio general. En Argentina la situación ha empeorado: ascendió al triple que el de la población general. Esto determina una línea de partida desigual para las mujeres que, luego, como producto de muchas otras desigualdades y obstáculos, ampliarán progresivamente su rezago con respecto a los varones”.
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